Cordones perdidos... y hallados en el templo

La soluci¨®n dada por el Ministerio de Sanidad permitiendo que se creen bancos privados de sangre de cord¨®n umbilical, no creo que pueda ser calificada de salom¨®nica (editorial de EL PA?S, 13 de enero). Hay que recordar que a principios de 2006, tras el debate p¨²blico surgido a ra¨ªz de la decisi¨®n de los pr¨ªncipes de Asturias, el ministerio tuvo que retroceder cuando ya hab¨ªa decidido prohibirlos y optar por su aprobaci¨®n a rega?adientes. Pero se trataba s¨®lo de un cambio aparente; la imposici¨®n de que las donaciones para uso aut¨®logo tengan un car¨¢cter de disponibilidad universal -en contra de los principios b¨¢sicos de voluntariedad y libertad de decisi¨®n personal- supone, nadie se enga?e, una prohibici¨®n de facto.

Cuesta mucho aceptar que una reacci¨®n as¨ª, tan mediatizada por los acontecimientos, pueda calificarse de sensata. Una soluci¨®n salom¨®nica implica gran sabidur¨ªa y buen juicio en la toma de decisiones dif¨ªciles. Esto es precisamente lo que no ha ocurrido. Lo sensato hubiese sido evaluar con profesionalidad el alcance m¨¦dico presente y futuro del trasplante de cord¨®n, definir las indicaciones del trasplante aut¨®logo y alog¨¦nico, prever las implicaciones sociales de los diversos sistemas de donaci¨®n sobre la base de las experiencias de otros pa¨ªses, y trasladar despu¨¦s esas conclusiones a la ley.

El caso de la afortunada ni?a americana ha dejado hecha trizas la falta de fundamentos cient¨ªficos esgrimida contra los bancos privados. Y hay otras razones a¨²n m¨¢s consistentes que ¨¦sta para promoverlos. Pero lo que resulta inaceptable es pretender, con ocasi¨®n del ¨¦xito de este caso, mostrarse como el adalid de la conservaci¨®n de la sangre de cord¨®n y respaldar al mismo tiempo la prohibici¨®n de facto de los bancos privados. No se puede ignorar que con esta soluci¨®n salom¨®nica, algunos pacientes espa?oles -de los cerca de 650 menores de 20 a?os que anualmente desarrollan leucemia o linfoma en nuestro pa¨ªs, casi 200 terminan necesitando un trasplante- no podr¨¢n ser trasplantados con su propia sangre de cord¨®n ni con la de sus hermanos. La respuesta no se halla en el sistema de bancos p¨²blicos, sabiendo que s¨®lo se recogen menos del 1% de los cordones y que tiene un l¨ªmite (50.000 unidades) al que se llegar¨¢ en pocos a?os. Tampoco en los bancos privados en los que el donante puede ser desprovisto de su propio cord¨®n -?despu¨¦s de haber pagado encima un dineral!-, lo que sucede en torno al 2% de los casos.

Desde la sensatez y el buen juicio se debiera haber se?alado la pertinencia de toda donaci¨®n y huido de la absurda confrontaci¨®n ideol¨®gica entre lo p¨²blico y lo privado. Se?ora Salgado y se?or Matesanz, muchos conciudadanos se unen, seguro, a este simple ruego: ?liberalicen los bancos de sangre de cord¨®n umbilical! El anunciado Plan Nacional en ciernes es una magn¨ªfica ocasi¨®n para ello. As¨ª, verdaderamente ser¨ªan dignos del sabio y buen rey Salom¨®n.