En primera plana
"Ninguna noticia es tan importante como para alterar el desayuno de nuestros lectores". ?sta ha sido la divisa del diario The Times de Londres, fundado hace m¨¢s de 200 a?os y que pr¨¢cticamente hasta el otro d¨ªa ten¨ªa reservada toda la primera plana para los anuncios por palabras. Convengamos en que, en el fondo, la noticia que m¨¢s interesa al ciudadano medio dentro de la normalidad cotidiana es saber d¨®nde puede encontrar una florer¨ªa, un transportista, un fontanero o una cl¨ªnica de perros. Con estos hilos tan tenues se forma el tejido de la vida. La declaraci¨®n de guerra de Inglaterra a Alemania la dio The Times de Londres sin alterar en absoluto la tipograf¨ªa del titular, de modo que aquel 3 de septiembre de 1939 sus lectores pudieron desayunar tranquilos pese a que la hecatombe mundial estaba ya en marcha.
"Hay quienes escogen un determinado peri¨®dico como quien agarra una navaja"
Las noticias son tambi¨¦n simples anuncios por palabras ofreciendo otras mercanc¨ªas, cat¨¢strofes, cr¨ªmenes, lances pol¨ªticos, ofertas culturales, que el lector consume a diario con el est¨®mago cada vez m¨¢s blindado. La mayor¨ªa de ellas se diluyen en el af¨¢n de cada d¨ªa junto con los sonidos de la ciudad, pero en ocasiones se produce un acontecimiento que convulsiona los estratos profundos de la sociedad y entonces la noticia se apodera de la primera plana del peri¨®dico con todo el derecho y desde all¨ª se introduce para siempre en el inconsciente colectivo.
El valor del titular a dos, tres, cuatro, cinco columnas en primera plana define una manera de ejercer el periodismo y al mismo tiempo se convierte en un estilo propio de afrontar la historia. El lector que se acerca al quiosco cada ma?ana puede contemplar c¨®mo los distintos peri¨®dicos extendidos boca arriba en la bancada gritan de forma distinta para llamar su atenci¨®n. Hay quienes escogen un determinado peri¨®dico como quien agarra una navaja. Otros prefieren que la bilis negra de algunos periodistas no vaya a exacerbar todav¨ªa m¨¢s los problemas privados que cada uno arrastra.
Desde la segunda mitad del siglo XX, la vida entera de un ciudadano puede estar marcada por no m¨¢s de cinco titulares de primera plana siempre que se trate de un peri¨®dico serio, no sensacionalista, elaborado por profesionales que ejercen su oficio con rigor. Los grandes titulares del peri¨®dico, que marcaron el punto donde se bifurc¨® la historia, constituyen un calendario vital, y si uno sopla el polvo que se ha posado sobre ellos en las hemerotecas descubre, tal vez, que su propia vida tom¨® ese d¨ªa otro camino y la memoria recibe una carga de profundidad que remueve la conciencia.
Existen primeras planas del peri¨®dico que un d¨ªa aglutinaron sentimientos, sintetizaron la sensibilidad de un momento y al volverlas a contemplar nuestra memoria se concentra en aquel suceso que hab¨ªamos olvidado aunque estaba aleteando en alguna v¨ªscera secreta de nuestro organismo. ?Qu¨¦ hac¨ªa usted a las seis y media de la tarde de aquel 23 de febrero de 1981 cuando Tejero asalt¨® el Congreso de los Diputados? Alrededor de aquella noticia se bifurcaron entonces mil caminos. Alguno recordar¨¢ que a esa hora estaba con su amante en la habitaci¨®n de un hotel. Otro ten¨ªa una cita de negocios o permanec¨ªa con la boca abierta ante el taladro del dentista. Una madre acababa de recoger a su hijo del colegio o se hab¨ªa puesto a planchar la camisa del marido. Por mi parte yo estaba enterrando a un amigo que hab¨ªa muerto por fumar demasiado. De pronto, la rutina diaria estall¨® en la primera plana del peri¨®dico. Al reencontrarse con ella despu¨¦s de muchos a?os uno se ve joven con pantalones de campana y en su o¨ªdo resuena una canci¨®n de Los Bravos.
El viernes 10 de noviembre de 1989 desapareci¨® el muro de Berl¨ªn. Cabe preguntarse si desde ese d¨ªa hasta hoy se ha desplomado algo m¨¢s y usted ha cambiado de ideolog¨ªa pasando de marxista a neoliberal, del Citro?n 2 caballos a un coche 16 v¨¢lvulas, de progre a se?or¨®n con abrigo de cachemir. Y aquel d¨ªa en que a la hora del almuerzo, en medio de la sopa de fideos, se derrumbaron las Torres Gemelas de Nueva York envueltas en llamas tambi¨¦n cambi¨® el mundo. La alarma mundial que produjo esa tragedia no ha sido digerida todav¨ªa por la conciencia del Occidente cristiano. ?Se acuerda usted qu¨¦ hizo aquella tarde en que el mundo ard¨ªa? Los sucesos que de alguna forma cambiaron nuestras vidas o nuestra manera de pensar, los que tambi¨¦n descabalgaron nuestros sue?os todos, fueron grandes titulares a cinco columnas. Esas primeras planas del peri¨®dico constituyen la historia universal y al mismo tiempo son placas de nuestra memoria colectiva.
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