Prodi busca aliados democristianos para resucitar el Gobierno de centro-izquierda
La fragmentaci¨®n del Parlamento amenaza con provocar un adelanto de las elecciones
La realidad empez¨® ayer a abrirse paso por entre los escombros del desastre parlamentario italiano: cualquier f¨®rmula para mantener el centro-izquierda en el Gobierno, con Romano Prodi o sin ¨¦l al frente, aparec¨ªa provisional y de corto alcance. La fragmentaci¨®n de los esca?os imped¨ªa soluciones s¨®lidas, y a medio plazo se dibujaban unas nuevas elecciones. El dimisionario Prodi confiaba a¨²n en sobrevivir y buscaba aliados de matriz democristiana. Si hubiera puesto un anuncio, ¨¦ste habr¨ªa sido el texto: "Se buscan desertores del centro-derecha para salvar el centro-izquierda; precio a convenir".
La dimisi¨®n de Romano Prodi, tras un inesperado rechazo de su pol¨ªtica exterior en el Senado, supon¨ªa una cat¨¢strofe para toda Italia, tanto la mitad que estaba con ¨¦l como la mitad que estaba en contra. La incipiente recuperaci¨®n econ¨®mica, las t¨ªmidas reformas iniciadas, los proyectos de proyecci¨®n internacional gracias a la plaza temporal en el Consejo de Seguridad de la ONU, quedaban entre par¨¦ntesis por la incertidumbre pol¨ªtica y la perspectiva de una fase de turbulencias.
La crisis dejaba, adem¨¢s, crudamente abierto el problema de Afganist¨¢n, con el dilema de permanecer y participar en un rebrote de la guerra en primavera, o marcharse y abrir un nuevo conflicto con Washington y los aliados europeos. En la cat¨¢strofe se agitaban, sin embargo, unos pol¨ªticos pimpantes y verborreicos, criados en una tradici¨®n de Gobiernos fr¨¢giles y aparentemente felices de recuperar el protagonismo individual, m¨¢s all¨¢ de partidos y coaliciones.
La clave -en eso coincid¨ªan todos- estaba en la ley electoral. Silvio Berlusconi obtuvo su amplia mayor¨ªa de 2001 gracias a una ley de cariz mayoritario, pero en 2005, cuando percibi¨® el peligro de una victoria del centro-izquierda, impuls¨® el retorno a un complejo mecanismo proporcional. El redactor de la ley berlusconiana, Roberto Calderoli, dentista de profesi¨®n y entonces ministro de Reformas, admiti¨® en p¨²blico que su trabajo hab¨ªa sido "una cerdada" destinada a evitar mayor¨ªas claras para perjudicar a Prodi. Ayer, s¨®lo los regionalistas xen¨®fobos de la Liga Norte (el partido de Calderoli) reclamaban elecciones inmediatas. Todos los dem¨¢s, con Forza Italia al frente, admit¨ªan la necesidad de recuperar una ley electoral sensata antes de volver a las urnas.
Los democristianos de Pierferdinando Casini, con 20 esca?os en el Senado, se declararon dispuestos a sostener una Administraci¨®n de centro-izquierda, quiz¨¢ presidida por el mismo Prodi, con tal de que tuviera plazo de caducidad (un a?o, m¨¢s o menos) y se fijara como objetivo prioritario cambiar la ley electoral con un consenso amplio. Pero ni Refundaci¨®n Comunista (27 esca?os) ni Verdes-Comunistas Italianos (11 esca?os) aceptaban una provisional "ampliaci¨®n al centro" que, en su opini¨®n, desvirtuaba la naturaleza del centro-izquierda y convert¨ªa al Gobierno en un simple fantasma.
El presidente de la Rep¨²blica, Giorgio Napolitano, inici¨® la ronda de consultas, empezando por las dos figuras institucionales m¨¢s altas: los presidentes del Senado, Franco Marini, y de la C¨¢mara de Diputados, Fausto Bertinotti. Siguieron los minipartidos. Fue una jornada preparatoria a la espera de los encuentros del jefe del Estado con Prodi y Berlusconi, a partir de hoy. Prodi era consciente de que su mayor¨ªa de dos esca?os en el Senado hab¨ªa desaparecido (uno de los dos senadores comunistas que votaron el mi¨¦rcoles contra el Gobierno dimiti¨® en el acto; otro senador, centrista, se pas¨® al otro bando hace semanas), y necesitaba alg¨²n esca?o suplementario si aspiraba a sobrevivir.
El primer objetivo de Prodi fue Marco Follini, desertor de la democracia cristiana y presidente de un partido microsc¨®pico, Italia del Medio, sin militantes pero con tres esca?os en el Senado. Prodi y Follini conversaron largamente, y el segundo fij¨® precio: un "giro al centro". Era un precio muy alto, sobre todo para la franja comunista. El Olivo, la coalici¨®n de Prodi dentro de la coalici¨®n de centro-izquierda, se declar¨® dispuesto a seguir buscando acuerdos "con individuos de la Casa de las Libertades", la coalici¨®n berlusconiana. Nadie dio un paso adelante. En Forza Italia se mostraron esc¨¦pticos y argumentaron que las ratas tienden a escapar del barco que se hunde, no a embarcarse en ¨¦l.
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