Un menor, acusado del crimen de Catania
Tiene 17 a?os, juega al rugby, es hijo de un obrero industrial y un ama de casa y carece de antecedentes penales. Esto es lo que se sabe de A. S., un muchacho de Catania al que la polic¨ªa acusa del homicidio del inspector Filippo Raciti. Fue detenido el martes bajo la acusaci¨®n provisional de violencia y resistencia a la autoridad, aunque ya entonces se le consideraba el responsable de una agresi¨®n que ha sacudido Italia y ha dejado el calcio al borde del abismo. Le incriminaban las c¨¢maras de televisi¨®n, pero las im¨¢genes eran demasiado borrosas como para constituir una certeza.
El momento decisivo lleg¨® ayer. A. N. fue conducido a una sala en la que hab¨ªa otros detenidos, todos menores. Cuando los polic¨ªas se marcharon, uno de ellos le pregunt¨® a A. N. si estaba implicado en la muerte de Raciti. Una c¨¢mara oculta capt¨® el asentimiento con la cabeza y el movimiento labial de A. N.: "S¨ª, fui yo".
El joven, sin embargo, sigui¨® proclamando su inocencia en un interrogatorio posterior. Cuando sus padres pudieron visitarle, se abraz¨® llorando a la madre: "Mam¨¢, te juro que no fui yo, te lo juro", dijo. El abogado de A. N., Giuseppe Lipera, explic¨® que su cliente rechazaba las acusaciones. Los padres, por su parte, aseguraron que la polic¨ªa estaba cometiendo "un terrible error".
La investigaci¨®n segu¨ªa en marcha, ya que A. N. era acusado de homicidio voluntario "en compa?¨ªa de otros, por el momento desconocidos". El menor fue identificado por unas im¨¢genes en las que se le ve¨ªa golpeando a Raciti con el soporte de un lavabo arrancado de unos servicios del estadio. A. N., o la persona filmada, llevaba el rostro cubierto. Luego se ve¨ªa al mismo joven intercambiando su jersey con el de otra persona y poni¨¦ndose al rev¨¦s la nueva prenda, se supone que para evitar ser reconocido.
Las im¨¢genes parec¨ªan indicar que los golpes asestados con el lavabo hab¨ªan reventado el bazo y da?ado el h¨ªgado del inspector, hiri¨¦ndole mortalmente. El polic¨ªa, tras unos instantes de dolor, regres¨® a su autom¨®vil. Media hora despu¨¦s sufri¨® el impacto de un petardo y, debido a su estado, no pudo escapar de las emanaciones de la explosi¨®n, que le da?aron los pulmones de forma irreversible. Muri¨® al cabo de una hora.
La polic¨ªa siciliana contaba con el testimonio de un detenido dispuesto a delatar a sus compa?eros por clemencia. El confidente dio numerosos nombres, entre ellos el de Alan di Stefano, uno de los principales dirigentes de la ultraderechista Forza Nuova en Sicilia.
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