Votar una soluci¨®n pactada
La lectura del libro de memorias de Moktar Ould Daddah, La Mauritanie contre vents et mar¨¦es (Karthala, 2003), es suficientemente ilustrativa de ciertos aspectos del tema saharaui que no est¨¢ de m¨¢s recordar en un momento en que cada uno de los actores se mantiene con sus posiciones congeladas: fundamentalismo refrendario apoyado en la legalidad internacional, frente a la insistencia obsesiva y simplista en la marroquinidad del territorio. Las f¨®rmulas de cierta autonom¨ªa para la antigua colonia de Espa?a siguen sin concretarse por parte de Marruecos y ninguna de las dos posiciones cree compatible el refer¨¦ndum con una soluci¨®n negociada.
El que fue presidente mauritano hasta su derrocamiento en 1978 nos confiesa en su libro que los Acuerdos de Madrid de partici¨®n del S¨¢hara Occidental no fueron m¨¢s que la concretizaci¨®n y la oficializaci¨®n de lo que secretamente acordaron los jefes de Estado de Marruecos y Mauritania en junio de 1972 y corroboraron en octubre de 1974 ante los mandatarios de los pa¨ªses ¨¢rabes en una cumbre, en ambos casos con la bendici¨®n y el apoyo del presidente Bumedi¨¢n, testigo de la r¨²brica. Aquel acuerdo secreto de 1972 preve¨ªa no s¨®lo una concertaci¨®n a tres en el tema sahariano, con el reparto del territorio entre sus vecinos del norte y el sur, sino un arreglo permanente del conflicto fronterizo argelo-marroqu¨ª, as¨ª como proyectos de cooperaci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica entre los tres pa¨ªses magreb¨ªes.
?Qu¨¦ impide celebrar el refer¨¦ndum tras negociaciones y acuerdos entre las partes?
Las razones por las que el acuerdo termin¨® poni¨¦ndose en pr¨¢ctica sin el benepl¨¢cito argelino no est¨¢n del todo dilucidadas. El ¨²nico general marroqu¨ª al corriente de dicho acuerdo secreto, el general Ufkir, protagoniz¨® dos meses despu¨¦s un golpe de Estado fallido contra su rey, dato que sin duda contribuy¨® a minar la confianza, nunca grande, entre Bumedi¨¢n y Hassan II. La Argelia revolucionaria, que siempre tuvo a gala ser la defensora de la liberaci¨®n de los pueblos, apoy¨® sin ambages al reci¨¦n nacido Frente Polisario en 1973 y opt¨® por una pol¨ªtica ambigua con la Espa?a franquista que pretendi¨® utilizar unos acuerdos sobre gas natural -punto de arranque de un enojoso contencioso que durar¨ªa m¨¢s de una d¨¦cada- para romper la alianza intermagreb¨ª a prop¨®sito del S¨¢hara. No olvidemos el silencio argelino ante los ¨²ltimos fusilamientos del franquismo en septiembre de 1975, para no turbar la decisi¨®n del gobierno de Arias Navarro que a¨²n no se hab¨ªa decantado definitivamente por la negociaci¨®n con Marruecos y Mauritania.
La poblaci¨®n saharaui import¨® poco en todas estas transacciones entre Estados. Cada uno de ellos manten¨ªa una relaci¨®n m¨¢s o menos estrecha con notables saharauis de su margen vecina y Argelia logr¨® hegemonizar al joven movimiento nacionalista que aspiraba a la independencia. Espa?a fracas¨® en su proyecto de crear un partido neocolonial que hubiera prolongado su dominio.
Lo dem¨¢s es bien conocido. El 10 de noviembre, Bumedi¨¢n se encuentra con Ould Daddah en Bechar, en un intento intimidador de impedirle firmar los acuerdos de Madrid, sin ¨¦xito. Cuatro d¨ªas m¨¢s tarde se firmaba la partici¨®n del S¨¢hara Occidental. Partici¨®n que durar¨ªa tan s¨®lo cuatro a?os escasos al abandonar la empresa una Mauritania impotente y asediada. El mismo l¨ªder del Polisario, El Uali, morir¨ªa en 1976 en un asalto armado a Nuakchott, sin que jam¨¢s se establecieran con exactitud las causas de su muerte.
Tres d¨¦cadas despu¨¦s, el embrollo del S¨¢hara sigue en pie. Las familias, separadas; los refugiados, en condiciones precarias, dependientes de la solidaridad internacional; los que quedaron en el territorio, viviendo un estado de excepci¨®n permanente. La descolonizaci¨®n sigue inconclusa, a la espera del refer¨¦ndum que no tuvo lugar. En todo este tiempo se ha afirmado una identidad y una cohesi¨®n nacional saharaui que no hab¨ªan madurado todav¨ªa en los primeros setenta. Buena parte se debe al Frente Polisario que actu¨® como catalizador de la conciencia nacional. Sin embargo, ser¨ªa abusivo considerarlo como "¨²nico y leg¨ªtimo" representante del pueblo saharaui, porque ya no quedan "¨²nicos y leg¨ªtimos" representantes de ning¨²n pueblo. En todo cuerpo, clase o pueblo hay tendencias, opiniones, corrientes. Las hubo en el S¨¢hara de 1975, con la escisi¨®n entre viejos chiujs acomodaticios a los poderes establecidos y j¨®venes rebeldes, como nos recordaba el propio El Uali en un art¨ªculo publicado en 1971 en la revista marroqu¨ª Anfass que dirig¨ªan Abdellatif Laabi y Abraham Serfaty. Las hubo en Tinduf, donde en 1988 surgi¨® una importante fractura ideol¨®gica que encamin¨® a muchos hacia Marruecos o el exilio. Y las hay en el territorio del S¨¢hara, donde una vez m¨¢s vuelve a haber acomodaticios y rebeldes.
Con todo, puede decirse que el pueblo saharaui ha ganado moralmente al expresar mayoritariamente su rechazo a una dominaci¨®n marroqu¨ª basada en la intimidaci¨®n y la represi¨®n. Y que Marruecos, al necesitar buscar esa salida auton¨®mica (que personalmente pienso que ayudar¨ªa a los saharauis a avanzar y a los marroqu¨ªes a democratizarse), ha perdido, debiendo admitir el fracaso de su anexi¨®n. Seguimos a la espera de que Marruecos ponga encima de la mesa ese proyecto auton¨®mico, que dice querer conciliar intereses de la poblaci¨®n saharaui representada en el CORCAS con el punto de vista, siempre chovinista, de sus partidos pol¨ªticos. ?Cuadratura del c¨ªrculo, dada la posici¨®n de ¨¦stos contraria a admitir la especificidad de la poblaci¨®n del S¨¢hara? Entretanto, adem¨¢s de la permanente demonizaci¨®n entre las partes en conflicto, lo que faltan son cauces de di¨¢logo entre saharauis para lograr una salida.
El problema saharaui es complejo y su soluci¨®n no puede encontrarse en un s¨ª o en un no expresado en una consulta sobre la adhesi¨®n a principios abstractos como "independencia" o "anexi¨®n a Marruecos". Cada posici¨®n debe razonarse, teniendo en cuenta naturalmente la historia de este conflicto, especialmente la del sufrimiento de los pueblos saharaui y marroqu¨ª, ambos v¨ªctimas del mismo. El refer¨¦ndum es ineludible. Pero ?qu¨¦ impide celebrarlo tras discusiones, razonamientos y negociaciones pol¨ªticas de las partes -Frente Polisario y Reino de Marruecos- que concluyan en un estatuto para un S¨¢hara democr¨¢tico ligado a Marruecos con v¨ªnculos pactados?
El refer¨¦ndum ser¨ªa as¨ª el del apoyo a ese "estatuto negociado por las dos partes, sin riesgo de ganar o perderlo todo", como expresaba Serfaty en su carta a Bouteflika del 8 de enero de 2000. Para ello es imprescindible, adem¨¢s, que los saharauis hablen entre s¨ª. Los de Tinduf, los de La Habana, los de El Aai¨²n o Dajla, los de Rabat, los de Madrid... Son ellos al fin y al cabo los que deben definir su destino y valorar las propuestas que le permitan llegar a ese estatuto. ?No ahorrar¨ªa este camino tiempo y sufrimiento?
Bernab¨¦ L¨®pez Garc¨ªa es catedr¨¢tico de Historia del Islam Contempor¨¢neo en la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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