"Sin patentes no habr¨¢ medicinas nuevas para ricos ni para pobres"
"Sin patentes no hay innovaci¨®n ni habr¨¢ medicamentos nuevos ni para ricos ni para pobres". Humberto Arn¨¦s, director de Farmaindustria, la patronal de los laboratorios, lo tiene claro: "En un mundo donde impera la econom¨ªa de mercado, y la libre competencia es uno de sus pilares, la ¨²nica excepci¨®n son las patentes. A ellas se supedita el progreso cient¨ªfico-t¨¦cnico", afirma como muestra de la importancia que para el sector tiene la protecci¨®n intelectual.
El sistema actual -en los pa¨ªses que tienen patentes, un requisito de la Organizaci¨®n Mundial de Comercio- es un "equilibrio" al que ha llegado la sociedad, explica Arn¨¦s. Por un lado, la necesidad de que los productos sean accesibles, pero, por otro, que a las empresas les compense invertir en desarrollar nuevos medicamentos.
Los laboratorios tienen diez a?os para recuperar la inversi¨®n, seg¨²n Farmaindustria
Fruto de ese equilibrio es la actual reglamentaci¨®n, que concede durante 20 a?os la exclusividad a la empresa que descubre una mol¨¦cula nueva.
Pero ese tiempo no es el de explotaci¨®n comercial. Desde que se patenta un nuevo principio activo hasta que ¨¦ste pasa todos los ensayos pasa una media de 10 a?os (¨²ltimamente, ya 11), indica Arn¨¦s. En los 10 a?os siguientes es cuando el laboratorio tiene que recuperar la inversi¨®n realizada, afirma, porque despu¨¦s es cuando pueden entrar los gen¨¦ricos en el mercado.
Pero s¨®lo tres de cada 10 nuevos productos consiguen amortizar el gasto que se dedica a su desarrollo (unos 700 millones de euros de media), porque "enseguida aparecen los llamados seguidores, medicamentos de la misma familia que ofrecen alguna ligera mejor¨ªa y se llevan el mercado", explica Arn¨¦s.
Por eso, para los laboratorios es importante que se pueda patentar no s¨®lo la mol¨¦cula original, sino lo que llaman "innovaciones incrementales". ?stas consisten en peque?as mejoras, como eliminar alg¨²n efecto secundario, facilitar la administraci¨®n (de inyectado a ingerido, por ejemplo). Con ellas, el laboratorio consigue alargar la patente, y recupera mayor parte de la inversi¨®n.
La situaci¨®n es peor en los pa¨ªses en los que no existe reglamentaci¨®n de patentes, o es menor en aquellos que la han implantado hace poco, porque "en el periodo de transici¨®n puede pasar de todo", afirma Arn¨¦s, y pone dos ejemplos: la situaci¨®n en Espa?a, donde hasta 2012 no estar¨¢n todos los productos protegidos -por eso Farmaindustria, la patronal farmac¨¦utica, afirma que la entrada de gen¨¦ricos en el mercado debe regularse m¨¢s, ya que pueden entrar antes que en Europa- y en India, donde el plazo durar¨¢ hasta 2015.
Sin entrar en el caso concreto de Novartis y su pleito con el Gobierno indio por el Glivec (un medicamento anticancer¨ªgeno del que existen varias copias en el subcontinente asi¨¢tico), Arn¨¦s rechaza que haya un conflicto entre las patentes y la protecci¨®n de la salud. "?se es un debate falso", afirma tajante. "El problema no es el precio de los medicamentos. El aut¨¦ntico problema es de infraestructuras, de falta de canales adecuados, de m¨¦dicos para prescribirlos", opina.
Adem¨¢s, el mercado farmac¨¦utico en los pa¨ªses pobres representa menos del 5% del total, por lo que las grandes compa?¨ªas no tienen inconveniente en regalar o vender a precio de coste sus f¨¢rmacos, dice Arn¨¦s. De hecho, todos los grandes laboratorios tienen programas de acceso. "Algunos dedican hasta un 2% de sus ingresos, casi el triple del famoso 0,7% que se pide a los Estados para ayuda al desarrollo", pone como ejemplo.
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