Juego de espejos en el Prado
El alem¨¢n Thomas Struth realiza la primera instalaci¨®n fotogr¨¢fica dentro de la pinacoteca
La c¨¢mara montada sobre un gran tr¨ªpode con la que trabaja Thomas Struth (Geldern, Alemania, 1954) no intimida, ni se esconde. Sus fotos, instaladas desde ayer y hasta el 25 de marzo en las salas del Museo del Prado, tampoco. Once grandes reproducciones en brillo se funden y enfrentan a las obras maestras del museo en el edificio de Villanueva. Otras 15 esperan la puesta a punto de las nuevas salas dise?adas por Rafael Moneo, para completar el recorrido de Making time, t¨ªtulo de la instalaci¨®n de Struth.
Arte sobre arte, sus fotos -las primeras que penden de estas paredes en la historia de la pinacoteca- gui?an un ojo al visitante y reflexionan acerca de los museos, su p¨²blico y sus obras, con un sutil juego de espejos. "Se escudri?an, los de un lado y los del otro, en un infinito intercambio de papeles, porque ninguna posici¨®n es segura", escribe la catedr¨¢tica Estrella de Diego en el cat¨¢logo de Making time (Turner).
"Ense?a a los visitantes lo que sabes sobre museos", recuerda Struth que le propuso el director del Prado, Miguel Zugaza. Durante meses, el fot¨®grafo logr¨® integrarse y disparar a los visitantes de la pinacoteca, como ya lo hiciera con los de la National Gallery de Londres, el Art Institute de Chicago, el Louvre parisiense o el Museo de Arte de Tokio.
Las 11 fotos distribuidas en las salas de Villanueva reconstruyen aquellos viajes e incorporan tres nuevas im¨¢genes tomadas en Madrid. Con vaqueros y deportivas, Struth mira a los visitantes que retrat¨® mientras observaban La grande jatte, de Seurat, en Chicago y habla acerca de "la cadena del tiempo que funde pasado, presente y futuro". De eso trata su Making time -haciendo tiempo, literalmente-. "Los primeros espectadores de estos cuadros se parec¨ªan mucho a nosotros. Todas las obras son fruto de unas circunstancias contempor¨¢neas. No est¨¢n muertas. Esto es un experimento que trata de establecer puentes temporales".
El fot¨®grafo mira a un ¨¢ngel lloroso y se detiene en la pena que expresa su rostro. "A lo mejor ¨¦ste es el detalle con el que uno deber¨ªa quedarse. Hay que buscar lo que te gusta, sin tener que ajustarse a un canon. As¨ª es como se vuelve a la historia, como se conecta con Fra Angelico". Struth carga contra las cartelas que ponen nombre y autor a los lienzos, que determinan la forma de mirar: "Condicionan la visita. La mayor¨ªa de los espectadores no son expertos. A veces se sienten intimidados".
Con su instalaci¨®n ha tocado otro de los temas que m¨¢s le interesan: la disposici¨®n de los cuadros en las salas. "La narrativa museogr¨¢fica no es visual se ajusta a otros criterios, al canon de los expertos", afirma. En su foto del cuadro de Veronese de la Academia de Florencia recupera el aire del lienzo en torno al que se arremolinan los visitantes: "La foto imita la narrativa del cuadro, su esp¨ªritu festivo, algo que se pierde totalmente en la visita f¨ªsica a la sala donde se exhibe".
Struth sostiene que lo suyo es una b¨²squeda. "Las obras de arte tienen un contenido sellado y cuando hay demasiadas se necesita encontrar un sentido. Se trata de ver c¨®mo hablan los cuadros entre s¨ª y con el visitante. Ahora comprendo las dificultades que tienen los museos". Movido por esta idea, seleccion¨® las fotos de su instalaci¨®n "intentando sumar" y establecer conexiones. As¨ª, Los fusilamientos del 3 de mayo, de Goya, se enfrenta con La libertad guiando al pueblo, de Delacroix, expuesta en el Museo de Arte de Tokio. "Aquello parec¨ªa un teatro. Es una expresi¨®n simb¨®lica que limita la transgresi¨®n entre culturas. Aquel cuadro all¨ª, parec¨ªa un alien", recuerda.
El peque?o grupo de visitantes que fotografi¨® frente a Las hilanderas le recuerda a "un Greco explicando Vel¨¢zquez a la Sagrada Familia". La soltura con la que el p¨²blico se mueve ante Las meninas le hace pensar que es "el cuarto de estar de los espa?oles".
Mientras tanto, los t¨¦cnicos trajinan con sus ¨²ltimas obras, los "frisos de visitantes" del Prado, del Hermitage y de la Academia que estrenar¨¢n las nuevas paredes. Ah¨ª est¨¢n las c¨¢maras de los turistas -"sacan fotos de los cuadros igual que el hombre antiguo cazaba"-, las chancletas, las bermudas y tambi¨¦n las caras de asombro, cansancio y estupefacci¨®n. "Est¨¢n enfrentados a la historia. No se trata de un concierto de Madonna o un partido del Real Madrid. El fin aqu¨ª no est¨¢ definido. Hay un potencial de miedo en esta visi¨®n pan¨®ptica". Struth no se resiste. El juego contin¨²a, en la calle fotograf¨ªa el cartel de su exposici¨®n con su m¨®vil.
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