"Macbeth' es la gran obra criminal de la historia"
Henning Mankell (Estocolmo, 1948), creador de Kurt Wallander, ha vendido 25 millones de libros publicados en 35 lenguas, y se le puede se?alar como uno de los responsables del auge de la novela negra en Europa. Este sueco que vive parte del a?o en Mozambique confiesa que el teatro es su pasi¨®n primera y que siempre quiso ser escritor. "Nunca pens¨¦ que escribir¨ªa novelas policiacas"
En estos momentos se representan en Europa entre diez y quince montajes de sus obras m¨¢s recientes
El dramaturgo y narrador trabaja en el teatro Avenida de Maputo por amor al arte y a la cultura
Pocas veces he tenido la ocasi¨®n de encontrarme ante un hombre entero, mod¨¦lico. A diferencia de la mayor¨ªa de escritores, Henning Mankell no se pavonea ni se empe?a en caer bien. Con lo cual, por supuesto, cae estupendamente. Habla lo justo, sin florilegios, pero no reh¨²ye ninguna pregunta. En un western ser¨ªa el m¨¦dico del pueblo convertido en sheriff. Tampoco cuesta imaginarle con las cualidades del inspector Wallander, su h¨¦roe de ficci¨®n: esfuerzo, perseverancia, coraje. "Siempre quise ser escritor, pero nunca pens¨¦ que escribir¨ªa novelas policiacas. Me encontr¨¦ haci¨¦ndolo, eso es todo". Ha venido a Barcelona para recoger el premio Carvalho, pero detesta la vida social. "No soporto esas cenas que duran tres horas ni esas reuniones en las que todo el mundo est¨¢ de pie hablando de nada con mucha gente". Prefiere quedarse en el hotel, leyendo, trabajando, o pasear con su mujer, Eva Bergman, la hija del gran Ingmar.
Su extraordinario ciclo novelesco lleva el subt¨ªtulo, muy bergmaniano, de Novelas sobre el desasosiego sueco. Ha vendido 25 millones de libros, publicados en 35 lenguas. Podr¨ªa haberse retirado a su granja de Harjedalen (Suecia), pero pasa la mitad del a?o en Mozambique, un pa¨ªs en la ruina, con una temperatura media de 38 grados, dirigiendo el teatro Avenida, en Maputo, y la editorial Leopard Publishing House, para dar a conocer autores africanos.
Comenz¨® a escribir a los seis a?os. Su madre abandon¨® a la familia cuando Mankell a¨²n no hab¨ªa cumplido los 10. A los 16 dej¨® la escuela y se embarc¨® en un mercante. Vivi¨® un a?o en Par¨ªs, donde trabaj¨® en un taller de instrumentos musicales. Volvi¨® a Suecia, decidido a convertirse en escritor, "pero comprend¨ª", dice, "que necesitar¨ªa bastante tiempo: no era lo bastante maduro para escribir un libro". Fue entonces cuando descubri¨® el teatro, "mi pasi¨®n primera, fundamental. Intu¨ªa que escribir y dirigir eran cosas muy parecidas. Ambas consisten en construir y ordenar mundos".
Convertido en actor
A los 19 a?os, sin propon¨¦rselo, se encontr¨® convertido en actor. "No era lo m¨ªo, desde luego. El director, muy valiente por cierto, me ofreci¨® escribir una obra. Y la escrib¨ª, en 1968. Se llamaba Feria popular. Era una pieza sat¨ªrica y provoc¨® un esc¨¢ndalo maravilloso. Un cr¨ªtico se enfad¨® tanto que acab¨® diciendo que yo llevaba unos zapatos horrendos. Pero dimos 100 representaciones".
Su madre se suicid¨® cuando Mankell acababa de cumplir los 20. No le pregunto nada. ?Para qu¨¦? Ese gran silencio est¨¢ en su interior. Un silencio lleno de palabras escritas, representadas, de actividad constante, de vida que en cualquier momento puede acabarse, como un portazo. La vida de Mankell tiene dos habitaciones. "En una escribo y estoy solo. La otra es m¨¢s grande, mejor iluminada, y est¨¢ llena de gente, los m¨ªos, con los que hago teatro".
Poca gente en Espa?a conoce su faceta de hombre de teatro, aunque, me dice, "visitamos Sevilla durante la Expo 92, con un montaje m¨ªo de Los bandidos de Schiller". En estos momentos se est¨¢n dando en Europa entre 10 y 15 montajes de sus obras m¨¢s recientes, como Up and down, en Londres, o Ant¨ªlopes, en Par¨ªs. Adora a Calder¨®n y a Lorca, "una de mis primeras fuentes de inspiraci¨®n", de quien mont¨® Bodas de sangre en Mozambique, "porque podr¨ªa ser perfectamente una historia africana". Brecht tambi¨¦n ha sido muy importante para ¨¦l. Y, por encima de todo, Shakespeare, siempre. Mankell afirma que Macbeth es "la mejor obra criminal de la historia", pero nunca se ha atrevido a montarla. "Temo no hacerlo bien, estropear esa maravilla, aunque mi aut¨¦ntica favorita es El sue?o de una noche de verano. Lo tiene todo, absolutamente todo. Es como escuchar a Mozart y a Bach trabajando juntos".
Durante un tiempo, Mankell dirigi¨® el Kronobersteatern de Vaxjo, en el que s¨®lo programaba obras suecas. "Fue un gran ¨¦xito, pero comet¨ª el peor error de mi vida: ser director y gestor al mismo tiempo. Una cat¨¢strofe total. Durante cuatro a?os no pude escribir una l¨ªnea". Hasta que volvi¨® a ?frica, con la que so?aba desde ni?o, "cuando le¨ªa los grandes viajes de los exploradores victorianos". Viaj¨® a Guinea-Bissau a los 24 a?os, "para airear mi cabeza". A finales de los a?os setenta se instal¨® en Zambia con su primera mujer, una enfermera. "Un d¨ªa me llam¨® Manuela Sueiro, la directora del teatro Avenida. Mozambique acababa de conseguir la independencia y ella se puso al frente del teatro Avenida con un grupo de actores y actrices j¨®venes llamado Mutumbela Gogo. Viaj¨¦ a Maputo y me propusieron trabajar juntos. No pude volver a Luanda porque no hab¨ªa vuelos hasta la semana siguiente. Aquella semana en Maputo ha durado 25 a?os. Deber¨ªa enviar una carta de agradecimiento a las l¨ªneas ¨¢reas de Angola".
Amor al arte
Mankell trabaja en el teatro Avenida por amor al arte. Y a la cultura: "Mozambique es un pa¨ªs extraordinariamente pobre. Un 70% de la poblaci¨®n no sabe leer ni escribir, por lo que el teatro tiene una important¨ªsima tarea que desempe?ar, de la que me siento orgulloso. El Gobierno no puede subvencionarnos, porque est¨¢ en bancarrota, de modo que nos financiamos con la venta de entradas. Viene gente de toda ?frica a vernos. Yo contribuyo todo lo que puedo. La gente habla del Avenida como si fuera m¨ªo, pero formo parte de un grupo. Somos 30 o 40 personas, yo soy el director art¨ªstico, y Manuela es nuestra jefa".
Su l¨ªnea teatral es muy clara: "No podemos permitirnos experimentos formales. Nuestro p¨²blico quiere historias poderosas y bien contadas. Tenemos un repertorio muy amplio. Cl¨¢sicos como La buena persona de Sezuan, de Brecht; Woyzeck, de Buchner; Bodas de sangre. He escrito musicales: As teias de Maputo, con canciones de Celso Paco. Teatro infantil, adaptaciones de relatos orales, o mis propias obras. La ¨²ltima, que estrenamos el pasado noviembre, se llama Las hijas de Nora. La escrib¨ª para conmemorar el centenario de Ibsen y los 25 a?os de Mutumbela Gogo. Somos, en cierto modo, embajadores de Mozambique en Europa".
Mankell colabora con su mujer, Eva, directora del Backa Teater, de Gotemburgo, con el que suelen intercambiar espect¨¢culos, y pasa largas veladas con Ingmar Bergman, "un icono para toda mi generaci¨®n: nos ha influido a todos. Tengo una relaci¨®n muy ¨ªntima con ¨¦l. Hablamos mucho, especialmente de m¨²sica. No es frecuente que tu suegro sea una persona tan estimulante". En Mozambique, los seis meses restantes, lleva "una vida muy normal: la agitaci¨®n est¨¢ dentro de mi cabeza". Vive en un piso muy peque?o, en el centro de Maputo. "Me levanto pronto para poder escribir un promedio de cuatro p¨¢ginas diarias y por la tarde trabajo en el teatro. Por las noches ceno con mis compa?eros o me quedo en casa leyendo. Para m¨ª es una vida perfecta. No conozco nada m¨¢s divertido ni m¨¢s apasionante. Lo ¨²nico que lamento es que el d¨ªa no tenga 25 horas".
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