El nuevo mundo del afeitado
Las tres cuchillas de Gillette fueron pronto superadas por las Quattro de Wilkinson. Pero ahora la liza ha subido el lote a seis hojas de la nueva m¨¢quina Fusi¨®n de Gillette tras dos lustros de investigaciones y la prueba de 10.000 hombres.
Hace unos cuarenta a?os, cuando nos rasur¨¢bamos con la hoja Palmera no lleg¨¢bamos a imaginar el complicado itinerario que nos aguardaba. El afeitado no pasaba de ser un quehacer enteco y preceptivo dentro del sistema general de la higiene y del ordenado cumplimiento del deber.
Afeitarse pertenec¨ªa al universal de arreglarse puesto que desde el pecado original ambul¨¢bamos por este mundo desarreglados. Desarreglados, fuera de la regla, cargando con la culpa ad¨¢nica desde el principio al fin, desde el lunes al domingo, cuando, como en un tributo de amor y honor a Dios, nos duch¨¢bamos, nos lav¨¢bamos el pelo y nos calz¨¢bamos el traje.
Concretamente el ejercicio del afeitado evocaba un cuidado ineludible en las fiestas de guardar y se enmarcaba dentro de las normas que impart¨ªa tanto la instrucci¨®n escolar como la educaci¨®n religiosa. De hecho, el esp¨ªritu emerger¨ªa entre la limpieza del cuerpo y, en especial, el bru?ido del cutis se zanjaba con el paso un¨ªvoco de la navaja o la ¨²nica hoja.
Con la doble cuchilla de Gillette, sin embargo, se bifurcaron los conceptos y se favoreci¨® la confusi¨®n y la inquietud propia de los a?os ochenta. Una cuchilla cumpl¨ªa la labor conocida pero la segunda, in¨¦dita hasta el momento, hacia pensar en un residuo que nunca hab¨ªamos detectado. Tras el paso de la primera hoja, la segunda ven¨ªa a eliminar un resto inmundo que la ignorancia anterior no hab¨ªa podido combatir. ?Lo eliminar¨ªa, por fin, esta segunda hoja y ser¨ªamos definitivamente despojados de la escoria del mal? Gillette proclam¨® que ser¨ªa as¨ª pero, una d¨¦cada despu¨¦s, la aparici¨®n de su Mach3 -enaltecida por una campa?a mundial de 100 millones de d¨®lares- desbarat¨® la promesa.
Mach3 refutaba la supuesta perfecci¨®n de la doble hoja y su discurso esencial. No bastaba, en adelante, con afeitarse bien o incluso afeitarse complementariamente bien sino que la m¨¢quina deb¨ªa integrarse en la alta tecnolog¨ªa presente en los dem¨¢s aspectos de la vida.
El rostro del hombre, como antes el de la mujer, se hizo objeto de an¨¢lisis microsc¨®pico, investigaciones en las que se reunieron la biotecnolog¨ªa con la ingenier¨ªa y la citolog¨ªa con la f¨ªsica, la bi¨®tica y la aleaci¨®n ideal. La novedad hoy con la m¨¢quina de seis hojas rompe el hilo de la raz¨®n cient¨ªfica y la l¨®gica tradicional del rasurado. Con Fusi¨®n el afeitado ha ingresado, por exacerbaci¨®n de sus fines, en el orden de la sospecha y el sortilegio del capitalismo de ficci¨®n.
Todo el mundo sab¨ªa que cuando Omo promet¨ªa lavar m¨¢s blanco se trataba de una forma natural de predicar. Y cuando se enfatizaba que el resultado ser¨ªa "m¨¢s blanco que el blanco" se aceptaba que ironizaban para ganar al comprador. En Estados Unidos, los helados de Baskin Robbins promocionaron sus productos en los a?os noventa calific¨¢ndolos como los helados m¨¢s fr¨ªos que se hayan tomado nunca y los clientes aceptaban la hip¨¦rbole como una ocurrencia de la exageraci¨®n.
Lo decisivo ahora, con la nueva Gillette consiste, sin embargo, en que su exasperaci¨®n no lleva a la iron¨ªa sino al abismo de la depilaci¨®n. El afeitado se transmuta inesperadamente en depilado y se deniega en el mismo proceso de ser m¨¢s. O lo que es lo mismo: transmuta su g¨¦nero y su naturaleza.
Le ocurre lo mismo que a la industria que pretende eliminar todo residuo y, en el proceso, vira de la econom¨ªa a la ecolog¨ªa. O la gestaci¨®n que, en el anhelo de obtener mejor una criatura por la fertilizaci¨®n o la clonaci¨®n, sustituye la procreaci¨®n por la producci¨®n y la c¨®pula por el gen. En estos y otros supuestos actuales se juega actualmente el deslizamiento entre la realidad y la quimera, la verdad y el deseo, el aseo y el cambiar de ser.
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