Al otro lado del arco iris
Rufus Wainwright recrea clamorosamente en Londres el m¨ªtico concierto que Judy Garland ofreci¨® en el Carnegie Hall de Nueva York el 23 de abril de 1961
En casa de los Wainwright, enterrada bajo una pila de papeles, hab¨ªa una vieja fotograf¨ªa en blanco y negro. En ella, de espaldas al objetivo, una chica con dos largas trenzas sujeta un enorme banjo frente a un beb¨¦ que la mira entre aburrido y perplejo. La chica es Kate McGarrigle, esposa de London Wainwright III -acerado cantautor de finales, respetad¨ªsimo en los c¨ªrculos intelectuales de la Costa Este-, y el beb¨¦ es su hijo, el peque?o Rufus. La madre, gran dama del folk canadiense, recuerda c¨®mo algunos a?os m¨¢s tarde segu¨ªa intentando ense?ar a su hijo, que ya era un ni?o, a cantar una canci¨®n de folk. Se recuerda tocando el mismo banjo e incapaz de arrancarle una sonrisa.
La poca receptividad de su hijo entristece a Kate, que se sirve otro whisky escoc¨¦s y se sienta al piano para expresar su amargura a trav¨¦s de otro tipo de canciones. No aquellas que hablan de monta?as, r¨ªos y h¨¦roes solitarios, sino otras compuestas en medio de la agitaci¨®n de Nueva York. Canciones de Irving Berlin, George Gershwin o Cole Porter. Y ocurri¨® algo inesperado. El ni?o se acerc¨® a la madre. La cara ap¨¢tica se hab¨ªa convertido en una sonrisa. "Ens¨¦?ame esas canciones, mam¨¢", le dijo. "Eso es lo que quiero aprender". La madre no desaprovech¨® el momento: "De acuerdo, empezaremos por la que, en mi opini¨®n, es la mejor de todas ellas, Somewhere over the rainbow".
Hoy, el neoyorquino Rufus Wainwright tiene 33 a?os y es mucho m¨¢s que uno de los referentes m¨¢s celebrados de su generaci¨®n. Es un joven dandy, un icono gay y un megal¨®mano capaz de embarcarse en alucinantes proyectos como el que est¨¢ a punto de materializarse esta noche. Es domingo 25 de febrero y estamos en el teatro Palladium de Londres. Rufus Wainwright no s¨®lo va a cantar aquella primera canci¨®n que le ense?¨® su madre. Eso ser¨ªa demasiado f¨¢cil. Va a reproducir, canci¨®n por canci¨®n, el m¨ªtico concierto que Judy Garland (1922-1969), la Dorothy Gale de El mago de Oz, una de las grandes estrellas de la ¨¦poca dorada del musical de Hollywood, ofreci¨® en el Carnegie Hall de Nueva York la noche del 23 de abril de 1961. Un concierto recordado en los libros como "la noche m¨¢s grande de la historia del mundo del espect¨¢culo", y recogido en un doble ¨¢lbum (Judy at Carnegie Hall) que se ha convertido en cl¨¢sico.
Hace semanas que no quedan entradas para el concierto.El p¨²blico no es el habitual del artista: muchas m¨¢s personas por encima de los 70 a?os que por debajo de los 40. Ayuda, probablemente, que el precio de las entradas sea de 75 libras. Est¨¢n un elegante Jeremy Irons, la artista Sam Taylor-Wood y Neil Tennant, la mitad del veterano d¨²o Pet Shop Boys y productor del pr¨®ximo disco de Rufus, Release the stars, a la venta en mayo.
Sobre el escenario, una orquesta con m¨¢s de 30 m¨²sicos. Violines, violas, violonchelos, contrabajo, metales, percusiones, guitarra y, en el centro, un gran piano de cola. Entra el director de orquesta, un joven con cierto parecido a Rufus. La orquesta interpreta una obertura, y aparece Rufus. Lleva un ajustado traje de leopardo dorado de Viktor & Rolf. Se sit¨²a ante el pie del micro, recibe una gran ovaci¨®n y se arranca con When you're smiling. Las canciones han sido trasladadas a un tono m¨¢s grave para ajustarse a la voz del cantante.
Sigue al detalle el repertorio del m¨ªtico concierto y respeta hasta sus pausas. El concierto prosigue con el joven director de la orquesta sentado al piano. Se le alegra la cara al recibir un piropo de Rufus -"es casi tan guapo como yo"- y desgranan un par de canciones ¨ªntimas.
"Otra cosa que comparto con los Garland es que tengo una familia alucinante", dice Rufus. "Quiero dar la bienvenida a mi hermana Martha". Y aparece ella, cantante de folk pop de 30 a?os. Rufus sale de escena y su hermana canta una espectacular Stormy weather. Es el principio del desfile familiar. Rufus anuncia otra invitada y sale la madre, delgada, en un traje de chaqueta y pantal¨®n dorados. Se sienta al piano un instante, se disculpa y vuelve disparada por donde ha venido. "?Qu¨¦ habr¨¢ olvidado?", se pregunta en alto el hijo. La madre vuelve con una cegadora cajita de lentejuelas plateadas. "Ah, se la regal¨¦ yo estas navidades", cuenta Rufus.
Suenan unas notas del piano, y ah¨ª est¨¢n los dos: los mismos que sal¨ªan en aquella foto en blanco y negro. Madre e hijo tocando solos aquella primera canci¨®n que ella le ense?¨®. La canci¨®n que le hizo a Rufus Wainwright interesarse por la m¨²sica. Somewhere over the rainbow: en alg¨²n sitio al otro lado del arco iris. Aquella con la que la peque?a Dorothy Gale expresaba su deseo de salir de ese mundo gris en el que viv¨ªa y descubrir ese otro mundo luminoso que se encontraba al otro lado del arco iris. La madre mira con orgullo al hijo al que cri¨® sola, convertido en una estrella, despu¨¦s de superar a?os de excesos y adicciones.
La canci¨®n termina con todo el p¨²blico puesto en pie. Pero hay m¨¢s sorpresas. Rufus llama al escenario a Lorna Luft, hija del tercer matrimonio de Judy Garland, y cantan a d¨²o, abrazados, After you've gone. Rufus se despide con Chicago, y todo el p¨²blico se pone de nuevo en pie. Es una noche de incondicionales.
Para la primera tanda de bises, llama de nuevo a Lorna Luft, que canta a solas I could go on singing, una canci¨®n de la ¨²ltima pel¨ªcula de su madre, que se grab¨® aqu¨ª en el Palladium londinense, en 1963. "?Qu¨¦ noche tan grande!", dice Lorna emocionada. "Deseo agradecer a Rufus que haga esto a la memoria de mi madre". Ahora salen Martha y Kate. "?Llevas las gafas, mam¨¢?", bromea Rufus.
La madre se sienta al piano y los hijos cantan por turno. Kate se queja de que su pantal¨®n es muy ajustado. "Ens¨¦?anos el culo, mam¨¢", le pide Rufus. Y la madre se levanta y muestra su espalda al p¨²blico, que despide a las chicas puesto de nuevo en pie. El concierto llega a su fin con una apote¨®sica versi¨®n de San Francisco en la que Rufus acaba tirado por el suelo, en una de esas apoteosis rufusianas que provocan el clamor de sus seguidores. Tambi¨¦n aqu¨ª, en el Palladium.Es 'dandy', icono 'gay' y megal¨®mano capaz de embarcarse en proyectos alucinantes"Tambi¨¦n comparto con los Garland que tengo una familia alucinante", dice Rufus
Queremos tanto a Liza...
Rufus se quita durante el concierto la chaqueta y exhibe una camisa gris desabrochada, un chaleco negro y un gran broche de una mariposa en la solapa. "S¨ª, soy homosexual", dice, por si quedaba alguna duda, y recibe otra calurosa tanda de aplausos.
Act¨²a con las tablas de un showman superdotado, con un total dominio de la situaci¨®n, y convence hasta a las se?oras m¨¢s ancianas entre el p¨²blico, nost¨¢lgicas de Judy Garland, a las que logra arrancar sonrisas y hasta alguna l¨¢grima.
Tras un intermedio de 20 minutos, comienza el segundo acto con That's enterteinment. Ahora lleva un traje gris, camisa blanca, un lazo negro al cuello y, en la solapa, otro broche dorado con una barroca flor. "En este punto del disco Judy cuenta una historia sobre la prensa brit¨¢nica. A m¨ª siempre me ha tratado bien, de modo que, en vez de eso, contar¨¦ la historia de una de mis relaciones con los Garland. Mi padre creci¨® con Liza Minnelli [hija de Judy Garland] en Beverly Hills. Mi abuelo sol¨ªa dejarle a mi padre en casa de los Garland, lo cual explica mucho de todo esto", dice, provocando otra carcajada. "Resulta que mi padre se enamor¨® de Liza. Pero mi familia se tuvo que marchar. As¨ª que la destinataria de la primera carta de amor que escribi¨® mi padre fue a Liza Minnelli".
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