Los ladrones de Badgad
El gran negocio de la guerra de Irak se acrecienta al ritmo de los cad¨¢veres que genera, y una estimaci¨®n acaso demasiado t¨ªmida situar¨ªa en unos quince mil d¨®lares el precio aproximado por cada uno de los muertos
Masacre diaria
Yo no se cu¨¢ntos habitantes tiene o tenia Bagdad, pero a un ritmo de unos sesenta muertos diarios desde que comenz¨® la invasi¨®n aliada, es de suponer que dentro de pocos a?os no quede all¨ª habitante alguno quitando lo que quede de los invasores. Mientras tanto, un obscenamente risue?o Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar va y dice que ahora sabe que all¨ª no hab¨ªa armas de destrucci¨®n masiva, pero que antes no lo sab¨ªa, y todo adornado con esa temible y picarona mueca de sonrisita de muchachito de Valladolid que ha gastado una broma atroz a los novatos. Ese tipo que jam¨¢s deber¨ªa haber salido de la tuna de colegio mayor de provincias ignorar que Bush Bis es un arma de destrucci¨®n masiva en s¨ª mismo, igual que Rumsfeld, Cheney y dem¨¢s parentela. La invasi¨®n ha servido hasta ahora para que varias empresas se hayan embolsado por la cara miles de millones de d¨®lares, como es l¨®gico, y como el negocio se acaba, se trata ahora de asegurar que Ir¨¢n s¨ª tiene armas de destrucci¨®n masiva, y tambi¨¦n algo de petr¨®leo.
Rayuela
No cabe descartar as¨ª como as¨ª que uno de los prop¨®sitos mayores de Francisco Camps consista en la determinaci¨®n espiritual de ganarse el cielo en esta tierra, y que a tal fin, como una penitencia anticipada que habr¨¢ de rendirle ping¨¹es beneficios en otro u otros mundos, se rodee de penitentes a puntos de convertirse en convictos, convictos que se resisten a la confesi¨®n de sus pecados y otros especimenes con achaques judiciales de conducta que, m¨¢s que enturbiarle el horizonte pol¨ªtico, contribuyen de manera notable a recorrer el camino de desventuras en cuya cima brilla el infinito. Caso distinto es el probable finiquito de su antiguo compa?ero de fatigas, un Eduardo Zaplana de sorprendente estirpe trotskista que va de victoria en victoria hasta la derrota final, obcecado sin duda por la satisfacci¨®n del espejismo de quien, encantado de haberse conocido, desde?a lo que otros, muchos otros, conocen de sus m¨²ltiples haza?as.
F¨²tbol es liga
Parece que en la recta final, como suele decirse, del campeonato nadie quiere ganar la Liga de F¨²tbol, lo que sin duda ser¨¢ visto pos los soci¨®logos de la inanidad como un fiel reflejo de la descomposici¨®n o la recomposici¨®n o lo que sea del Estado de la Autonom¨ªas. Por reflejar que no sea. Ah¨ª es nada. Betis y Sevilla por el sur, uno abajo y otro arriba. Real Sociedad y Athletic por abajo, el Espanyol que est¨¢ guerrero y el Bar?a que cojea cuando menos te lo esperas, adem¨¢s de un Valencia masacrado por un Getafe (?ser¨¢ por la memoria obrera de esa poblaci¨®n madrile?a?) bien orquestado por un Bernd Schuster que se dispone a largarse a Munich. El multiculti, en resumen, del dinero. ?Y Eto?o, que cobra no menos de cinco millones de euros por temporada y se niega a salir al campo en los cinco ¨²ltimos minutos del partido? Pues que se quiere ir al Madrid, ahora que han echado a Ronaldo.
A buenas horas
Es probable que la creciente adoraci¨®n de los "liberales" espa?oles por Alissa Rosenbaum, m¨¢s conocida como Ayn Rand, se deba a una fundaci¨®n que lleva su nombre donde se defiende el Objetivismo, una curiosa corriente entre filos¨®fica y esot¨¦rica con el m¨¢s feroz individualismo como bandera. La autora de cursiler¨ªas como la novela El manantial, donde un arquitecto a lo Calatrava logra imponer sus ideas a los constructores adocenados que le rodean, o de Los que vivimos, tremebundo relato de la maldad de los primeros a?os de la revoluci¨®n rusa, por no hablar de los segundos, fue publicada en Espa?a, creo recordar que en la colecci¨®n Reno de Plaza y Jan¨¦s en la segunda mitad del siglo pasado, y me consta que era lectura predilecta de Jos¨¦ Mar¨ªa Escrib¨¢, el baturrico de Balaguer. Resucitar a estas alturas un muermo de esas caracter¨ªsticas o es una broma o sugiere una intenci¨®n cuya finalidad, debo reconocerlo, se me escapa.
Obituario temprano
El comunismo muri¨® de su propia muerte, pero el anticomunismo es inmortal. Eso se debe a que el anticomunismo como resumen de un temor todav¨ªa conserva el miedo, pero tambi¨¦n a que sus frecuentadores est¨¢n lejos de ignorar que las condiciones de vida en muchas regiones del mundo global son acaso peores ahora que en los infelices tiempos en que el barbudo de Treveris dedicaba su tiempo y su talento a formular alegres profec¨ªas a cuenta de la generosidad de su amigo Federico, el empresario que hac¨ªa de antrop¨®logo en sus horas libres. Me viene ahora a la cabeza, caso de disponer de ella, que es la m¨®rbida admiraci¨®n por Marx de Fidel Castro lo que le lleva a hacerse pasar por su hijo predilecto. Y si Ch¨¢vez prefiere a Bolivar, es porque no escucha la Cope.
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