Mejor en la ¨®pera
La actuaci¨®n de Ainhoa Arteta estuvo precedida por la entrega que le hizo la alcaldesa, Rita Barber¨¢, de la medalla del Palau de la M¨²sica. Este galard¨®n ha sido concedido tambi¨¦n, en otras temporadas, a Daniel Barenboim, Teresa Berganza, Zubin Mehta, Mstislav Rostrop¨®vich, Crist¨®bal Halffter, Alfredo Kraus, Joaqu¨ªn Rodrigo y Luis Antonio Garc¨ªa Navarro, en algunos casos a t¨ªtulo p¨®stumo.
Tras los parlamentos de rigor, dio comienzo un recital que, como suele suceder con la soprano vasca, desmerece al compararlo con los resultados obtenidos al cantar ¨®pera. A¨²n se recuerdan aqu¨ª la Tatiana de Eugenio Onegin y la Margarita de Fausto, donde hubo un trabajo depurad¨ªsimo de principio a fin, y donde la natural belleza de su voz no tuvo sombra alguna.
Ainhoa Arteta (sobrano)
Roger Vignoles (piano). Obras de Gounod, Bizet, Debussy, Hahn, Chausson, Obradors, Granados y Turina. Palau de la M¨²sica.Valencia, 3 de marzo de 2007.
En los recitales, sin embargo, Arteta combina, por una parte, cierto repertorio relativamente f¨¢cil cuyo car¨¢cter delicado coincide con un enfoque gestual y vocal que maneja holgada y -a veces- repetitivamente. Por otra parte introduce obras de car¨¢cter similar pero con puntos aislados de mayor dificultad -generalmente alg¨²n paso por el agudo, corto pero dif¨ªcil- que ella resuelve con aut¨¦ntica brillantez y squillo. Y, al fin, el repertorio espa?ol que tantos aplausos le reporta, a pesar de que en ¨¦l resulta m¨¢s perceptible una dicci¨®n no demasiado clara y, sobre todo -en el caso de Granados- la falta de un idiomatismo aut¨¦ntico. Cosa que, por ejemplo, tampoco se daba en el caso de Caball¨¦, y s¨ª, a pesar de sus suaves modales, en el de Victoria de los ?ngeles. Mejor estuvo con Obradors y Turina. En cuanto a los bises, las inevitables y preciosas Canci¨®n de cuna para dormir a un negrito (Monsalvatge) y Oh mio bambino caro (Puccini), ricamente elaborado el primero de ellos -quiz¨¢s demasiado. Acab¨® con La tar¨¢ntula da?ina (de la zarzuela de Ger¨®nimo Gim¨¦nez La tempranica), que puso al auditorio a punto de zapatear. De eso se trataba.
Robert Vignoles, en las dos piezas que toc¨® en solitario, tambi¨¦n son¨® mejor en lo franc¨¦s -que trabaj¨® con m¨¢s mimo y sonoridades depuradas- que en lo espa?ol. El Dr. Gradus ad Parnassum, primera pieza del cuaderno Children's Corner de Debussy, es una creaci¨®n deliciosa, y bastante m¨¢s f¨¢cil de ejecutar de lo que parece en la escucha. Vignoles la toc¨® sin un error, pero le cab¨ªa un punto m¨¢s de poes¨ªa, sobre todo en la secci¨®n central.
En La maja y el ruise?or (de Goyescas, Granados) pareci¨® echarse al ruedo con toda la energ¨ªa del mundo, demasiada, escuch¨¢ndose el piano m¨¢s borroso, con roces en las series de acordes y, sobre todo, con m¨¢s improvisaci¨®n (en el sentido negativo de la palabra). Lo mismo sucedi¨® al acompa?ar a Arteta en la segunda parte. En fin: suelen pasar esas cosas cuando se tiene el aplauso asegurado.
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