El chafl¨¢n
La esquina es tanto un concepto arquitect¨®nico como moral. Por eso llamamos esquinado a un tipo de trato dif¨ªcil. Por eso no hay, en el imaginario colectivo, una esquina sin bar. Voy al bar de la esquina. Esp¨¦rame en el bar de la esquina. He encontrado al abuelo en el bar de la esquina, etc¨¦tera. La esquina es tambi¨¦n el sitio de trabajo de las putas. De ah¨ª quiz¨¢ el invento del chafl¨¢n, donde, al menos seg¨²n los h¨¢bitos ling¨¹¨ªsticos, parece que no hay bares ni putas. Tampoco el t¨¦rmino achaflanado posee connotaciones peyorativas. Achaflanar significa, simplemente, dar a una esquina forma de chafl¨¢n. Ergo el chafl¨¢n es moralmente hablando superior a la esquina.
Las autoridades pidieron hace ya una semana a los peri¨®dicos que renunciaran a publicar anuncios relacionados con la prostituci¨®n. Que cerraran esa esquina tan rentable. Lo hicieron a prop¨®sito del debate sobre si reconocer o no el oficio m¨¢s antiguo del mundo. Una vez tomada la decisi¨®n de no legalizarlo, solicitaron la ayuda voluntaria de las empresas period¨ªsticas, pues parece que se puede prohibir la prostituci¨®n, pero no su publicidad. Incluso se puede prohibir la prostituci¨®n, pero no su pr¨¢ctica. De hecho, la prostituci¨®n, si lo hemos entendido bien, continuar¨¢ siendo legal, aunque no estar¨¢ regulada. Lo que quiere decir que la ¨²nica ley a la que se plegar¨¢ ser¨¢ la del mercado (y quiz¨¢ la de las mafias). Si esta esquina es rentable, tendr¨¢ un nivel de ocupaci¨®n alto. Si no, se quedar¨¢ desierta (a menos que pongamos un bar).
Hasta ahora s¨®lo el gratuito 20 Minutos ha atendido el ruego de las autoridades. Ni siquiera aquellos que en sus editoriales condenan el comercio del sexo han renunciado a los beneficios de la prostituci¨®n. Tampoco los que editan suplementos religiosos y cuyos columnistas hablan de Dios con la confianza con la que usted y yo hablamos de nuestro cu?ado. Todos los editores contin¨²an en la esquina, con su bolso de piel marr¨®n, meneando el abanico. Ello me sume en un desconcierto a ratos moral y a ratos urban¨ªstico. Me declaro, en lo urban¨ªstico, partidario del chafl¨¢n. En los temas de conciencia, en cambio, prefiero la esquina. Pero yo soy un particular desorientado. Las instituciones deber¨ªan estar m¨¢s achaflanadas.
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