Alegor¨ªa de la creaci¨®n
Paul Auster brinda a los lectores una de sus obras m¨¢s austerianas. Una novela metaficcional en la que convoca a sus criaturas literarias con m¨¢s vida propia que nunca. Un juego de espejos entre la creaci¨®n literaria y la realidad. Un d¨ªa un hombre se despierta en su casa con amnesia y ve que cada elemento de su habitaci¨®n tiene una etiqueta que los identifica y que servir¨¢ para reconstruir el pasado ficcional y real.
VIAJES POR EL SCRIPTORIUM
Paul Auster
Traducci¨®n de Benito G¨®mez Ib¨¢?ez
Anagrama. Barcelona, 2007
185 p¨¢ginas. 16 euros
Arranca el nuevo libro de Paul Auster con un tal M¨ªster Blank ("el se?or-en-blanco") sentado al borde de una cama, solo, encerrado y enajenado como esos hombres de yeso moldeados por George Segal, siendo filmado y grabado mientras se pregunta qui¨¦n es, d¨®nde demonios est¨¢ y qu¨¦ sucede, y mientras alberga intensos sentimientos de culpa y "se levanta por fin de la cama, se detiene brevemente para no perder el equilibrio y, arrastrando los pies, se dirige al otro extremo de la habitaci¨®n", como reencarnaci¨®n de Gregorio Samsa en La metamorfosis. S¨ª, M¨ªster Blank se encuentra en circunstancias kafkianas que traen a la memoria la situaci¨®n del Se?or K. en El Proceso. Sucede, sin embargo, que el enigm¨¢tico espacio que ocupa, absurdo y el¨ªptico como un escenario imaginado por Beckett -en Experimentos con la verdad ya confes¨® Auster que Kafka y Beckett ejercen una poderosa influencia sobre su obra- parece ser el escritorio de un escritor (l¨¢mpara, bol¨ªgrafo, manuscritos), cuyos objetos son etiquetados y descritos uno a uno a modo de met¨¢fora del propio proceso de escritura narrativa, por el que la realidad del escritor se transmuta en lenguaje. A juzgar por los personajes que lo visitan sucesivamente y lo liberan por un momento de su alienaci¨®n, de su orfandad -"agentes" los llama el narrador, a los que Blank env¨ªa a "misiones" que el lector traduce por "tramas" de las distintas novelas de Auster protagonizadas por sus "agentes"-, Peter Stillman, Daniel Quinn o David Zimmer, todos ellos personajes de novelas anteriores de Auster (M¨ªster Blank "est¨¢ como ausente, perdido entre los fantasmas que pueblan su imaginaci¨®n", fantasmas que no son sino los personajes de su mundo ficcional), el propio M¨ªster Blank parece ser una proyecci¨®n simb¨®lica de M¨ªster Auster, y se dir¨ªa que el relato pretende ser un modo de revelarnos que un autor lo es en la medida en que existen sus personajes, o si acaso es un "se?or-en-blanco" que comienza a ser, a dotarse de identidad, en la medida en que sus personajes se la insuflan, de modo que el proceso que aqu¨ª se desarrolla en realidad, en forma aleg¨®rica, es el de la creaci¨®n. "Sin M¨ªster Blank no somos nada, pero la paradoja es que nosotros, seres puramente imaginarios, sobreviviremos a la mente que nos cre¨®": este experimento acerca de los estatutos del autor, de su condici¨®n ontol¨®gica y de la de sus criaturas, y asimismo de las abstrusas relaciones entre autor y personajes no anda muy lejos del que en 1914 perge?¨® Miguel de Unamuno en Niebla, acosado por su personaje Augusto P¨¦rez como acosado quiso estar Pirandello cuando concibi¨® sus Seis personajes en busca de autor.
Auster convoca a sus criatu
ras a un aquelarre literario. Acuden Peter Stillman y Daniel Quinn, el obsesivo escritor fil¨®sofo y el legendario detective, respectivamente, de La ciudad de cristal (1985) de La trilog¨ªa de Nueva York; Fanshawe, el escritor y amigo de infancia del narrador de La habitaci¨®n cerrada (1986), ¨²ltima novela de La trilog¨ªa de Nueva York cuyo t¨ªtulo no guarda relaci¨®n con el espacio que ocupa M¨ªster Blank por mero azar, y James P. Flood, polic¨ªa surgido de un sue?o de Fanshawe; Samuel Farr y Anna Blume, escritor y hero¨ªna de El pa¨ªs de las ¨²ltimas cosas (1987); Marco Stanley Fogg, ¨¦mulo sui g¨¦neris de Phileas Fogg y quijotesco y lun¨¢tico hu¨¦rfano de El palacio de la luna (1989); Benjamin Sachs, escritor sobre el que escribe el escritor Peter Aaron, protagonista de Leviat¨¢n (1992); Walter Rawley, el hu¨¦rfano de Mr. V¨¦rtigo (1994); David Zimmer, el escritor de El libro de las ilusiones (2002), y John Trause (anagrama de Auster), personaje de La noche del or¨¢culo (2004). Enredando la madeja m¨¢s a¨²n, entre una y otra visita lee un original de Trause y un manuscrito titulado Viajes por el Scriptorium escrito por Fanshawe, el autor ficcional referido por el narrador de La habitaci¨®n cerrada, cuyo texto coincide con el que el lector de Auster est¨¢ leyendo, a?agaza en mise en abyme que le permite a ese mismo lector aventurar mil y una conjeturas detectivescas como las que el autor de Brooklyn Follies, su ¨²ltima y espl¨¦ndida novela, le depara d'habitude, junto a conflictos de identidad, orfandades obsesivas, lances del azar, la m¨ªtica soledad del escritor, la escritura ordenando el caos de la vida, la contaminaci¨®n entre autor, narrador y personaje, laberintos de instancias narrativas y autorreferencias, escritores "bloqueados" o, como M¨ªster Paul Blank Auster, cautivos de su imaginaci¨®n, juegos metaficcionales y otros temas favoritos de Auster reunidos en esta maqueta c¨®mplice de su obra.
Viajes por el Scriptorium es una nouvelle ¨¤ clef o un brillante ejercicio de narcisismo, un homenaje a sus autores favoritos, un viaje a la mente del novelista, una fiesta para sus lectores m¨¢s fieles y, por encima de todo, una enigm¨¢tica y magn¨ªfica alegor¨ªa de la creaci¨®n.
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