Espa?a autorizar¨¢ a los esp¨ªas de EE UU a actuar bajo supervisi¨®n en territorio nacional
Los nombres de los agentes y las operaciones deber¨¢n ser comunicados a las autoridades espa?olas
El Ministerio de Defensa ha acordado con Estados Unidos "las normas reguladoras de la actuaci¨®n en Espa?a del NCSI [Servicio de Investigaci¨®n Criminal de la Navy] y de la OSI [Oficina de Investigaciones Especiales de la Fuerza A¨¦rea]", dos de las agencias de inteligencia del Pent¨¢gono. Estas normas estaban pendientes desde que, en abril de 2002, se reform¨® el convenio bilateral y se legaliz¨® la presencia en Espa?a de los servicios secretos militares. Sus agentes podr¨¢n actuar fuera de las bases de Rota (C¨¢diz) y Mor¨®n (Sevilla), pero bajo supervisi¨®n espa?ola.
El pacto estaba pendiente desde que en 2002 se reform¨® el convenio bilateral
Tras casi cinco a?os de negociaciones en el seno del Comit¨¦ Permanente Hispano-Norteamericano, el acuerdo que desarrolla el art¨ªculo 17.6. del convenio de Defensa con EE UU -el que m¨¢s pol¨¦mica levant¨® en su d¨ªa- qued¨® listo para su ratificaci¨®n en enero pasado.
S¨®lo falta, seg¨²n fuentes gubernamentales, que las respectivas asesor¨ªas jur¨ªdicas den el visto bueno al texto y que se decida la forma de rubricarlo: probablemente, mediante un intercambio de cartas.
En todo caso, seg¨²n las fuentes consultadas, el documento tendr¨¢ car¨¢cter secreto, aunque el Congreso podr¨ªa ser informado a trav¨¦s de la Comisi¨®n de Secretos Oficiales o de alg¨²n otro procedimiento reservado.
La reforma del convenio de 2002, denominada t¨¦cnicamente protocolo de enmienda, legaliz¨® la presencia en Espa?a de los servicios secretos de la Navy (NCIS) y de la Fuerza A¨¦rea de EE UU (OSI), "para que act¨²en en conjunci¨®n con sus hom¨®logos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y de los servicios de inteligencia espa?oles en asuntos de inter¨¦s mutuo y lleven a cabo investigaciones criminales que afecten a personal o bienes de los Estados Unidos de Am¨¦rica. Las autoridades competentes", concluye el art¨ªculo 17.6, "deber¨¢n establecer las normas reguladoras sobre la actuaci¨®n en Espa?a del NCIS y de la OSI".
Fuentes conocedoras del documento final en el que se plasman las "normas reguladoras" sostienen que ¨¦stas se basan en los siguientes principios:
-Respeto escrupuloso a la legislaci¨®n espa?ola aplicable en cada caso.
-Acreditaci¨®n previa de los miembros de la NCSI y la OSI ante las autoridades espa?olas, de forma que nadie pueda apelar a su condici¨®n de agente de dichos servicios si no figura en la relaci¨®n entregada por los responsables de EE UU a sus hom¨®logos espa?oles.
-Comunicaci¨®n previa a las autoridades espa?olas de cualquier operaci¨®n que los servicios secretos de la Marina y la Fuerza A¨¦rea quieran emprender en territorio espa?ol.
-Las operaciones se har¨¢n en conjunci¨®n con las Fuerzas de Seguridad del Estado, el Centro Nacional de Inteligencia o los servicios de inteligencia de los ej¨¦rcitos, seg¨²n el caso.
-Las actividades de los agentes estadounidenses se ce?ir¨¢n a las operaciones comunicadas y autorizadas, sin que puedan desviarse de las mismas.
Falta por aclarar si los miembros de los servicios secretos de la Navy y la Fuerza A¨¦rea podr¨¢n operar en solitario fuera de las bases militares o deber¨¢n ir siempre acompa?ados por agentes espa?oles. Seg¨²n algunas fuentes, los responsables espa?oles se reservan el derecho de acompa?arles, salvo que renuncien voluntariamente a hacerlo una vez informados de las caracter¨ªsticas de la operaci¨®n.
Al contrario de lo que sucede en Espa?a, los servicios secretos de la Marina y el Ej¨¦rcito del Aire de EE UU realizan funciones policiales, como la investigaci¨®n criminal y la detenci¨®n de sospechosos, y tareas propias de servicios de inteligencia: como el contraespionaje, protecci¨®n de las tropas o lucha contra el terrorismo o el narcotr¨¢fico.
El NCSI y la OSI son s¨®lo dos de las m¨²ltiples agencias de inteligencia con que cuenta Estados Unidos, junto a la CIA, la NSA (Agencia Nacional de Seguridad), que se ocupa de la interceptaci¨®n masiva de comunicaciones, o el FBI.
A ra¨ªz del 11-S, sin embargo, los servicios dependientes de las Fuerzas Armadas han tenido un espectacular desarrollo y actualmente el Servicio de Investigaci¨®n Criminal de la Navy (que se ocupa tambi¨¦n de los casos relacionados con el Cuerpo de Marines) tiene m¨¢s de 2.400 agentes. La mitad de ellos son civiles y casi la quinta parte han estado desplegados en Afganist¨¢n, el Cuerno de ?frica o Irak, donde participaron en la b¨²squeda de las inexistentes armas de destrucci¨®n masiva.
Los expertos del NCSI son especialmente conocidos por su dominio del pol¨ªgrafo, lo que hace que con frecuencia se recurra a ellos para interrogatorios, como en la base de Guant¨¢namo (Cuba), donde fueron los primeros en advertir a sus superiores del uso de malos tratos y vejaciones a los detenidos.
El punto m¨¢s correoso de la negociaci¨®n ha sido determinar en qu¨¦ condiciones pueden los agentes estadounidenses actuar fuera de las bases de Mor¨®n de la Frontera (Sevilla) y Rota (C¨¢diz) o investigar a personas ajenas a las Fuerzas Armadas de EE UU.
La prevenci¨®n de amenazas en puertos civiles donde atracan buques de guerra estadounidenses ha sido uno de los argumentos esgrimidos para extender su campo de actuaci¨®n, aunque se trata de un asunto especialmente espinoso porque los agentes de estos servicios van habitualmente armados.
La pol¨¦mica detenci¨®n del 'marine' Pimienta
Desde hace casi un a?o, marzo de 2006, los agentes de la NCSI y la OSI tienen prohibido operar fuera de las bases. El confinamiento fue una consecuencia del llamado caso Pimienta, la detenci¨®n y extradici¨®n irregular de un marine. Federico Pimienta-Perdomo, estadounidense nacido en Uruguay, fue capturado el 15 de febrero por agentes del servicio secreto naval, conducido a la base de Rota y trasladado en un avi¨®n militar a la base a¨¦rea de Kelly, en Tejas.
Pimienta estaba en busca y captura desde el 6 de junio de 2005. Un d¨ªa despu¨¦s fue juzgado en rebeld¨ªa y condenado a 12 a?os de prisi¨®n por la muerte del tambi¨¦n marine Rusell White, a quien mat¨® de un disparo en la cabeza mientras limpiaba su arma en la base de Bagram (Afganist¨¢n), donde ambos estaban destinados.
La foto de Pimienta figuraba en la lista de M¨¢s buscados de Am¨¦rica, y el portavoz militar, Paul Cicarelli, explic¨® que los agentes del NCIS siguieron al pr¨®fugo en Londres, donde le perdieron la pista, hasta que consiguieron localizarlo y detenerlo en Espa?a.
Cuando el Ministerio de Defensa espa?ol pidi¨® explicaciones, EE UU adujo que Pimienta iba camino de la base de Rota, para entregarse voluntariamente, pero se perdi¨® por el camino y los agentes del NCIS fueron a recogerlo a una gasolinera de San Fernando.
Aunque Pimienta pertenec¨ªa al Cuerpo de Marines, no estaba destinado en Espa?a, por lo que para las autoridades espa?olas era un civil a todos los efectos y los responsables militares de EE UU en Rota carec¨ªan de cualquier jurisdicci¨®n sobre ¨¦l.
Ning¨²n polic¨ªa espa?ol asisti¨® a la detenci¨®n y ning¨²n juez autoriz¨® su extradici¨®n, que habr¨ªa sido problem¨¢tica, pues la ley espa?ola no admite juicios en rebeld¨ªa. El abogado de Pimienta en EE UU dio por buena la entrega voluntaria, que garantizaba a su cliente un trato m¨¢s ben¨¦volo, y el Gobierno espa?ol dio por buena esta versi¨®n.
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