Los tesoros de la tumba de Djehuty
Un enviado de EL PA?S presencia los trabajos de la excavaci¨®n espa?ola en Luxor
"?Tienes claustrofobia o v¨¦rtigo? ?No? Pues vamos all¨¢?". El egipt¨®logo Jos¨¦ Manuel Gal¨¢n se encarama ¨¢gilmente al pretil del pozo funerario y comienza a bajar por la largu¨ªsima y fr¨¢gil escalera de mano. En un momento ya no se le ve. Es la ocasi¨®n para salir corriendo, pero los ojos de todos los que trabajan en la excavaci¨®n parecen converger sobre uno y de abajo llega, con un eco fantasmag¨®rico, la animosa voz del director: "?Venga!". As¨ª que este enviado especial a la tumba de Djehuty, en Dra Abu el-Naga (Luxor), ignora el temblor de sus rodillas, se ajusta el barbuquejo del casco, respira hondo y se mete en el oscuro pozo, viejo hogar de momias.
El Proyecto Djehuty, la excavaci¨®n, restauraci¨®n y publicaci¨®n de la tumba de ese noble que ocup¨® altos cargos con la reina Hatshepsut y de otro sepulcro vecino, adosado, el de Hery, un alto personaje al servicio de la reina Ahhotep (Tumbas Tebanas TT 11 y TT 12), acaba hoy su sexta campa?a en Egipto y ma?ana recibe en Madrid el Premio de la Sociedad Geogr¨¢fica Espa?ola en su categor¨ªa de Investigaci¨®n. El premio se le otorga al proyecto que dirige Gal¨¢n (Madrid, 1963), y que ha elevado el list¨®n de la egiptolog¨ªa espa?ola, especialmente por "la incorporaci¨®n de nuevas formas de investigaci¨®n arqueol¨®gica". En los seis a?os de trabajos, el equipo espa?ol no s¨®lo ha llevado a cabo un estudio mod¨¦lico e innovador de las tumbas a su cargo, sino que ha realizado hallazgos sensacionales. Como la Dama Blanca, el bello sarc¨®fago antropomorfo descubierto al excavar el patio de la tumba de Djehuty. O la Tabla del Aprendiz, la tablilla con el dibujo frontal de un fara¨®n que actualmente se exhibe en el Museo de Luxor, codo a codo, por as¨ª decirlo, con objetos de la tumba de Tutankam¨®n.
"?Qu¨¦ bien se est¨¢ en los pozos funerarios!", exclama Gal¨¢n
Un siniestro pasadizo lleva hasta la tumba 'adosada' de Hery
Desde el fondo del estrecho pozo funerario frente a la tumba de Hery, a siete metros de profundidad, el cielo azul de Egipto es un min¨²sculo rect¨¢ngulo en la lejan¨ªa. Gal¨¢n se ha metido en una de las dos angostas c¨¢maras que se abren al final del pozo. "?Qu¨¦ bien se est¨¢ en los pozos! Me gustan". El egipt¨®logo del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) explica que las c¨¢maras estaban llenas de cascotes y trozos de momia. Dentro uno no se puede poner de pie y la sensaci¨®n es opresiva. Viene a la cabeza el escorpi¨®n que encontraron por aqu¨ª y que Gal¨¢n guarda como un amuleto.
Gal¨¢n es muy sensato y prudente y no quiere hablar mucho de los hallazgos de esta campa?a, porque las autoridades egipcias, que exigen el control informativo de las zonas arqueol¨®gicas, le ri?en luego (injustamente, porque el egipt¨®logo espa?ol es en ese cap¨ªtulo, y valga la redundancia, una tumba). Pero est¨¢ claro que los ha habido, e importantes. Este enviado especial estaba presente cuando los obreros descubrieron una ofrenda consistente en un delicioso conjunto de peque?as vasijas y flores secas. "Suaya, suaya (poco a poco), borraja (despacio), Mohamed", indicaba Gal¨¢n a un viejo operario que apartaba la tierra con dedos curtidos y experimentados. Un momento inolvidable. Tambi¨¦n se ha hallado, en el patio de Djehuty, un ata¨²d del Reino Medio -lo que alarga la cronolog¨ªa del yacimiento- con el esqueleto (el cuerpo no fue momificado) de una mujer en su interior adornado con un collar de cuentas de fayenza. Dado que apareci¨® el 14 de febrero, se ha bautizado a la difunta como Valentina. Asimismo, se han descubierto los pies de una estatua de Djehuty y, lo m¨¢s importante de la campa?a: el pozo funerario de ¨¦ste, en el interior de su tumba, en la capilla. Existen grandes posibilidades de que al fondo de ese pozo cegado a¨²n con cascotes y con las dimensiones perfectas para hacer bajar un sarc¨®fago, est¨¦ el propio Djehuty o lo que quede de ¨¦l. Habr¨¢ que esperar a la pr¨®xima campa?a.
El ambiente en la excavaci¨®n tiene una nota de pintoresco romanticismo, con las filas de los obreros con t¨²nicas y turbantes acarreando capazos, pero tambi¨¦n algo de operaci¨®n militar. Hay un orden riguroso y todo es examinado y vuelto a examinar bajo la supervisi¨®n f¨¦rrea del rais (el impresionante Al¨ª Farouk el Quiftauy, el capataz) y el mudir (el director, Gal¨¢n). En dos tiendas con el logotipo de la patrocinadora Cajamadrid, casi a la vista de la vieja casa de Howard Carter en Elwat el-Diban, que ya es incentivo, trabaja parte del equipo analizando, dibujando y restaurando pacientemente el material encontrado. Desde una mesa mira fijo un ojo Udjad.
La tumba de Djehuty es sorprendentemente espaciosa. A la entrada hay una estatua del difunto y unas enormes estelas con himnos criptogr¨¢ficos. Hay relieves maravillosos, como el de un arpista. El arte es de primer¨ªsimo nivel. En un muro pueden verse tres avestruces atravesados por la misma flecha de Djehuty. En otro, un nubio estrangulado. La restauradora P¨ªa Frade consolida laboriosamente unos min¨²sculos signos azules. En la capilla, al final, un lugar peligroso por los derrumbes, est¨¢ Jos¨¦ Miguel Serrano, que excava en la c¨¢mara, a cuatro patas entre el polvo, y tiene el aspecto de un oficial japon¨¦s en Iwo Jima. Desde la tumba de Djehuty, por un siniestro pasadizo parcialmente obstruido por escombros, se pasa hasta la de Hery, 50 a?os m¨¢s antigua. Su procesi¨®n funeraria, grabada en una pared, es maravillosa. Al fondo se abre una c¨¢mara llena hasta el techo de escombros y arrastr¨¢ndose por encima se llega al extra?o dep¨®sito de centenares de momias de p¨¢jaros, ibis y halcones.
Al acabar la jornada, el feliz equipo se re¨²ne fraternalmente para descorchar un vino egipcio de la marca... Obelisco.
Babelia
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