Bush y la guerra, Ir¨¢n y la bomba
El mundo ser¨¢ un lugar m¨¢s peligroso, tanto si hay una opci¨®n militar como si no
Se necesita un plan A y un plan B, pero no hay que contar con que vayan a funcionar
No debemos bombardear Ir¨¢n para impedir que Ir¨¢n obtenga la bomba. Las consecuencias ser¨ªan desastrosas, resultar¨ªa peor la cura que la enfermedad
Teher¨¢n est¨¢ tratando de acercarse a una posici¨®n tecnol¨®gica que le permita, si lo desea, enriquecer uranio al 90% y fabricar armas nucleares
A finales de mes cumple el plazo para que la ONU examine si Ir¨¢n ha cumplido la resoluci¨®n que exige suspender actividades de enriquecimiento o procesado
No debemos bombardear Ir¨¢n para impedir que Ir¨¢n obtenga la bomba. Las consecuencias ser¨ªan desastrosas. Despu¨¦s de Irak, cualquier acci¨®n militar de Estados Unidos o Israel contra este pa¨ªs musulm¨¢n chi¨ª, productor de petr¨®leo y potencia regional, convertir¨ªa el mundo en un lugar a¨²n m¨¢s peligroso. La cura ser¨ªa peor que la enfermedad. Esto es lo que dice un nuevo informe elaborado por una variopinta coalici¨®n de organizaciones brit¨¢nicas, y tiene raz¨®n. Pero decir eso no es suficiente. Colaborar con las mentes m¨¢s preclaras de Washington para evitar que Bush cometa ese error belicoso no es m¨¢s que el principio. Cualquiera que despu¨¦s de una tonificante tarde de manifestaci¨®n gritando: "Paremos la guerra" y "Paremos a Bush", vuelva a casa convencido de que ha hecho que el mundo sea un lugar m¨¢s seguro, tiene que reflexionar un poco.
Si no bombardeamos Ir¨¢n es muy posible que obtenga la bomba. Si Ir¨¢n obtiene la bomba, Arabia Saud¨ª, Egipto y otros pa¨ªses de Oriente Pr¨®ximo tendr¨¢n la tentaci¨®n de seguir sus pasos. Las ¨²ltimas barreras a la proliferaci¨®n nuclear, ya rotas por Corea del Norte, Pakist¨¢n, India e Israel, podr¨ªan venirse abajo r¨¢pidamente en la regi¨®n m¨¢s vol¨¢til del mundo. El peligro de que verdaderamente se utilicen las armas nucleares ser¨¢ mayor que en los a?os ochenta, cuando los movimientos pacifistas europeos se manifestaban contra los despliegues de misiles de estadounidenses y sovi¨¦ticos. La dimensi¨®n del conflicto nuclear posible ser¨ªa mucho menor que en el caso de un apocalipsis nuclear entre superpotencias, pero, precisamente por eso, habr¨ªa m¨¢s probabilidades de que un grupo terrorista o un l¨ªder desequilibrado decidiera correr el riesgo.
Por las pruebas disponibles, la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n est¨¢ tratando de acercarse a una posici¨®n tecnol¨®gica que le permita, si lo desea, pasar r¨¢pidamente al enriquecimiento de uranio al 90% y a la fabricaci¨®n de armas nucleares. El an¨¢lisis m¨¢s fiable del que disponemos indica que el ayatol¨¢ Jamenei, l¨ªder supremo del complejo r¨¦gimen revolucionario, no ha tomado a¨²n la decisi¨®n firme de obtener armas nucleares, y, aunque lo hubiera hecho, se tardar¨ªan varios a?os en llegar a ese punto. Pero Ir¨¢n est¨¢ haciendo algunas cosas que no pueden explicarse por el mero deseo de contar con la energ¨ªa nuclear civil a la que tiene derecho de acuerdo con el Tratado de No Proliferaci¨®n nuclear. Al parecer, ya ha instalado m¨¢s de 300 centrifugadoras -de las 3.000 previstas- en dos plantas de enriquecimiento de uranio en Natanz.
Lo verdaderamente importante es, pues, saber c¨®mo podemos impedir que Ir¨¢n contin¨²e por ese camino sin tener que recurrir al uso de la fuerza. Para ello hay que emplear presiones e incentivos. En 2003, cuando la Rep¨²blica Isl¨¢mica estaba en una posici¨®n de debilidad, con un precio del petr¨®leo bajo que estaba exprimiendo su presupuesto, y el inquietante espect¨¢culo de la ocupaci¨®n estadounidense de Irak ante sus puertas, estaba m¨¢s dispuesta a negociar la cuesti¨®n nuclear. El a?o pasado, cuando se sent¨ªa fuerte -el elevado precio del crudo alimentaba sus arcas, el presidente Ahmadineyad se encontraba en plena cresta de la ola populista e Ir¨¢n ten¨ªa m¨¢s influencia que Estados Unidos en la situaci¨®n pol¨ªtica de Irak-, rechaz¨® la mejor oferta que se le hab¨ªa hecho desde el final de la Administraci¨®n de Clinton.
Acaba el plazo de la ONU
Habr¨ªa bastado con suspender el enriquecimiento de uranio para que la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, se hubiera sentado a negociar con Ir¨¢n, algo que ning¨²n alto funcionario estadounidense hab¨ªa hecho desde la revoluci¨®n iran¨ª, hace casi 30 a?os. Las "propuestas de Viena" hechas el verano pasado por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y Alemania (P5 + 1), que tengo ante mis ojos mientras escribo estas l¨ªneas, inclu¨ªan apoyar la construcci¨®n en Ir¨¢n de reactores de agua ligera (apropiados para usos civiles, y no militares) y garantizar un suministro de combustible nuclear enriquecido en Rusia. Los incentivos pol¨ªticos y econ¨®micos eran m¨¢s vagos, pero entre ellos estaban respaldar la plena integraci¨®n de Ir¨¢n en la Organizaci¨®n Mundial de Comercio y un acuerdo comercial con la UE, adem¨¢s de posibles acuerdos de aviaci¨®n civil, alta tecnolog¨ªa y telecomunicaciones. Y esto no era m¨¢s que la oferta inicial. Despu¨¦s de varios regateos dignos de su gran bazar, Teher¨¢n dijo no. Tras una serie de complejas filigranas diplom¨¢ticas con Rusia y China, el Consejo de Seguridad de la ONU aprob¨® una resoluci¨®n, justo antes de Navidad, que impon¨ªa unas sanciones m¨ªnimas. A finales de este mes se cumplir¨¢ el plazo de 60 d¨ªas para que la ONU examine si Ir¨¢n ha cumplido o no la resoluci¨®n, que exige la suspensi¨®n de "todas las actividades relacionadas con el enriquecimiento y el reprocesado".
Si la cumple, podr¨¢n comenzar las negociaciones directas. Si no, proseguir¨¢n las negociaciones indirectas. En cualquier caso, nos hacen falta dos planes. El Plan A significa emplear todos los instrumentos pac¨ªficos a nuestra disposici¨®n para sacar al r¨¦gimen iran¨ª de su rumbo actual. Todav¨ªa no hemos probado la mitad de lo que podr¨ªamos hacer. En t¨¦rminos generales, EE UU tiene que ofrecer m¨¢s zanahorias y la UE tiene que blandir m¨¢s palos. Tal como recomiendan el informe de la Comisi¨®n Baker-Hamilton y numerosos expertos estadounidenses en pol¨ªtica exterior, EE UU debe iniciar negociaciones directas y bilaterales con Ir¨¢n, sin condiciones de ning¨²n tipo. Washington debe prepararse, a largo plazo, para proponer una "gran oferta" con la que restaure toda la panoplia de relaciones diplom¨¢ticas y econ¨®micas normales, siempre que Ir¨¢n renuncie a desarrollar armas nucleares y apoyar a terroristas. Tambi¨¦n es preciso establecer un sistema imparcial, supervisado por la ONU, de suministro de combustible nuclear para fines civiles.
Ahora bien, adem¨¢s de las zanahorias hacen falta palos. Si vamos a retirar de la mesa los palos militares, quedar¨¢n los econ¨®micos, y ¨¦sos est¨¢n en manos de los europeos. Debido a razones hist¨®ricas y a las sanciones bilaterales, EE UU tiene poco trato comercial con Ir¨¢n; Europa tiene mucho. Aunque nos parezca que, a largo plazo, las sanciones econ¨®micas son contraproducentes, Europa debe estar preparada para emplearlas como amenaza cre¨ªble. Dado que ya vivimos en un mundo multipolar, nos costar¨ªa mucho incorporar a esta l¨ªnea de acci¨®n a una China no democr¨¢tica y ¨¢vida de contar con el petr¨®leo iran¨ª y a una Rusia resentida; pero la responsabilidad empieza por nosotros.
Aparte de eso, tenemos que reconocer que Ir¨¢n posee un sistema complejo, ni mucho menos monol¨ªtico, y una sociedad joven y cr¨ªtica. Ahmadineyad no es Ir¨¢n. Con la bajada del precio del barril a unos 50 d¨®lares, el agotamiento de los cr¨¦ditos occidentales y las inversiones extranjeras, el aumento de la inflaci¨®n y las se?ales de Arabia Saud¨ª ante el incremento de las tensiones entre sun¨ªes y chi¨ªes en la regi¨®n, su Gobierno ya no est¨¢ tan en la cresta de la ola. En las elecciones locales del pasado diciembre, la lista de candidatos propugnada por Ahmadineyad con el maravilloso nombre de El agradable aroma del servicio, recibi¨® el castigo de los votantes desencantados. Antes de dar cualquier paso debemos preguntarnos: ?c¨®mo va a afectar a la din¨¢mica del r¨¦gimen y la sociedad? Necesitamos una diplomacia p¨²blica h¨¢bil, innovaciones medi¨¢ticas, como el nuevo servicio de televisi¨®n en lengua persa de la BBC, contactos personales y mil iniciativas m¨¢s para informar y abrir la sociedad iran¨ª. Europa no ha empezado a desarrollar todo su potencial en este asunto. Los efectos no se ver¨¢n hasta dentro de unos a?os, pero puede que pasen tambi¨¦n a?os antes de que Ir¨¢n est¨¦ verdaderamente cerca de fabricar armas nucleares.
Tomar medidas
?Y el Plan B? Si el Plan A fracasa, y no vamos a bombardear Ir¨¢n, el Plan B s¨®lo puede consistir en contenci¨®n y disuasi¨®n. Es preciso que a Ir¨¢n le salga muy caro probar, y mucho m¨¢s usar, un dispositivo nuclear. Tenemos que empezar ya a tomar todas las medidas posibles para evitar que detr¨¢s de una bomba iran¨ª haya en seguida una saud¨ª o una egipcia. Pero yo no me fiar¨ªa de que tampoco eso vaya a servir de algo. As¨ª que he aqu¨ª la situaci¨®n: si bombardeamos Ir¨¢n, el mundo ser¨¢ un lugar m¨¢s peligroso. Si Ir¨¢n obtiene la bomba, el mundo ser¨¢ un lugar m¨¢s peligroso. Conclusi¨®n: el mundo, seguramente, va a ser un lugar m¨¢s peligroso.
www.timothygartonash.com
Traducci¨®n de M. L. Rodr¨ªguez Tapia
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