La marcha de Pamuk
Orhan Pamuk se marcha de Turqu¨ªa. El escritor adopta esta decisi¨®n tras una larga campa?a de descalificaciones, citaciones judiciales y amenazas que no cesaron, sino todo lo contrario, tras obtener el premio Nobel. Las corrientes ultranacionalistas del pa¨ªs, con un peso importante en la pol¨ªtica, la administraci¨®n p¨²blica y la justicia, le consideran un traidor a "la identidad del pueblo turco" desde que se refiri¨® al genocidio armenio de 1915 y admiti¨® la existencia del problema kurdo, compartido con pa¨ªses como Ir¨¢n e Irak. Hace dos semanas, esa misma acusaci¨®n le cost¨® la vida al periodista de origen armenio Hrant Dink. Su asesino fue identificado y detenido por la polic¨ªa a los pocos d¨ªas de cometer el crimen, pero las im¨¢genes de su arresto, difundidas por televisi¨®n, no dejaron lugar a dudas sobre la simpat¨ªa de los agentes hacia el asesino. ?ste tuvo ocasi¨®n, incluso, de proferir amenazas p¨²blicas contra Pamuk.
La marcha del escritor supone un grave contratiempo para el Gobierno de Erdogan y m¨¢s en concreto para su prop¨®sito de integrarse en la Uni¨®n Europea, un objetivo que, parad¨®jicamente, Pamuk siempre ha compartido. Pero este caso remite, adem¨¢s, a un fen¨®meno que empieza a extenderse de manera inquietante, y que consiste en la persecuci¨®n de quienes expresan opiniones inc¨®modas, distintas o minoritarias, con independencia de su acierto o de su error. Cada vez son m¨¢s los escritores, artistas, periodistas o acad¨¦micos que en Europa y fuera de Europa tienen que desplazarse protegidos por escoltas, en raz¨®n de unas amenazas que s¨®lo tienen como causa lo que dicen o escriben, es decir, el ejercicio de su libertad de expresi¨®n.
Erdogan adopt¨® medidas disciplinarias inmediatas contra los agentes que dieron un trato de favor al asesino de Dink. Pero nada tiene de extra?o que, a la vista de las escenas televisadas, el premio Nobel haya perdido la confianza en las fuerzas del orden que deb¨ªan protegerlo y, en consecuencia, haya optado por un extra?amiento voluntario. Estambul, escenario y ra¨ªz de su obra, y toda Turqu¨ªa, se han convertido en lugares peligrosos para su vida.
En cualquier caso, conviene no confundir los m¨²ltiples planos en los que tiene efectos la marcha de Pamuk, y en particular el que tiene que ver con Europa y Turqu¨ªa. Exigir que Ankara reconozca el genocidio armenio como condici¨®n para el ingreso de Turqu¨ªa en la Uni¨®n es un error, entre otras razones porque a nadie se le ocurrir¨ªa que hiciese otro tanto con el problema kurdo. No es la verdad hist¨®rica lo que Europa le deber¨ªa reclamar a Turqu¨ªa; es la libertad de expresi¨®n. Esto es, la posibilidad de que los turcos puedan enjuiciar el pasado de su pa¨ªs sin arrostrar el riesgo de tener que abandonarlo, como ha tenido que hacer su m¨¢s grande escritor contempor¨¢neo.
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