Mir¨®-Sert, una fecunda amistad creativa
La Fundaci¨®n Pilar y Joan Mir¨® de Mallorca reconstruye la profunda y constante colaboraci¨®n art¨ªstica entre Joan Mir¨® y el arquitecto Josep Llu¨ªs Sert al cumplirse medio siglo de la inauguraci¨®n del taller que el arquitecto dise?¨® para el pintor, refugiado en Palma.
MIR?-SERT, LA CONSTRUCCI?N DE UNA AMISTAD
Fundaci¨®n Pilar y Joan Mir¨® Joan de Saridakis, 29
Palma de Mallorca
Hasta el 18 de marzo
A finales de 1956 Joan Mir¨®, refugiado en su exilio interior en Mallorca, vio cumplido uno de sus m¨¢s anhelados sue?os: disponer de un espacioso taller propio en el que poder desplegar toda su energ¨ªa creativa. Lo tuvo... y le asust¨®. Una inmensa nave vac¨ªa que le intimidaba y atenazaba. Tres a?os tuvieron que pasar para que, del taller que su amigo Josep Llu¨ªs Sert hab¨ªa dise?ado para ¨¦l, saliera la primera obra: una pintura mural, probable pago por el trabajo realizado, cuyo destino era precisamente la casa del arquitecto catal¨¢n en Cambridge (Massachusetts, Estados Unidos).
Medio siglo despu¨¦s de la apertura de ese espacio, considerado un manifiesto de la segunda generaci¨®n del Movimiento Moderno y gran factor¨ªa mironiana hasta su muerte en 1983, la fundaci¨®n que lleva el nombre del artista y de su mujer, Pilar Juncosa, recrea la fecunda amistad que, desde comienzos de los a?os treinta, uni¨® a ambos creadores para el resto de sus vidas.
La menci¨®n a la esposa de Mir¨® es en este punto obligada, puesto que fue la verdadera art¨ªfice de que el taller se construyese. La muestra culmina, justamente, con un homenaje a Pilar Juncosa mediante un simb¨®lico abanico que Mir¨® pint¨® y le dedic¨®, al que acompa?an unas palabras de ella que son ya historia: "Cuando vinimos a vivir a Palma le escrib¨ª una carta a Sert a escondidas, sin que Joan lo supiese, porque ¨¦l no quer¨ªa escribirle, dec¨ªa que estar¨ªa demasiado ocupado en Am¨¦rica". Esa misiva fue el germen del taller Sert, el primer edificio que el arquitecto -una celebridad mundial que sin embargo estaba proscrito en Espa?a- realiz¨® en nuestro pa¨ªs tras su exilio posterior a la Guerra Civil.
La exposici¨®n est¨¢ lejos de ser una mera reconstrucci¨®n historiogr¨¢fica, aunque algunos de los documentos que se exhiben son de importancia capital, como la correspondencia in¨¦dita que se cruzaron Mir¨® y Sert, de la que surgir¨¢ un libro esclarecedor. As¨ª, en la recreaci¨®n de los sucesivos momentos vitales en los que confluyeron las energ¨ªas creativas de ambos, se dan cita, como testigos que fueron de esos encuentros, algunas obras que, sea por su valor intr¨ªnseco o por su trascendencia simb¨®lica, recuperan instantes gloriosos del arte del siglo XX. Aparte de las piezas de los dos protagonistas y por citar s¨®lo dos ejemplos, cada uno representativo de ese distinto signo, est¨¢n El Corcovado (1951), notable escultura de Alexander Calder presente en la primera casa americana de Sert en Long Island (Nueva York), y Los aviones negros, pintura realista de Horacio Ferrer Morgado, cedida por el Reina Sof¨ªa de Madrid, que compiti¨® con el Guernica de Picasso por el espacio preferencial del legendario Pabell¨®n de la Rep¨²blica dise?ado por Sert para la Exposici¨®n Universal de Par¨ªs de 1937.
Calder es, por cierto, el ter-
cer gran protagonista de esta exposici¨®n, por su constante amistad con Mir¨® y Sert, con quienes comparti¨® ideales y proyectos art¨ªsticos. Resulta un acierto que la muestra pr¨¢cticamente se abra con la pel¨ªcula Calder's Circus (1961), que reconstruye el circo en miniatura que el escultor present¨® en Barcelona y en la casa de Mir¨® en Mont-roig a comienzos de los a?os treinta.
Los sucesivos espacios de la muestra -el escaparate de la sombrerer¨ªa del mecenas Joan Prats en Barcelona; el inicio de la amistad en el contexto de las actividades arquitect¨®nicas del GATEPAC; el pabell¨®n de la Rep¨²blica; las casas de Sert en Long Island y Cambridge- confluyen en la recreaci¨®n de la construcci¨®n del taller. La maqueta original, enviada por Sert a Mir¨® en 1955, es aqu¨ª pieza nuclear. La visita al taller, que forma parte de la colecci¨®n permanente de la fundaci¨®n, es el obligado punto culminante, incluso para los que ya lo conocieran, pues permite observarla con otros ojos, los del conocimiento de su gestaci¨®n.
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