Soluci¨®n italiana
El ministro de Justicia italiano ha comparado el Gobierno de Prodi a la Torre de Pisa: "Est¨¢ inclinado, pero no se cae". Afirmaci¨®n inexacta, pues el monumento medieval tuvo que ser sujetado a unos anclajes para no derrumbarse. ?Cu¨¢les ser¨¢n los amarres que necesitar¨¢ Il Professore para evitar otra crisis? Desde luego, bastantes m¨¢s que el dec¨¢logo de lealtades que ha pactado con los l¨ªderes de la heterog¨¦nea coalici¨®n de centro-izquierda. Bien sabe el pol¨ªtico bolo?¨¦s que la pr¨®xima crisis no podr¨¢ ser saldada tan r¨¢pidamente y tan en falso como ¨¦sta. Y que veros¨ªmilmente, si sucede, no ser¨¢ ¨¦l quien sea el encargado de solucionarla.
No resulta sencillo entender los motivos por los que un Gobierno es derrotado hace una semana en el Senado por la traici¨®n de dos parlamentarios comunistas de la coalici¨®n en el poder y obtiene el voto de confianza -eso s¨ª, por apretado margen- siete d¨ªas despu¨¦s sin que hayan cambiado las dificultades para gobernar. Es evidente que en ello ha influido la reflexi¨®n pol¨ªtica general de que era un desprop¨®sito convocar elecciones menos de un a?o despu¨¦s de las anteriores. Pero, adem¨¢s, est¨¢ claro que la izquierda m¨¢s radical de la coalici¨®n ha hecho un ejercicio de cordura -cu¨¢nto durar¨¢ es otra cuesti¨®n- sopesando el riesgo de que la ca¨ªda de Prodi pod¨ªa significar el regreso de Berlusconi.
El primer ministro ha hecho un enjuague muy a la italiana. Por un lado, para no disgustar a la izquierda radical, ha pasado de puntillas sobre la conveniencia de mantener la misi¨®n en Afganist¨¢n (su financiaci¨®n tiene que ser renovada ya) y sobre la reforma de las pensiones (pese a que la anuncia en Bruselas); por el otro, ha insinuado que no se dejar¨¢ la piel en el proyecto de ley de parejas de hecho. Con esto contenta a la Iglesia y a algunos centristas y se gana la simpat¨ªa de los democristianos, que hasta la fecha a¨²n no se han marchado de la alianza de centro-derecha de Berlusconi.
La tarea prioritaria del Prodi bis ser¨¢ conseguir pactar con la oposici¨®n una nueva ley electoral que facilite mayor¨ªas s¨®lidas. Pero tampoco eso se presenta como un camino de rosas, pues encontrar¨¢ resistencia en los peque?os grupos de la coalici¨®n gobernante y desde luego no cuenta con el benepl¨¢cito de Berlusconi, autor de la que ahora rige.
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