De Texas
Calla y canta, as¨ª fue titulado el documental que cuenta el calvario de un grupo de chicas country, las Dixie Chicks, que tuvieron la audacia de proclamar en un concierto en Londres, al comienzo de la guerra de Irak, su verg¨¹enza por ser del mismo Estado del presidente Bush, Texas. Cuando volvieron a Estados Unidos fueron conscientes de que se hab¨ªan metido en el gran l¨ªo de su vida. Los fans de este tipo de m¨²sica suelen corresponder al sector m¨¢s reaccionario americano y en esta ocasi¨®n no decepcionaron: quemaron sus discos, las boicotearon en las emisoras de m¨²sica country y fueron f¨ªsicamente amenazadas. El objetivo era borrarlas para siempre. La virulencia contra el grupo iba cargada tambi¨¦n con una buena dosis de identitarismo, o de paletez, por ser claros: siendo el presidente tejano, ven¨ªa a considerarse como un insulto a un t¨ªo de tu pueblo, ese tipo de t¨ªo que a pesar de haber llegado a presidente conserva sus rasgos de autenticidad. Conviene recordar que parte del "encanto" que se le atribu¨ªa a Bush frente a Gore era la espontaneidad tejana de su discurso y sus andares: "A algunos les molesta", dijo alguna vez, "mi manera campechana de caminar". En un principio, las cantantes, abrumadas, decidieron pedir perd¨®n a sus fans, pero luego reafirmaron su derecho a la libertad de expresi¨®n. Como en las pel¨ªculas ¨¦picas en las que un individuo lucha contra el sistema, las Dixie Chicks se retiraron a hacer lo que mejor sab¨ªan, m¨²sica, y a pesar del boicot de "los suyos" consiguieron colocarse entre los m¨¢s vendidos. La cr¨ªtica asegura que el golpe ha mejorado su m¨²sica. La otra noche consiguieron alzarse con varios Grammys en una ceremonia que se convirti¨® en un canto a la libertad. Pero el apoyo de la industria musical carece de m¨¦rito en un momento en que la prensa publica a diario evidencias de la falsificaci¨®n de pruebas con las que Bush se carg¨® de razones para invadir Irak. Es una vieja historia que el mundo de los artistas, tan proclive a autodenominarse libre, brille por su ausencia cuando se trata de defender al compa?ero perseguido. Vieja historia que cruza fronteras e ideolog¨ªas. Siempre hay un colega que murmura: "?Y qui¨¦n le mand¨® meterse en l¨ªos?".
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