Carnaval
La pregunta habitual era qu¨¦ libro te llevar¨ªas a una isla desierta, pero imagino que ahora te dar¨ªan a elegir entre politonos o cosas por el estilo. Dej¨¦moslo en una pel¨ªcula. La que yo elegir¨ªa ser¨ªa una de Orson Welles, Campanadas a medianoche, en la que un viejo desdentado que acompa?a al desahuciado y vencido Falstaft repite una y otra vez, cuando el gordo Welles cuenta sus historias, una frase tan afilada como esta: "Sir John, las cosas que hemos visto". En Campanadas a medianoche, esa frase daba pie a un discurso desenga?ado de todo, destilado desde la necesidad de decir la verdad que s¨®lo resulta natural en labios de un moribundo.
"Sir John, las cosas que hemos visto". Por ejemplo, a la Iglesia queriendo gobernar el carnaval. El esc¨¢ndalo que tanto tiempo ha consumido en los informativos de Canal Sur a prop¨®sito del cura que quiere excomulgar a una comparsa por llamar por su nombre a la hostia y pint¨¢rsela en la cara, es un espeluznante ejemplo del retroceso de la libertad moral de la sociedad civil que estamos sufriendo en silencio. ?Nadie se ha dado cuenta del sinsentido que hay en el fondo de este acontecimiento aparentemente menor? Porque el trato era el siguiente: la Iglesia manda, impone sus aberraciones neur¨®ticas todos los d¨ªas y a todas las horas, calla ante esc¨¢ndalos may¨²sculos y se manifiesta en contra de los valores civiles, pero a cambio hay un d¨ªa del a?o, un solo d¨ªa, en el que la Iglesia tiene que aguantar que el mariquita se vista de obispo y la puta luzca una corona de virgen y a los dos el alba los salude con un beso de toda la creaci¨®n que los mande a dormir felices y sin remordimientos.
Pero nuestra sociedad ha experimentado un retroceso moral que habilita a los curas para intentar legislar sobre ese d¨ªa de carnaval que era s¨®lo nuestro. Se est¨¢ produciendo una inversi¨®n de la inversi¨®n carnavalesca. Todos los d¨ªas es carnaval, todos los d¨ªas los poderes de toda laya que tenemos encima nos acogotan con su disciplina inexorable y una intensidad que nos deforma y nos hace vivir y movernos como seres contrahechos. ?Qu¨¦ m¨¢s quieren? ?No somos ya lo suficientemente grotescos? ?C¨®mo no vamos a llamar a las cosas por su nombre, al menos un d¨ªa al a?o? ?O es que no son hostias las que nos dan?
En todas las pantallas ha comparecido Zaplana exigiendo que el nuevo ministro de Justicia explique qu¨¦ significa su afirmaci¨®n de que es de izquierdas. Este es el retroceso moral: un sujeto tan dudoso en todos los sentidos como Zaplana puede permitirse el lujo de hacer esa pregunta porque se siente habilitado para convertir la afirmaci¨®n de una posici¨®n ideol¨®gica de izquierdas en algo sospechoso de qui¨¦n sabe qu¨¦ atrocidades. Hemos pasado de una cultura democr¨¢tica en la que la gente de derechas ha sabido lucrarse de una generosa presunci¨®n de conciencia democr¨¢tica, a una posici¨®n de arrinconamiento de la conciencia libre y cr¨ªtica. No entiendo la equidistancia de los medios de comunicaci¨®n a la hora de hablar de todo esto: las hostias son las hostias, Zaplana es Zaplana y el carnaval que desnude la verdad de esta farsa tendr¨ªa que durar todo el a?o.
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