La seducci¨®n del lugar
No hay mujeres feas, hay mujeres mal arregladas. Una expresi¨®n propia de los/las profesionales de la est¨¦tica femenina, exagerada pero bastante cierta. Y lo mismo ocurre con las ciudades: todas pueden ser seductoras (el t¨ªtulo lo tomo del urbanista brit¨¢nico Joseph Ryckwert). Viv¨ª gran parte de la d¨¦cada de los sesenta en Par¨ªs; no era frecuente encontrar gente que hubiera visitado Barcelona, no interesaba. Y los que la conoc¨ªan excepto alguna referencia a Gaud¨ª , a las Ramblas o al morbo del barrio chino, enfatizaban el paisaje gris y mon¨®tono, la suciedad y la pobreza del espacio p¨²blico y una cierta tristeza ambiental de la ciudad. Como lectura les recomendaba la espl¨¦ndida poes¨ªa urbana de Jaime Gil de Biedma, que les confirmaba en su imagen inicial. Ahora ocurre todo lo contrario: Barcelona est¨¢, sigue estando de moda, atrae a sus visitantes, que adem¨¢s llegan convencidos a priori de que la ciudad les encantar¨¢. En fin, la ciudad se ha convertido en un lugar bien arreglado, un lugar seductor.
Estuve hace unos d¨ªas en Par¨ªs, participando en un encuentro en La D¨¦fense de expertos de la Universidad y del Ministerio del Equipement (equivalente a Fomento en Espa?a) sobre La atractividad de las ciudades. Barcelona sigue llamando la atenci¨®n, pero para aquellos que la conocen -ahora son muchos- lo que hace una d¨¦cada eran entusiasmos sin reticencias ahora el inter¨¦s se expresa con bastantes dudas y algunas cr¨ªticas. No se entiende muy bien a d¨®nde va la l¨®gica del actual urbanismo de la ciudad. La impresi¨®n es que se trata de operaciones dispersas, m¨¢s dependientes de las iniciativas y las decisiones de los actores privados que del poder p¨²blico. En general, operaciones como Diagonal Mar y el Forum no reciben el aprobado y otras como el Poblenou (22@) y Sant Andeu-Sagrera no son a¨²n claramente perceptibles. Otras transformaciones que se pueden considerar muy exitosas son asumidas como naturales de la ciudad, es decir, no novedosas, como Ciutat Vella y en general los espacios p¨²blicos. Y algunas de las mejores actuaciones, como las que se han realizado en Nou Barris (Parc central, plazas y equipamientos, renovaci¨®n de las viviendas sociales) son poco conocidas a pesar de su indiscutible valor.
Especialmente se plantean incertidumbres sobre el entorno metropolitano. Se reconoce el dinamismo urban¨ªstico que caracteriza este territorio, pero no se percibe la l¨®gica o la coherencia del mismo. La sensaci¨®n de dispersi¨®n no genera precisamente seducci¨®n y algunas operaciones vistosas, como la plaza Europa en Gran Via sur, generan m¨¢s inquietud que agrado. Se aprecia obviamente la continuidad del cemento, pero no tanto la de la ciudad metropolitana. Ante la compacidad y coherencia de la ciudad central, la periferia ofrece una imagen ca¨®tica a pesar de las interesantes y numerosas intervenciones puntuales en espacios p¨²blicos y equipamientos. Y es que los municipios de la periferia dif¨ªcilmente ser¨¢n ciudad si no se articulan entre ellos y con Barcelona mediante tejidos continuos con operaciones puntuales que diferencien y marquen simb¨®licamente el territorio. No es suficiente que cada municipio, el de Barcelona incluido, realice sus operaciones particulares, por brillantes que parezcan.
En un reciente pasado se publicit¨® el modelo Barcelona. Este modelo est¨¢ agotado y en algunos casos, agrietado. Y nos falta el modelo urban¨ªstico de la ciudad metropolitana, a escala regional. Las nuevas centralidades, los ejes articuladores, los elementos de monumentalidad, las propuestas tipol¨®gicas, los mecanismos que garanticen la mixtura de funciones y poblaciones, la protecci¨®n de los elementos diferenciales, de identidad, locales. Y, obviamente, un denso sistema de comunicaciones, de transporte p¨²blico, que aparece muy atrasado. Lo que fue el Plan General Metropolitano de 1974-76 se necesita ahora a escala superior.
En el citado encuentro de La D¨¦fense-Paris, las referencias a Barcelona mezclaban elogios con interrogantes. Expresaban algunos temores sobre los riesgos de apostar por una inserci¨®n acr¨ªtica y blanda en la globalizaci¨®n. Y coincid¨ªan en argumentar la complejidad de factores que hacen que una ciudad sea atractiva. La ciudad exitosa se construye siempre, no se termina nunca. El territorio no es un dato neutro y estable, es una realidad din¨¢mica que se recrea permanentemente.
La seducci¨®n del lugar, como la de las personas, debe cuidarse, mantenerse y renovarse.
La ciudad atractiva no se construye mediante arquitecturas singulares que tienden a la truculencia, a la gratuidad, a la arbitrariedad y a la frigidez (Calatrava, Koolhaas, Perrault, etc¨¦tera) que en Barcelona se expresa con demasiada frecuencia estos ¨²ltimos a?os (por ejemplo, el artificioso edificio de Gas Natural en la Barceloneta). Ni con eventos indefinibles y aparatosos como el Forum. Ni con ampulosas campa?as publicitarias. La ciudad atractiva que apueste por el futuro, por no ser una estrella fugaz en el firmamento globalizado, es otra cosa. Es la ciudad querida por sus habitantes y usuarios frecuentes, que asumen no solo la identidad y la querencia de su barrio y de su municipio, sino tambi¨¦n del ¨¢mbito metropolitano que es hoy el marco territorial de su vida. Es la ciudad que no se adapta bobamente a las din¨¢micas perversas de la globalizaci¨®n, sino que resiste, defiende su patrimonio y su capital fijo, su historia y sus actividades arraigadas en su sociedad, su diferencia y su paisaje. Es la ciudad que genera sus grandes proyectos y no espera que vengan promotores de fuera a imponerlos. Es la ciudad con una econom¨ªa propia que la define, con un dise?o que marca su personalidad, con una vitalidad social hecha de continuidades hist¨®ricas y de diversidad de actores creativos. Es la ciudad que se expresa en calles y plazas que ofrecen un ambiente urbano agradable, diverso, entra?able. Es la ciudad de barrios y ciudades unidos no s¨®lo por la continuidad urbana, sino por la capacidad de construir un imaginario cultural y un escenario de futuro comunes.
Jordi Borja es urbanista.
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