Terra M¨ªtica
En 1998, en una de sus tempranas epifan¨ªas ante un manojo de micros, Eduardo Zaplana revel¨® que el problema de muchos pol¨ªticos valencianos era que carec¨ªan de visi¨®n global de la Comunidad Valenciana. Por el contrario, con un adem¨¢n casi cruzado entre Pericles y Lincoln, afirm¨® que ¨¦l cre¨ªa tenerla de verdad. Por eso estaba persuadido, en contra de los informes t¨¦cnicos que desaconsejaban el proyecto, de que Terra M¨ªtica era un revulsivo para el turismo. Sin embargo, a pesar de la solemnidad que emple¨® en la ex¨¦gesis, los acontecimientos no se dejaron intimidar y siguieron su propio curso. El parque tem¨¢tico, desde su inauguraci¨®n, ha descrito una secuencia ininterrumpida de p¨¦rdidas econ¨®micas que desemboc¨® en la suspensi¨®n de pagos. Incluso ha tenido que reconvertir alguna de sus ¨¢reas m¨¢s caras en zona de libre acceso, haci¨¦ndole la competencia al sector hostelero que ten¨ªa que dinamizar, para evitar el cierre. Zaplana convirti¨® los tiovivos en un asunto de Estado y llev¨® a las cajas de ahorros hasta la cumbre de su fantas¨ªa para despe?arlas como en la atracci¨®n del Vuelo del F¨¦nix. Pero esa calamidad, siendo excesiva, era s¨®lo epid¨¦rmica. No s¨®lo se trataba del fracaso de un visionario. Ha habido que esperar a que los espele¨®logos de la Agencia Tributaria levantaran las alcantarillas del parque para descubrir un subsuelo cavernoso y purulento mucho m¨¢s inquietante. La trama de facturas falsas por obras no realizadas valoradas en 10 millones de euros, con un fraude fiscal superior a los seis millones, aporta muchas sugerencias sobre el verdadero objeto de este proyecto sobre el que Zaplana ten¨ªa una visi¨®n global que escapaba al resto de pol¨ªticos valencianos: una perversa mara?a para lucros particulares. Los acontecimientos posteriores no han hecho sino extender e incrementar las sospechas. En esa l¨ªnea apunt¨® el empresario Jos¨¦ Herrero cuando desvel¨® en una grabaci¨®n que el contratista Vicente Conesa "se repart¨ªa la pasta con el se?or Zaplana". Y hacia ah¨ª se?ala el tufo de las diez firmas inexistentes utilizadas en la trama para hinchar los importes ilegales que acababa pagando la Sociedad Parque Tem¨¢tico de Alicante para evitar el esc¨¢ndalo. Hoy la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n se ha convertido en la principal atracci¨®n de Terra M¨ªtica y el sue?o de Zaplana es una pesadilla que adem¨¢s de proyectarse como su zona cero puede arrastrar al agujero a Francisco Camps.
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