Pijama, orinal y padrenuestro
Mientras dorm¨ªa bajo la mantita de cuadros y abrazadita al mando a distancia, me iba enterando de lo que se cuece en las c¨¢rceles, que han pasado a ser el gran asunto de la cr¨®nica rosa
TENGO UNA AMIGA inocentona que no se entera de nada, no le suenan los nombres de los personajes rosa y ralentiza las conversaciones porque hay que parar a cada momento para explicarle, por ejemplo, qui¨¦n es Derek, cu¨¢les son sus atributos, c¨®mo se llamaban las tres ¨²ltimas novias de Rodr¨ªguez Men¨¦ndez o qu¨¦ significa la expresi¨®n "dientes, dientes". Tengo otro amigo que me llama a la hora de la siesta, me reprende por tener la tele puesta y me dice que contribuyo, con el simple acto de apretar el bot¨®n del mando y ver ciertos execrables espect¨¢culos, a perpetuar su existencia nauseabunda. ?Vaya! Tengo otro amigo que es amigo de un l¨ªder de Izquierda Unida, y este l¨ªder le ha dicho que ya no lee a ciertos escritores porque tienen una deriva... Aclaro: cuando actualmente dices de alguien que "tiene una deriva..." (y se dejan puntos suspensivos) es que est¨¢s describiendo a alguien que ya no piensa como t¨² y como tus amigos, y que no escribe lo que t¨² y tus amigos quisierais leer, y que, por tanto, hay que hacerle el vac¨ªo. Tener una deriva, en nuestros d¨ªas, es una cosa muy tremenda. Esa actitud se encuentra en ambos lados; me recuerda a la de algunas personas de la derecha que boicotean a cierto director de cine espa?ol o a ciertos actores. "Aunque me cueste trabajo, no ir¨¦", le¨ª el otro d¨ªa a cierta columnista que presentaba el boicot a un espect¨¢culo como un sacrificio ideol¨®gico. Se ve que a la mujer, en el fondo, lo que m¨¢s le apetec¨ªa en el mundo era meterse en el cine a ver Volver, pero se conten¨ªa. Qu¨¦ bonita es la contenci¨®n. Siempre es de admirar que existan personas tan contumaces, con los principios tan claros. Claro que, por otra parte, es f¨¢cil tener claros los principios cuando ni lees, ni ves, ni escuchas nada que pueda contaminar tu pensamiento, que al parecer es una cosa sagrada que hay que mantener en estado puro. Siento franca admiraci¨®n hacia esas personas que muestran su incontaminaci¨®n de forma tan orgullosa. Es chocante, claro, que sean personas que se dedican a la pol¨ªtica o la informaci¨®n porque parece que con el sueldo va incluida la curiosidad necesaria para ver hasta aquello que te desagrada; pero, en fin, mantengamos gordas nuestras ideolog¨ªas, que en Espa?a equivale a decir: manteng¨¢monos fieles a lo que predique el partido que votamos. Dicho esto, me declaro botarate. Uno de esos botarates que a diario hacen burla a sus principios m¨¢s sagrados y ven hasta lo que no debieran ver. Me duermo la siesta con la tele. No soy la ¨²nica. En el pa¨ªs de la siesta, la tele es como la dormidina o el so?odor. Es pat¨¦tico, pero hay que afrontarlo. En mi cerebro, que se encuentra en ese estado semiinconsciente que yo calificar¨ªa "de mand¨ªbula ca¨ªda", van entrando informaciones que no me han de servir para nada en la vida, pero que, no s¨¦ por qu¨¦ estrategia mental prodigiosa, se adhieren a mis neuronas como el supergl¨². A d¨ªa de hoy podr¨ªa ganar un trivial pursuit de Conocimiento Innecesario. En estos d¨ªas, por ejemplo, mientras dorm¨ªa bajo la mantita de cuadros y bien abrazadita al mando a distancia, me iba enterando de lo que se cuece en las c¨¢rceles espa?olas, que han pasado a ser de pronto el gran asunto de la cr¨®nica rosa. Qu¨¦ tontos, pero qu¨¦ tontos ¨¦ramos, cuando pens¨¢bamos que, dado que verse privado de libertad era algo espantoso, los presos merec¨ªan algo de respeto. Ahora hay que tom¨¢rselos a cachondeo porque es para mearse de la risa. Escucho al presentador decir: "Al pobre Juli¨¢n Mu?oz, la mantita de la c¨¢rcel no le cubre los pies", y con una risa maliciosilla rubrica su ocurrencia. Me mondo. Luego nos enteramos de que dicho recluso ha adelgazado y fuma porros en compa?¨ªa de otros. Pues que lo disfrute. Tambi¨¦n presenciamos otra entrevista con un preso de la c¨¢rcel de Farruquito. El recluso, en su minuto de gloria, dice que al bailaor los funcionarios le consienten todo, que recibe quince llamadas diarias al m¨®vil. ?Quince! Sigue, sigue la ronda de presos. De Rodr¨ªguez Men¨¦ndez cuentan que le tienen amenazado, que le quieren abrir la cabeza, y a todo esto a?ade un contertulio que se ve que no acab¨® el graduado escolar: "Dicen que echan su ropa a lavar con la de otros reclusos que tienen esa enfermedad...". El contertulio, que cree que el VIH se contagia en la lavadora. Por Dios, visto el nivel de comunicaci¨®n que tienen los medios con el mundo penitenciario cabe preguntarse c¨®mo no fueron los del Tomate en vez del rotativo The Times quienes se ganaron la exclusiva. O a lo mejor es que los chistes sobre los presos comunes son infinitamente m¨¢s graciosos. D¨®nde va a parar. El caso es que yo, esta botarate, que faltando a sus principios ve a diario lo que no debe, lee art¨ªculos que no le gustan y aprende hasta de personas que detesta, me qued¨¦ pegada a la tele viendo lo que se llam¨® "el seguimiento" de la noticia triste de la semana. El abrumador, excesivo, morboso, repetido seguimiento de una muerte especialmente cargada de notas tr¨¢gicas. Y claro, despu¨¦s de haber vivido en mis siestas de d¨ªas anteriores tanta maldad verbal, tanta gracieta mezquina hacia personajillos de poco fuste, me preguntaba, en mi duermevela, en mi momento pat¨¦tico de mantita, mando y sof¨¢ (una variante de aquellas siestas de "pijama, orinal y padrenuestro" de Don Camilo), si no es ofensiva la bondad hacia los muertos cuando se es tan cabroncete con los vivos, si no chirr¨ªa ese tono misericordioso cuando s¨®lo se practica con quien est¨¢ por encima. Esta piedad tan poco democr¨¢tica ya la describi¨® Proust, que sin ver la tele ya lo sab¨ªa todo del coraz¨®n.
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