La amenaza del nuevo Adriano
Tras superar una crisis personal y profesional, el delantero del Inter brilla otra vez
Adriano reacciona instintivamente cuando escucha la palabra Valencia. El delantero del Inter de Mil¨¢n sonr¨ªe y, con el brazo izquierdo, boxea ligeramente, lanza unos cuantos pu?etazos al aire y dice: "Tengo mucha suerte contra este equipo". Un gesto bienhumorado y una respuesta espont¨¢nea que recuerdan una trifulca en el ¨²ltimo enfrentamiento entre el Valencia y el equipo italiano, en la Liga de Campeones, en noviembre de 2004. En el minuto 90, Adriano golpe¨® con los dos pu?os la cara de Caneira, despu¨¦s de recibir una bofetada del entonces defensa portugu¨¦s del equipo levantino. Por primera vez, el atacante brasile?o era amonestado con una tarjeta roja.
En el campo, Adriano lucha con la bravura de un miura, pero su juego nunca fue violento. Por suerte, Caneira se recuper¨®, pero el empate final dej¨® el Valencia lejos de los octavos de final de la Champions 2004-05. Diez d¨ªas antes, el Inter de Adriano le hab¨ªa infligido una humillante goleada, 1-5, en Mestalla.
"Si jugamos al nivel actual, no creo que la eliminatoria con el Valencia sea un problema"
En el reencuentro de Adriano con el Valencia, el pr¨®ximo mi¨¦rcoles en Mil¨¢n, el equipo espa?ol es consciente de que el verdadero peligro del brasile?o est¨¢ en sus botas, no en sus pu?os. Y es que Il Emperatore, como Adriano Leite Ribeiro (R¨ªo de Janeiro, 1982) fue bautizado por los italianos, ha recuperado su punta de mira goleadora. Ha marcado cinco goles en los seis ¨²ltimos partidos y su equipo logr¨® el s¨¢bado el r¨¦cord de victorias consecutivas en Europa, al firmar ante el Cagliari la n¨²mero 16. Adriano reconoce que ha "sentado la cabeza" y por eso ha recuperado su corona de emperador. Una gran noticia para el deporte, y un mal presagio para el Valencia.
El delantero brasile?o defini¨® tres objetivos para confirmar su rehabilitaci¨®n deportiva. Lo primero fue volver a marcar goles y, con su ayuda, el Inter es el virtual campe¨®n italiano. El siguiente paso fue "sentir la emoci¨®n de estar otra vez con la selecci¨®n brasile?a". Falta la Champions. Horas antes del amistoso Brasil-Portugal jugado en Londres el pasado d¨ªa 6, Adriano reconoce que "he pasado un mal momento en el Inter, pero me he recuperado con los goles. El partido contra el Valencia es una gran oportunidad para ense?ar el valor de mi f¨²tbol. Si jugamos al nivel actual, creo que la eliminatoria no ser¨¢ un problema".
Para reconquistar el camino del gol, Adriano tuvo que refugiarse en Brasil. En octubre de 2006, unas fotos publicadas en el diario sensacionalista sueco Aftonbladet donde el jugador aparece fumando, bebiendo y bailando con amigas, acabaron por hundir la moral del delantero. El asalto a su intimidad se sum¨® a una mala actuaci¨®n en el Mundial 2006, y a una prolongada sequ¨ªa goleadora que le llev¨® al banquillo del Inter. Con el apoyo de su club, Adriano se march¨® de vacaciones a Brasil en medio de la temporada. Estuvo diez d¨ªas entre amigos y familiares que le conocen cari?osamente como Didico, su apodo de infancia en Vila Cruzeiro, donde naci¨®, una miserable y violenta favela carioca. "Fueron ellos los que me han ayudado de verdad y espero volver a ser feliz", agradece Adriano a sus allegados. La comprensi¨®n del entrenador Mancini y un plan intensivo de recuperaci¨®n f¨ªsica hicieron lo dem¨¢s. Desde que levant¨® cabeza, Adriano no para de marcar goles.
La fidelidad a su familia la tiene tallada en la piel. Alrededor de un coraz¨®n alado tatuado en su brazo derecho, Adriano grab¨® los nombres de casi todos sus familiares. El delantero a¨²n encontr¨® un lugar en su antebrazo para tatuar una plegaria que su abuela Vanda le susurraba al o¨ªdo antes de cada partido, cuando a¨²n era un ni?o: "Jes¨²s vive conmigo; conmigo Jes¨²s est¨¢; tengo a Jes¨²s conmigo; contra m¨ª nadie podr¨¢". Con los brazos en alto, Adriano no se olvida de repetir este rezo antes de empezar cada encuentro.
Era la abuela Vanda la encargada de llevar a Didico a los entrenamientos en las categor¨ªas inferiores del Flamengo. Para pagar la escuela de f¨²tbol y los gastos de transporte, unos 30 euros mensuales, Vanda vend¨ªa pasteles en los partidos mientras Adriano jugaba. Cuando el dinero no llegaba para el bocadillo, la abuela se arreglaba con palomitas para alimentar al nieto grandull¨®n.
Rosilda tambi¨¦n tiene su nombre grabado en el brazo de su hijo. La vida de la madre de Adriano es tan intensa que una gran productora brasile?a de cine, Diler Produ??es, decidi¨® llevar su historia familiar a la gran pantalla. El gui¨®n cuenta los obst¨¢culos que Rosilda super¨® para proteger la infancia de sus hijos de la violencia del narcotr¨¢fico. Su marido, Almir, que muri¨® de un paro card¨ªaco cuando la carrera de Adriano empezaba a despegar, vivi¨® desde los 10 a?os con una bala incrustada en la cabeza. Rosilda siempre alertaba a su hijo diciendo que "el mundo es muy dif¨ªcil, pero hay que luchar, sin matar ni robar, y creer en los sue?os". El peque?o Adriano escuchaba a la madre y se divert¨ªa con la pelota o jugando a indios y vaqueros con sus amigos Maguilinha y Xola. Siguiendo los consejos de Rosilda, Adriano agarr¨® el bal¨®n y cambi¨® su vida, mientras sus colegas buscaron la supervivencia en el tr¨¢fico de drogas y, los dos, acabaron asesinados a los 18 a?os de edad. A la madre protectora le dol¨ªa mucho cuando un vecino, llamado Ze Mario, siempre borracho, reprochaba su dedicaci¨®n al hijo augurando: "?ste no ser¨¢ nada en la vida". Pero Rosilda venci¨® a la burla. Su Didico es hoy el Emperador Adriano, uno de los mejores delanteros del mundo.
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