Vivir en un parque de atracciones
Tres novelas cortas del narrador argentino C¨¦sar Aira, en un solo volumen: Las curas milagrosas del Doctor Aira, Fragmentos de un diario en los Alpes y El Tilo. Tres exc¨¦ntricos juegos literarios en los que una visi¨®n surrealista del mundo se mezcla con la autoficci¨®n, la f¨¢bula y la memoria inventada.
LAS CURAS MILAGROSAS DEL DOCTOR AIRA
C¨¦sar Aira
Mondadori. Barcelona, 2007
239 p¨¢ginas. 14,60 euros
Desde la cubierta del volumen mira al lector un Doctor Aira pintado por George Grosz, pero a C¨¦sar Aira, el autor del Doctor Aira, le gusta Duchamp, y tambi¨¦n Max Ernst y Magritte, y los cien mil hijos de la vanguardia, que le han ense?ado que se puede hacer ficci¨®n con todo, y que todo es ficci¨®n si el narrador se lo propone, y los narradores de Aira juegan a sus anchas a ponerse el mundo por montera y narrarlo todo, sin m¨¢s escr¨²pulos ni miramientos que los que le dicta su soberana voluntad de escribir. Duchamp sacaba arte de cualquier chistera, bicicleta, urinario o gioconda desprevenida, y Aira le sigue los pasos decidido a convertirlo casi todo en literatura, pues al fin y al cabo, gui?¨¢ndole un ojo al lector, se le acaba convenciendo de que todo es literatura, aunque no lo parezca. Mondadori re¨²ne en este volumen tres nouvelles del autor de C¨®mo me hice monja (1993), el que da t¨ªtulo al libro, Las curas milagrosas del Doctor Aira (1998), Fragmentos de un diario en los Alpes (2002) y El Tilo (2003). Este ¨²ltimo, de alg¨²n modo el m¨¢s cercano a la autoficci¨®n, a poco que el lector quiera morder el anzuelo de la identificaci¨®n del narrador con Aira, y sin duda el m¨¢s claramente deudor de la herencia surrealista, un ejercicio de memoria inventada y de escritura descabellada, divertida, exc¨¦ntrica, en la que pide paso el recuerdo de ese yo desbocado y snob que cre¨® Nabokov para que aflorasen tambi¨¦n poderosas im¨¢genes de una infancia idealizada, y un ficticio relato autobiogr¨¢fico, jugoso casi siempre, tedioso en ocasiones en que al narrador le puede la inercia del discurso o las petites histoires en las que parece apuntalar fragmentos de la narraci¨®n, y que el lector no conoce. "El escritor tiene que vivir la vida al rev¨¦s", se dice en el relato. Y al rev¨¦s parece verla el narrador con mayor inter¨¦s, tergiversada y manipulada ¨¤ plaisir, como conviene a la ocasi¨®n. Haber traducido a Saint-Exup¨¦ry acaba de explicar el desparpajo con el que reconstruye una infancia posible en El Tilo, y su consciencia del juego de la escritura, su impostura literaria (y enti¨¦ndase aqu¨ª "impostura" en el mejor sentido posible), convierte de forma irremediable cualquiera de sus relatos en un artefacto ficcional urdido por ese "demonio burl¨®n" que trae a colaci¨®n el narrador a prop¨®sito de los viejos fil¨®sofos, a los que parece querer emular en clave de humor y en el terreno de lo cotidiano, entre peronistas, un Tilo Monstruo y simp¨¢ticas rarezas de marisabidillo.
Fragmentos de un diario en los Alpes es la mejor nouvelle del volumen, un verdadero parque de atracciones narrativo, perge?ado con ingenio a base de enumeraciones, listados, inventarios y clasificaciones de objetos como las que adoraban Borges y Perec, algunas realmente peregrinas pero seductoras, como la del bestiario final o la del teatro de t¨ªteres con ciclista (esos t¨ªteres y estereotipos que hacen de personajes en el universo de Aira), la vitrina de miniaturas y la c¨®moda blanca con las letras de cada d¨ªa de la semana, de la semana del diario en los Alpes, con la que el narrador describe el espacio de la mansi¨®n desde la que escribe en "tiempo real", con atractivas reflexiones acerca del oficio de escritor, referencias al arte de Duchamp y de Balzac, y adorables trivialidades. La narraci¨®n en estado puro, consagrada a s¨ª misma, estrafalaria, deseosa de gustarse, de deslumbrar y de burlarse de su propia naturaleza.
![El escritor argentino C¨¦sar Aira.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/N3ASWKSQJPAKFJEXDZ5TGYWSIA.jpg?auth=8d3b93d9391f6c8d22ba0e8a5065b8aa9ca8da4c62903e1304401d066ec78293&width=414)
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