Mito futbol¨ªstico
Cualquier amante del deporte ha fantaseado con un momento as¨ª: unas pruebas abiertas (sin necesidad de curr¨ªculo previo) para formar parte de un equipo profesional, en este caso de f¨²tbol americano. Una quimera empresarial y deportiva (las colas a las puertas del Santiago Bernab¨¦u ser¨ªan interminables) que, sin embargo, los anales contemplan en la figura de un camarero de 30 a?os, en bancarrota econ¨®mica y personal, que consigui¨® entrar y jugar durante dos temporadas en los Filadelfia Eagles, de la NFL.
Una aventurilla deportiva seguramente impensable en cualquier cinematograf¨ªa del mundo, pero a la que Hollywood sabe sacar partido como nadie. Por en¨¦sima vez, el sue?o americano: nada menos que Invencible es su t¨ªtulo.
INVENCIBLE
Direcci¨®n: Ericson Core. Int¨¦rpretes: Mark Wahlberg, Greg Kinnear, Elizabeth Banks, Kevin Conway. G¨¦nero: drama deportivo. EE UU, 2006. Duraci¨®n: 105 minutos.
Antes de ver la pel¨ªcula, el cr¨ªtico ve el cartel e inmediatamente se echa a temblar. Un tipo con casco y gesto de rabia victoriosa amenaza con un par de horas en las que soportar interminables partidos de f¨²tbol americano, deporte del que, a pesar de los sucesivos intentos del cine de Hollywood, a¨²n no ha logrado aprender del todo las reglas. Sin embargo, comienza el presumible suplicio y la atm¨®sfera no es nada complaciente. Estamos en 1976 y el aroma del fracaso se huele en las cuatro esquinas del encuadre. La bruma desconsolada de la generaci¨®n de Vietnam acecha a un grupo de amigos que, cada noche, exhala penas mutuas en la barra de un bar que recuerda por su ambiente al de la serie de televisi¨®n Cheers. El f¨²tbol siempre est¨¢ presente en las conversaciones, pero Ericson Core se niega a mostrarlo m¨¢s de lo debido. De hecho, hasta el minuto 45 de Invencible no hay una secuencia completa de un partido profesional, y hasta la hora y cuarto no hay un encuentro en el que participe su protagonista. De modo que la historia, dirigida de forma harto elegante, basada en el elogio de la amistad y aderezada con una estupenda colecci¨®n de canciones de la ¨¦poca muy bien utilizadas (de Steele Dan a Carole King pasando por la Creedence Clearwater Revival), se hace m¨¢s que soportable hasta que, inevitablemente, en la media hora final, comienza el ascenso a los altares del camarero convertido en estrella. Y aqu¨ª s¨ª que hay partidos.
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