El pulso
Como era previsible, la prisi¨®n atenuada del etarra De Juana Chaos ha creado la en¨¦sima bronca entre el Gobierno y el PP. El problema esta vez es que el comprensible alto grado de conmoci¨®n social que ha acarreado la medida, que por muy indigerible que sea se ajusta a la ley, amenaza con convertir la calle, y no el Parlamento, en el lugar donde se hace la pol¨ªtica. Y eso deber¨ªa tenerlo en cuenta el l¨ªder de los populares, Mariano Rajoy, cuando anima a la rebeli¨®n c¨ªvica. Jalear la estrategia de la crispaci¨®n con unas dosis de cinismo insospechadas, actividad a la que se han entregado los populares estos d¨ªas, trae incidentes como el del ataque a una sede socialista en Alcal¨¢ y la aparici¨®n de la ultraderecha y de banderas preconstitucionales en las concentraciones de estos ¨²ltimos d¨ªas, como sucedi¨® ayer en Lorca. El Gobierno y el PSOE no deben caer en la provocaci¨®n. En un ejercicio de responsabilidad, deben evitar rotundas descalificaciones contra el primer partido de la oposici¨®n y la tentaci¨®n de desempolvar v¨ªdeos de anteriores treguas. Sobre todo porque el ¨²nico beneficiario es ETA. La pol¨ªtica se hace sobre el futuro, no sobre el pasado.
La soluci¨®n al asunto del etarra ha sido, dentro de las dos posibles, la menos mala. Calificarla como la aceptaci¨®n de un chantaje resulta incoherente, puesto que no ha habido ninguna extorsi¨®n ni se ha violado ninguna ley. Hablar de rendici¨®n del Estado es una exageraci¨®n, y considerarla como una victoria de la izquierda radical abertzale, pese a que ¨¦sta no se la quiere "restregar en la cara" al Gobierno, seg¨²n afirma el l¨ªder del colectivo de apoyo a los presos, Juan Mari Olano, entra dentro del peaje a pagar a la ret¨®rica de los radicales. Suena igualmente ingenuo que tan importante decisi¨®n obedezca a la decisi¨®n personal del ministro del Interior, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, y no del Gobierno. En realidad, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero dej¨® claro que no fue as¨ª en la reuni¨®n este fin de semana del Comit¨¦ Federal del PSOE. Asimismo, atribuir la prisi¨®n atenuada para De Juana a razones humanitarias tiene el riesgo de confundir a la opini¨®n p¨²blica. Ser¨ªa m¨¢s ¨²til que el jefe del Ejecutivo enfatizara que el gesto obedece, ante todo, a razones de inteligencia pol¨ªtica para evitar males mayores.
Es improbable que el ruido de este suceso se acalle pronto. En cualquier caso, el Gobierno tiene ante s¨ª ya mismo otra patata caliente, puede que m¨¢s complicada que la de De Juana Chaos: autorizar o no la presencia de la izquierda abertzale en las elecciones municipales de mayo pr¨®ximo. Para que Batasuna pudiera concurrir en los comicios deber¨ªa acatar la vigente Ley de Partidos y condenar expl¨ªcitamente la violencia, lo que todav¨ªa no se ha producido. Resultan insuficientes los gui?os de Otegi de que su formaci¨®n no exige al Estado ning¨²n precio pol¨ªtico y su inter¨¦s ahora por luchar por "v¨ªas pac¨ªficas y democr¨¢ticas" en busca de una comunidad aut¨®noma entre Euskadi y Navarra, como reiter¨® el s¨¢bado en el acto de Pamplona. Es un deber de Batasuna desmarcarse de la violencia y reafirmarlo p¨²blicamente; y de ETA, anunciar que renuncia a las armas. Para reengancharse al sistema democr¨¢tico no basta con altisonantes declaraciones. El Gobierno debe ser particularmente exigente en este punto. Ser¨¢ la mejor manera de que los ciudadanos comprendan el sacrificio que suponen para el Estado y sus instituciones casos como el de De Juana Chaos.
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