Los desalojos se triplican
El ritmo de actuaciones policiales se acelera, mientras que la mayor¨ªa de ocupaciones las realizan personas ajenas al colectivo 'okupa'
Por cada desalojo, una nueva ocupaci¨®n. Aunque combativo y desafiante, el lema del colectivo okupa cada vez resulta m¨¢s dif¨ªcil de cumplir. Porque el ritmo con el que los jueces ordenan -y los polic¨ªas ejecutan- los desalojos de inmuebles se acelera. De acuerdo con los datos de los Mossos d'Esquadra, en 2006 se efectuaron alrededor de 150 desalojos solamente en la ciudad de Barcelona. La cifra triplica la registrada el a?o anterior, cuando el Cuerpo Nacional de Polic¨ªa -que mantuvo las competencias en materia de seguridad p¨²blica en Barcelona hasta octubre de 2005- realiz¨® unas 40 intervenciones de este tipo.
El sprint sigue en el inicio de 2007. En enero, la polic¨ªa auton¨®mica ha efectuado 21 desalojos, seg¨²n dio a conocer hace unos d¨ªas el concejal de Seguridad del consistorio, Ferran Juli¨¢n. El bombardeo de desalojos ha encendido las alertas incluso en el movimiento okupa, que el pasado viernes convoc¨® una manifestaci¨®n en Gr¨¤cia bajo esta advertencia: "Corren tiempos dif¨ªciles para la okupaci¨®n".
No es para tanto. Barcelona sigue siendo, junto a Amsterdam y Mil¨¢n, una de las capitales europeas del fen¨®meno squatter. Los Mossos tienen censadas m¨¢s de 300 casas usurpadas a sus propietarios; 400 si se suman las del ¨¢rea metropolitana. Lo que s¨ª se est¨¢ produciendo es un cambio en el perfil del ocupante. "Los okupas al uso s¨®lo efect¨²an una peque?a parte de las ocupaciones", admite el coordinador de seguridad de los Mossos d'Esquadra en Barcelona, Josep Saumell.
Hasta hace unos a?os, este tipo de acciones eran patrimonio casi exclusivo del movimiento okupa, integrado por j¨®venes antisistema. Su motivaci¨®n es ideol¨®gica: entran en pisos vac¨ªos para que sus reivindicaciones tengan eco. Y se hacen notar: por lo general, colocan una bandera en la fachada del edificio ocupado con una flecha y un c¨ªrculo, s¨ªmbolos del colectivo.
Pero hoy, la mayor¨ªa de personas que deciden entrar en un piso sin consentimiento del propietario no lo hacen por razones pol¨ªticas, sino por imperiosa necesidad. No reivindican su acci¨®n. Al contrario, procuran permanecer en la clandestinidad y sin llamar la atenci¨®n de los vecinos. Pueden ser individuos solos o familias enteras. La llegada de cientos de inmigrantes en situaci¨®n irregular, junto al vertiginoso aumento del precio de la vivienda -en Barcelona, de m¨¢s del 100% en cinco a?os en los pisos de segunda mano- ayudan a entender por qu¨¦ proliferan este tipo de nuevos ocupantes -con c, y no con k-. La mayor¨ªa de desalojos de este tipo de fincas se resuelven sin incidentes, apunta Saumell.
Un ejemplo del "ocupante por necesidad" es David Salvat, de 33 a?os. El pasado 19 de enero se instal¨® de forma ilegal en un piso de Montgat, junto a su esposa y el hijo com¨²n, de 10 a?os. "Me ve¨ªa en la calle con mi familia. Pero yo no s¨¦ nada de leyes y no quiero dar problemas", justifica David, quien asegura, adem¨¢s, que unos alba?iles han tapiado la entrada de otros tres pisos del mismo inmueble para evitar que sean ocupados.
Los inmigrantes sin papeles tambi¨¦n se han sumado de forma notable a la ocupaci¨®n. Aunque tengan ingresos, su situaci¨®n irregular les impide a menudo acceder a una vivienda de alquiler. Eso les lleva a instalarse en casi cualquier sitio. Inmerso en una gran transformaci¨®n urban¨ªstica, el barrio de Poblenou es un lugar propicio para ello. En una antigua f¨¢brica de la calle de Pallars viv¨ªan hasta hace poco una treintena de inmigrantes subsaharianos y argelinos. Sin luz ni agua y en p¨¦simas condiciones de seguridad.
En la misma finca se hab¨ªa instalado un grupo de antisistema, en su mayor¨ªa franceses. Se ayudaban mutuamente. Esta f¨®rmula mixta (okupas conviviendo con ocupas) es cada vez m¨¢s habitual en Barcelona. Un ejemplo es una casa del barrio de Hostafrancs en la que coexist¨ªan un grupo de inmigrantes -en su mayor¨ªa familias rumanas- y una docena de okupas. Otro: en el antiguo recinto industrial de Can Fabra, en Sant Andreu, se hab¨ªan instalado familias rumanas y magreb¨ªes. Junto a ellas, j¨®venes de est¨¦tica punk. En total, 69 personas (20 menores de edad) que fueron desalojadas recientemente por los Mossos d'Esquadra. En ese lugar se construir¨¢n zonas verdes y equipamientos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.