El hombre que llevaba los ni?os a la muerte
El 'se?or de la guerra' congole?o Thomas Lubanga es el primer encausado por la Corte Penal Internacional
Thomas Lubanga, antiguo presidente de la Uni¨®n de Patriotas Congole?a, llor¨® el pasado marzo al abordar el avi¨®n del Ej¨¦rcito franc¨¦s que le llevar¨ªa custodiado desde Kinshasa, capital de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, a la ciudad holandesa de La Haya, sede de la Corte Penal Internacional (CPI). Un a?o antes, este licenciado en Psicolog¨ªa, de 46 a?os, que se presenta como pol¨ªtico y no como miliciano, hab¨ªa sido arrestado por cascos azules de la ONU por un presunto delito contra la infancia: reclutar ni?os soldado. Acusado formalmente esta semana de cr¨ªmenes de guerra por llevar al combate a menores de 15 a?os, rechaza unos cargos que suponen el estreno del primer tribunal permanente dedicado a perseguir tambi¨¦n el genocidio y los cr¨ªmenes contra la humanidad.
"Ha habido las peores matanzas e incluso canibalismo, pero s¨®lo se procesa a Lubanga", protesta el defensor
La acusaci¨®n detalla las amenazas de muerte y tortura a las familias de los ni?os si no obedec¨ªan
Si el lenguaje corporal y el atuendo sirven para averiguar el estado de ¨¢nimo en momentos decisivos, a Lubanga le han traicionado ambos. Desde el a?o 2000 y hasta su detenci¨®n, exhib¨ªa una sonrisa permanente y un porte seguro. Como primer acusado de la CPI se presenta ahora con los llamativos ropajes de su tierra, pero su mirada refleja una sorpresa impensable hace meses. Ya fuera vestido de soldado o de impecable paisano, las fotos tomadas en su tierra le mostraban relajado con sus camaradas de la Uni¨®n de Patriotas Congole?os, un movimiento rebelde que fund¨® con ayuda de Uganda y Ruanda.
Joven e instruido, Lubanga luchaba por controlar la provincia de Ituri, su tierra natal, situada al noreste de la Rep¨²blica del Congo. Era la ¨¦poca en que su milicia ganaba terreno en el control de las minas de oro locales y lleg¨® a tomar en 2002 la ciudad de Bunia, la m¨¢s importante de la zona. El pa¨ªs estaba sumido en una guerra civil que ¨¦l y sus 4.000 leales mantuvieron viva incluso despu¨¦s del cese oficial de hostilidades en 2003. Un escenario atroz en el que la figura del hoy reo de la justicia internacional comandaba asimismo el brazo militar de su grupo, esto es, las Fuerzas Patri¨®ticas para la Liberaci¨®n del Congo.
Lo que empez¨® en 1999 como una pugna por la tierra y los recursos naturales, acab¨® transform¨¢ndose en una lucha entre dos grupos ¨¦tnicos rivales. De un lado peleaban los hema -y Lubanga entre ellos-, granjeros y ganaderos en origen. Del otro respond¨ªan los agricultores lendu, m¨¢s numerosos. Durante cinco a?os, e incitados alternativamente por las vecinas Uganda y Ruanda, s¨®lo en Ituri perdieron la vida m¨¢s de 50.000 personas. En todo el Congo, la guerra caus¨® al menos cuatro millones de muertos.
Hasta el verano de 2003, la sonrisa y las victorias de Lubanga no cedieron. A partir de entonces, su suerte cambi¨® al aumentar la presencia de cascos azules. Antes de caer, sin embargo, hizo gala de su temeridad ante los enviados de la propia ONU. Les record¨® la importancia de "juzgar a cada grupo rival por los actos que haya cometido y de castigarles si hubieran llegado al genocidio". Una frase que se revel¨® premonitoria en 2005, cuando fue capturado por esos mismos interlocutores. Otro tanto ocurrir¨ªa poco antes con Floribert Ndjabu, responsable lendu del Frente Nacionalista e Integracionista, la milicia rival.
Cuando Lubanga fue detenido, John Tinanzabu, secretario general de la Uni¨®n de Patriotas Congole?os, protest¨® asegurando que el l¨ªder "llevaba un a?o viviendo en Kinshasa y era un pol¨ªtico, no un guerrero". Jean Flamme, su abogado, comparte esta opini¨®n y la ha explicado de forma muy gr¨¢fica. "Ituri ha sido el escenario de las peores matanzas del mundo. Ha habido incluso casos de canibalismo. Sin embargo, s¨®lo se persigue a Tomas Lubanga por el asunto de los ni?os soldado, una pr¨¢ctica de siempre y de tantos grupos pol¨ªtico-militares. Es una injusticia. Es un pol¨ªtico y un pacificador, no un miliciano, y no estaba directamente relacionado con lo que hac¨ªan las tropas", dijo en la sede del Tribunal Penal cuando se leyeron los cargos ahora confirmados.
La fiscal¨ªa lo presenta, por el contrario, como el comandante de las operaciones militares de la Uni¨®n de Patriotas, el jefe que coordin¨® y control¨® un plan deliberado para reclutar (por la fuerza), alistar (sin amenazas, pero igualmente delito por ser menores) y enviar a la guerra a ni?os y ni?as a veces de 10 a?os. Seg¨²n el art¨ªculo 8 del Estatuto de Roma fundacional de la CPI, por todo ello podr¨ªa ser condenado a 30 a?os de c¨¢rcel.
?Y los ni?os? El acta de acusaci¨®n detalla las visitas de inspecci¨®n de Lubanga a los campos de entrenamiento. Sus arengas para que entraran en combate y no diferenciaran entre civiles y militares lendu al atacar; ni tampoco entre mujeres, ancianos o ni?os. Sus amenazas de tortura, muerte o destrucci¨®n de sus familias si no obedec¨ªan. Un panorama desolador resumido por Ekkehard Withopf, jurista de la fiscal¨ªa, con una reflexi¨®n no menos abrumadora: "Muchos perecieron en el frente. Todos lucharon y mataron".
De la escuela al frente con un fusil al hombro
LA ONU CALCULA que al menos 300.000 menores participan en guerras. Son ni?os y ni?as obligados a empu?ar fusiles, utilizar machetes o servir de esclavas sexuales en pa¨ªses como Sierra Leona, Liberia, Sud¨¢n, Sri Lanka o Afganist¨¢n. Cerca de 30.000 lo hac¨ªan en el Congo cuando actuaba Thomas Lubanga, el l¨ªder miliciano acusado ahora de cr¨ªmenes de guerra ante el Tribunal Penal Internacional por reclutar a una parte de ellos. Dirig¨ªa la Uni¨®n Congole?a de Patriotas. Sus caras difieren, pero no as¨ª su aspecto. Vestidos con ropas de comando, aparecen entre retadores y atemorizados en un escenario inaudito para lainfancia. Perdidos en su mayor¨ªa para las familias y en manos de adultos que les amenazan, manipulan e incluso drogan para que luchen, sus relatos no hab¨ªan aparecido de forma independiente en los tribunales. El caso de Lubanga sentar¨¢ un precedente al haber incluido a tres familias, con cinco hijos en total, que ejercitar¨¢n una acci¨®n directa durante el juicio. Apoyados por su propio equipo legal, contar¨¢n c¨®mo se llevaron a sus peque?os, y pedir¨¢n, si cabe, una indemnizaci¨®n. La fiscal¨ªa aportar¨¢, por su parte, las historias de tres ni?os y tres ni?as que reflejan lo ocurrido con todos los dem¨¢s. As¨ª, se cuenta el caso de un chico de 15 a?os que dispar¨® contra el enemigo para no ser asesinado por sus jefes. "Herido en un pie, regres¨® al frente en cuanto se hubo curado". A otros menores les dec¨ªan que pod¨ªan violar a las mujeres enemigas y saquear sus casas. Una ni?a de 13 a?os, raptada, vio morir a tres chicos y a otra muchacha en uno de los ataques. Y un chico tuvo que atarle los genitales con un alambre a un prisionero, que luego pereci¨®. Una tercera parte de los ni?os soldados del Congo se quedaron sin padres, amigos y escuela. En un pa¨ªs devastado, otros que lograron huir acabaron regresando a la milicia, que les explotaba para poder comer.
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