A los familiares de Miguel ?ngel Blanco
El d¨ªa que asesinaron a Miguel ?ngel yo me encontraba de vacaciones en mi pueblo natal, Molinos, en la provincia de Teruel, y estaba ayudando a mi hermano en las labores de la cosecha del cereal. Recuerdo que, a eso de media tarde, o quiz¨¢ algo antes, yo iba conduciendo la cosechadora, una vieja m¨¢quina que no llevaba cabina, mientras mi hermano descansaba. Nos altern¨¢bamos cada cierto tiempo llevando la m¨¢quina para poder descansar. Francisco, mi hermano, estaba como digo descansando a la sombra de un hermoso pino que hab¨ªa a la orilla del campo en el que est¨¢bamos trabajando escuchando un radiotransistor.
Volv¨ªa yo con la m¨¢quina en uno de los remos, en direcci¨®n a donde se encontraba mi hermano, cuando vi que ¨¦l se levantaba y hac¨ªa unos gestos como si quisiera aporrear la tierra. Es una imagen que no olvidar¨¦. A medida que me acercabam, me daba cuenta de que su rostro estaba m¨¢s desencajado y, por fin, entre sus gestos y los movimientos de su boca, pude entender: "Se lo han cargado".
No detuve la cosechadora mientras Francisco continuaba con sus gestos de rabia y de impotencia porque me daba verg¨¹enza que mi hermano viera las l¨¢grimas que no pod¨ªa evitar que manaran de mis ojos mientras golpeaba con todas mis fuerzas el volante de la m¨¢quina gritando in¨²tilmente "pero ?por qu¨¦?, ?por qu¨¦?".
Han pasado ya unos a?os, y cuando ahora os he visto signific¨¢ndoos, como lo hab¨¦is hecho, en una manifestaci¨®n en la que en vez de gritar contra ETA, que fue la que asesin¨® a Miguel ?ngel, se ha gritado -vosotros sabr¨¦is por qu¨¦- contra un Gobierno y su presidente que est¨¢n intentando que nadie m¨¢s tenga que sufrir en sus carnes vuestra desgarradora vivencia...; cuando os he visto ah¨ª, me he arrepentido de todas y cada una de mis l¨¢grimas y cada uno de los golpes que casi destrozaron mis manos. Segundos despu¨¦s, no. Miguel ?ngel (no lo conoc¨ªa) seguro que se los merec¨ªa. Vosotros..., no.
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