Menos c¨¢nticos y m¨¢s himno nacional

"?Qu¨¦ pasa aqu¨ª? ?Por qu¨¦ hay tanta bandera y tanta gente? ?Juega hoy la selecci¨®n de f¨²tbol?". Paolo y Rosanna, una pareja italiana de 27 a?os, caminaba poco despu¨¦s de las 16.30 por el paseo de Recoletos ajena a lo que ocurr¨ªa. A esa hora, el mismo escenario en el que se reun¨ªa la gente para ver los partidos de la selecci¨®n espa?ola durante el Mundial se volv¨ªa a te?ir de rojo y amarillo.

A diferencia de lo que suele ocurrir en las manifestaciones, ayer no fue una tarde de c¨¢nticos. "Hoy hay que escuchar a las v¨ªctimas, que son las que tienen que hablar", explicaba Felipe, un asiduo de este tipo de actos. "Vengo a todo lo que se convoca, y lo seguir¨¦ haciendo hasta que haga falta". ?Tambi¨¦n a la manifestaci¨®n del 13 de enero? "No, hombre, a ¨¦sa no", replicaba su mujer. "Y al final, a cantar todos el himno".

Hab¨ªa, entre las masas, una retah¨ªla de esl¨®ganes. Los ya cl¨¢sicos dirigidos a Zapatero y su pol¨ªtica antiterrorista ("Rendici¨®n en mi nombre, NO"; "Z-ETA-P traidor"). Los no menos cl¨¢sicos Peones Negros, que exig¨ªan "la verdad sobre el 11-M". O los que consideraban al PP y a la Cope "imprescindibles para Espa?a". Oculta entre la multitud hab¨ªa tambi¨¦n una pancarta cuando menos original: un montaje de la Rendici¨®n de Breda, el cuadro de Vel¨¢zquez, donde quien se arrodilla no es otro que el presidente del Gobierno ante Arnaldo Otegi.

Cr¨ªticas al etarra

Pero sin duda el blanco de las cr¨ªticas y de los insultos fue el etarra I?aki De Juana Chaos. "Le deben estar pitando los o¨ªdos; a ver si sacan ahora una foto suya con las orejas rojas", le dec¨ªa una mujer de unos 60 a?os a su amiga. ?sta, indignada, le contestaba: "Ten¨ªan que sacar una con los s¨¢ndwiches que se come por las noches; que haga huelga de hambre hasta el final si se atreve". A unos metros de all¨ª, un padre explicaba a sus hijos una forma particular de entender la justicia: "Hay que respetar la decisi¨®n de los jueces, pero a este t¨ªo hab¨ªa que abrirle la cabeza y despu¨¦s matarlo".

No faltaron tampoco los que estaban pegados a la radio. "?Cu¨¢ntos dice Federico que somos?", preguntaba una se?ora. "Da igual, luego los otros dir¨¢n que somos cuatro o cinco y que vais con vis¨®n", le respond¨ªa su acompa?ante. Conforme se acercaba el fin de la concentraci¨®n, la gente reclamaba con m¨¢s insistencia el himno nacional. Hubo quienes se arrancaron con el Cara al sol al tiempo que agitaban banderas preconstitucionales. Algunos les miraban disconformes; otros les segu¨ªan. No faltaron, en esta mirada atr¨¢s en el tiempo, las banderas carlistas y sus correspondientes boinas rojas, ya habituales en este tipo de concentraciones.

Pasadas las seis de la tarde, lleg¨® el momento culmen de la tarde. Las primeras notas del himno nacional hicieron que la Plaza de Col¨®n viviera ocho meses despu¨¦s del Mundial una nueva exaltaci¨®n patri¨®tica. "Que se joda Pepi?o, levanta bien esa bandera que es lo m¨¢s grande que hay en Espa?a", le gritaba un padre a su hijo.