Punto por punto
Si describir una t¨¦cnica es describir el car¨¢cter de un artista, la exposici¨®n de Roy Lichtenstein Beginning to end o De principio a fin (se me ocurre una traducci¨®n m¨¢s perversamente literal: "Comenzando a acabar") en la Fundaci¨®n Juan March ser¨ªa, es de hecho, el m¨¢s acabado retrato de este artista neoyorquino. No me refiero a su retrato personal, y s¨ª a un estudio concienzudo y did¨¢ctico de sus t¨¦cnicas pict¨®ricas, de sus m¨¦todos de trabajo, de c¨®mo vivirse como artista.
Pocos pintores de nuestro tiempo han sido m¨¢s su obra y menos su biograf¨ªa que Lichtenstein. Y es su obra, sus m¨¦todos y t¨¦cnicas, precisamente, lo que retrata esta exposici¨®n. Muy revelador, el documental filmado en 1995 que uno de sus ayudantes hace sobre la realizaci¨®n de una serie de desnudos femeninos en la que el maestro trabajaba.
Con esta exposici¨®n se desbaratan muchas falsas ideas preconcebidas que sobre el arte de Lichtenstein se han repetido. Por ejemplo, Lichtenstein raramente se limit¨® a copiar o ampliar vi?etas de c¨®mic: utilizaba figuras de distintas procedencias, y las variaba hasta lograr una composici¨®n perfectamente ortodoxa.
El rigor t¨¦cnico, el oficio con que trabajaba, empleando a menudo varias semanas en la realizaci¨®n del cuadro, nos muestra un artista-artesano encari?ado con su oficio, recurriendo en todo caso a los servicios de uno o dos ayudantes, cuyos testimonios personales constituyen uno de los apartados m¨¢s interesantes del cat¨¢logo, espl¨¦ndido por cierto.
Si en un primer vistazo a la exposici¨®n parece escaso el n¨²mero de 14 o 15 obras consideradas definitivas, el centenar de obras intermedias nos lleva a plantearnos la presencia de ¨¦stas como obras en s¨ª, pues contemplando sus cuadernos poblados por recortes de tebeos, cat¨¢logos, etc¨¦tera, y colocados por el propio artista, ?no estamos ante unos objet-trouv¨¦ en la m¨¢s pura tradici¨®n dada¨ªsta?
Creo que ah¨ª est¨¢ el centro de gravedad de la exposici¨®n. Sin embargo, el cat¨¢logo nos informa del pudor o desinter¨¦s que el propio artista sent¨ªa por todos estos materiales. Y as¨ª nos encontramos ante una de esas maravillosas contradicciones que tanto Lichtenstein como muchos de sus compa?eros de generaci¨®n se plantearon o, simplemente, convivieron con ellas, negando, por tanto, la banal y rutinaria idea de la pintura pop como ¨¦ticamente plana, y a sus artistas como listillos mercachifles. Pensemos que Lichtenstein nunca puso a la venta todos estos materiales, ni siquiera los firmaba.
Confiemos en que, con exposiciones como esta, alg¨²n d¨ªa la pintura pop sea vista, al fin, como uno de los movimiento art¨ªsticos m¨¢s cargados de ¨¦tica, de regeneraci¨®n moral y sus artistas como algunos de los ejemplos m¨¢s ¨ªntegros de compromiso humano con su obra.
Herminio Molero es artista y ex miembro del grupo de pop Radio Futura.
Babelia
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