Menos metadona y m¨¢s gimnasia
Una c¨¢rcel madrile?a pone en marcha un innovador programa para rehabilitar presos drogodependientes a base de ejercicio f¨ªsico
"?Ayyy! ?Ayyy! ?Mi hijo, mi hijo! ?Lo m¨¢s guapo del mundo, lo m¨¢s bueno! ?Ayyy! ?Tania, hija, dame un abrazo! ?Ayyy!". Los lamentos, los gritos, el dolor, rompen el silencio en el inmenso aparcamiento, casi vac¨ªo a esa hora de la ma?ana, de la prisi¨®n de Soto del Real (Madrid). Quien llora inconsolable es una mujer de mediana edad rodeada de su familia en las escaleras. La han llamado al amanecer. Su hijo acaba de morir en la celda, presumiblemente de sobredosis de droga.
Los lamentos de la mujer van desvaneci¨¦ndose progresivamente seg¨²n se avanza por los corredores de la prisi¨®n, se atraviesan patios, se ascienden escaleras y desaparecen una vez traspasada una puerta met¨¢lica en el interior del polideportivo, marcada con una gran pegatina redonda, un dibujo de una persona haciendo deporte, una sola palabra rode¨¢ndolo: Metagym. En la peque?a sala que se abre tras la puerta s¨®lo se oye el suave ronroneo del giro de los pedales de dos docenas de bicicletas est¨¢ticas, sin ruedas. S¨®lo se oye la voz fuerte, casi alegre, de Jos¨¦.
Brother: "Mi vida ha pasado entre drogas y delincuencia. Ni sab¨ªa qu¨¦ era una bici"
El 'International Journal of Sport Medicine' publicar¨¢ los resultados del estudio
Jos¨¦ Abrodes (al que todos llaman Brother) lleva en su cara, en su cuerpo, las huellas de una vida de adicci¨®n a la hipod¨¦rmica, de abandono, a la intemperie. "Toda mi vida ha transcurrido entre prostituci¨®n, delincuencia y drogas", proclama con la fe inquebrantable de quien ha visto la luz tras a?os en la oscuridad. "No sab¨ªa ni lo que era una bicicleta... y ahora me paso varias horas al d¨ªa pedaleando en el Metagym".
La bicicleta que tiene al lado, que acaricia casi amorosamente Jos¨¦, es una BH normal, de esas que los pijos gorditos se compran por Reyes, y que a los 15 d¨ªas empiezan a acumular polvo en un rinc¨®n. Pero la bicicleta de Jos¨¦, y todas las bicicletas de la sala, est¨¢n resplandecientes. "Menudo es Jos¨¦", dice Fernando P¨¦rez. "Despu¨¦s de las sesiones, limpia todo, el suelo, quiere todo brillante".
Fernando P¨¦rez es monitor de deportes en la c¨¢rcel de Soto, el hombre que un d¨ªa ley¨® en el peri¨®dico que el fisi¨®logo Alejandro Luc¨ªa hab¨ªa demostrado que unas horas semanales de ejercicio f¨ªsico aumentaban espectacularmente la vida de los ni?os con leucemia, y que se pregunt¨® inmediatamente si lo mismo no valdr¨ªa para las personas m¨¢s d¨¦biles del penal: los dependientes de opi¨¢ceos que participan en programas sustitutivos de metadona y que, en su mayor parte, son seropositivos o contagiados con el virus de la hepatitis. Personas con atrofia muscular generalizada y baja capacidad funcional que al llegar a la c¨¢rcel s¨®lo tienen fuerza para estar tirados.
"Pero aqu¨ª, la rutina de la prisi¨®n, la regularidad de tres comidas diarias, el contar con techo fijo, les transforma", explica Lourdes Gil, la soci¨®loga del centro, que supervisa el programa de metadona y lo complementa con otras terapias, como grupos de autoayuda o de agentes sanitarios. "En el centro de Soto del Real tenemos cerca de 160 reclusos en el programa de metadona, y participan en el Metagym entre 20 y 25, pero es que pocos pueden hacerlo de entrada. Necesitan tiempo para recuperarse".
Actualmente hay unos 8.000 reclusos, el 15% de la poblaci¨®n penitenciaria de Espa?a, en programas de metadona, y 3.000 m¨¢s en programas de deshabituaci¨®n. Un 10% del total son seropositivos, un 33% sufren de hepatitis C. Casi un 50% de la poblaci¨®n penal espa?ola es toxic¨®mana; su tratamiento es por ello una de las prioridades sanitarias.
La utop¨ªa de Fernando P¨¦rez era lograr que esos internos dieran un salto adelante, que fueran capaces de abandonar incluso la metadona a cambio de ejercicio f¨ªsico, engancharlos al sudor, que experimentaran con el agotamiento una subida tal de endorfinas que luego no necesitaran m¨¢s para encontrarse en paz. Que igual que la metadona es un sustituto de la hero¨ªna, la gimnasia sustituyera a la metadona. Escribi¨® a Luc¨ªa, convenci¨® a los responsables del centro, logr¨® el apoyo de la Direcci¨®n General de Instituciones Penitenciarias, y el programa se puso en marcha.
El ¨¦xito del proyecto, pionero en el mundo, se puede medir fr¨ªamente valorando que el International Journal of Sports Medicine (IJSM) ha aceptado para su publicaci¨®n un trabajo cient¨ªfico titulado Beneficios del ejercicio f¨ªsico supervisado en internos de una prisi¨®n espa?ola, que resume los casi cuatro meses de un experimento en el que participaron, mediado 2006, 19 reclusos, 10 de ellos como grupo de control.
"Al principio se apuntaron 40, pero como Soto es un centro de preventivos, algunos fueron trasladados", explica Fernando, a quien acompa?a Luis, un segundo monitor deportivo que subi¨® en marcha al programa. "Ahora, sin embargo, estamos en obras para ampliar el gimnasio y la experiencia. Aparte de toxic¨®manos, trabajamos con mujeres embarazadas, con diab¨¦ticos, con otros grupos". Todos ellos se gu¨ªan por las conclusiones del estudio cient¨ªfico, que resalta una mejora en la condici¨®n muscular, de resistencia y cardiorrespiratoria del grupo activo, lo que desemboca en una mejora general del estado f¨ªsico y la calidad de vida de los reclusos.
Y alrededor de Fernando, como prueba viviente de que el estudio cient¨ªfico no es una filfa, se monta una asamblea espont¨¢nea en la que una docena de reclusos, los monitores, los m¨¦dicos Susana y Vicente, y la soci¨®loga, dan testimonio de los hechos. Hablan Jos¨¦ Mar¨ªa, Jos¨¦ Camacho, Juan,Brother, David, ?scar, Jos¨¦ Luis, Francisco, Bienvenido, Diego, Orlando y Antonio, orgullosos pioneros de su transformaci¨®n, del viaje interior que emprenden cada ma?ana en unas bicis est¨¢ticas.
Lleva la voz cantante Brother, evidentemente. "La meta del Metagym para m¨ª no es s¨®lo la metadona, sino una meta personal, un objetivo. Antes estaba todo el d¨ªa aplatanado, y en la calle, igual. Entrabas al metab¨²s, la asistente te daba la metadona, una jeringuilla y un bocadillo. Y al lado ten¨ªas el poblado de chabolas donde venden la hero¨ªna. Y en la puerta, los colegas, t¨®mate un tranki, vamos a tomar cervezas, un cigarrito, y te arrastrabas hasta el bar. Ahora estoy m¨¢s sano, he cogido peso, he cambiado de h¨¢bitos de higiene, me gusta sudar y luego lavarme, ducharme, sentirme limpio", proclama. Y a su lado, ?scar, tatuaje en el cuello, corte mohicano, asiente. "Me duele menos todo. He bajado la dosis de metadona. Porque esto, el deporte, tambi¨¦n engancha. El cuerpo te pide su dosis diaria de sudor y ejercicio".
Y Brother asiente. "Nos hac¨ªan anal¨ªticas cada 15 d¨ªas y nos miraban todo". Y Diego: "Y yo que antes s¨®lo com¨ªa kikos he empezado a tomar tres comidas al d¨ªa, y he ganado 10 kilos". Y a coro: "Nos tratan por primera vez en nuestra vida como personas. Nos respetamos m¨¢s a nosotros mismos y nos ganamos el respeto de los dem¨¢s. Nos hemos ganado el ch¨¢ndal y la bolsa de deportes, y la camiseta y el pantal¨®n de Nike que nos han dado".
Lourdes, la soci¨®loga, lo resume: "En algunos casos, la mejor¨ªa ha sido brutal, f¨ªsica, de autoestima... Todos los proyectos que tienen en cuenta al usuario son generalmente satisfactorios, pero en este caso, adem¨¢s, ellos han tenido el valor de empezar y atreverse a cambiar. Ni ellos mismos se cre¨ªan que pod¨ªan".
En el gimnasio de muscula-ci¨®n se explaya Jean-Fran?ois Tremblay, fisi¨®logo canadiense al que las vueltas que da la vida le han acabado depositando en una celda de Soto, y que se revel¨® como un inesperado y valioso ayudante. "Esto es una oportunidad ¨²nica. Soy de Ottawa y he trabajado en Montreal con el equipo ol¨ªmpico canadiense de halterofilia", dice. "?C¨®mo iba a pensar que estar en la c¨¢rcel me iba a conceder la oportunidad de convertirme en coautor de un trabajo cient¨ªfico publicado en el IJSM! Cuando quede libre y vuelva a Canad¨¢ voy a hacer un master o un doctorado bas¨¢ndome en este trabajo".
Fran?ois empez¨® a colaborar con los monitores deportivos cuando la Universidad Aut¨®noma envi¨® desmontados al gimnasio de Soto unos cuantos aparatos de entrenamiento de fuerza, prensas de piernas, de pectorales, antiguas, a¨²n movidas con cadenas de bicicleta, que iba a destinar a chatarra, como piezas de mecano. Nadie sab¨ªa c¨®mo montarlos hasta que el canadiense lo organiz¨® todo. Ahora est¨¢ encargado de los grupos de muscula-ci¨®n, parte de los programas deportivos en los que participan 500 internos.
Jos¨¦, Brother, lleva desde los 20 a?os de prisi¨®n en prisi¨®n. "Empec¨¦ en Meco J¨®venes, y hasta 2004 no empec¨¦ a probar la metadona", recuerda, "y ahora me estoy quitando del ambiente de la metadona tambi¨¦n".
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