A cuatro a?os de la guerra en Irak
Este mes de marzo se cumplen cuatro a?os desde el inicio de la guerra en Irak. Y con el aniversario aparecen las preguntas esenciales: ?cu¨¢ndo y c¨®mo se termina la ocupaci¨®n de ese pa¨ªs? ?C¨®mo podr¨¢ volver a ser Irak una naci¨®n capaz de regir su destino? ?Por d¨®nde est¨¢ la salida a un conflicto cuyo origen estuvo sustentado en informaciones sin fundamentos s¨®lidos?
Detr¨¢s de lo ocurrido parece haber lecciones que aprender. Hace algunos d¨ªas, el ex presidente del Gobierno espa?ol, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, admiti¨® que en Irak no hab¨ªa armas de destrucci¨®n masiva, y agreg¨®: "Tengo el problema de no haber sido tan listo de haberlo sabido antes". Poco despu¨¦s, el presidente de su partido, Mariano Rajoy, al tratar de interpretar tales palabras, dijo: "Probablemente con los datos de los que se dispon¨ªa entonces, que es cuando se toma la decisi¨®n, no fuera un error. Ahora, con los datos de los que se dispone despu¨¦s, ya estamos en una situaci¨®n diferente". El problema es que en ese momento (febrero de 2003) el tema ya era discutible.
La justificaci¨®n usada para llevar adelante la guerra, actuando al margen del sistema de Naciones Unidas, se sostuvo en la eventual existencia de armas nucleares y en la seguridad de que el Gobierno de Sadam Husein pose¨ªa o estaba desarrollando armamento qu¨ªmico, biol¨®gico y radiactivo. Las armas no fueron encontradas tras la invasi¨®n y la guerra se convirti¨® en lo que vemos d¨ªa tras d¨ªa: esa especie de guerra civil larvada, mientras de cincuenta a cien personas encuentran la muerte bajo atentados suicidas cada d¨ªa.
En marzo de 2003, Hans Blix, el inspector de Naciones Unidas, pidi¨® m¨¢s tiempo. Se le hab¨ªa encomendado demostrar que Irak pose¨ªa armas de destrucci¨®n masiva y era un peligro para la convivencia internacional. En aquellos momentos previos a la guerra, Chile era miembro del Consejo de Seguridad, y por ello sostuve una conversaci¨®n urgente con Hans Blix, quien me dijo: "No he encontrado armas; necesito m¨¢s tiempo para asegurar si las hay o no las hay".
Tambi¨¦n por esos d¨ªas habl¨¦ con el presidente Chirac, quien me se?al¨®: "Puedo asegurar que no hay armas nucleares en Irak; sin embargo, no puedo con la misma fuerza decir que no haya armas de destrucci¨®n masiva, pero mis servicios me informan que ellos no han encontrado nada".
Era necesario m¨¢s tiempo, salvo que la decisi¨®n de invadir estuviera tomada de todos modos. Era necesario apegarse a la legislaci¨®n internacional, a nuestras instituciones, al Consejo de Seguridad. Para Chile fue una decisi¨®n dif¨ªcil, pero no dimos nuestro voto a favor de una invasi¨®n militar cuyas razones no estaban plenamente comprobadas.
Ya en marzo de 2004, el Gobierno norteamericano debi¨® designar una comisi¨®n para que estudiara si las agencias de espionaje y los servicios de inteligencia de Estados Unidos hab¨ªan informado err¨®neamente. Un a?o despu¨¦s, la comisi¨®n presidencial que examin¨® los informes de armamento en Irak afirm¨® que el Gobierno de Estados Unidos estuvo "totalmente equivocado" en casi todas sus evaluaciones sobre el arsenal iraqu¨ª en tiempos de Sadam Husein.
Creo que Estados Unidos le debe una explicaci¨®n al mundo, porque la justificaci¨®n para la guerra no fue demostrada por los hechos posteriores. Se requiere mucho cuidado en las afirmaciones que un pa¨ªs de esa envergadura hace. En todo ello est¨¢ involucrada la responsabilidad internacional -que de una u otra forma nos cabe a cada pa¨ªs en el mundo global-, pero mucho m¨¢s al pa¨ªs que es la primera potencia mundial.
Ganar la guerra puede que haya sido f¨¢cil. Pero est¨¢ claro que ha sido imposible ganar la paz.
Cuatro a?os despu¨¦s, el saldo es de cientos de miles de muertos. A la fecha son m¨¢s de 3.150 los soldados norteamericanos ca¨ªdos en Irak, dato que sobrepasa la cifra de quienes murieron en las Torres Gemelas. El gasto militar en la guerra de Irak llega a los 378.000 millones de d¨®lares y se anuncia un presupuesto que llevar¨¢ esta cifra a los 683.000 millones de d¨®lares. La situaci¨®n es mucho peor que al comienzo.
En Chile fuimos coherentes. El mismo Consejo de Seguridad que no dio el pase a la guerra de Irak, en febrero de 2004 pidi¨® por unanimidad tropas para acudir ante la crisis de Hait¨ª. Chile, pa¨ªs peque?o, en 72 horas, coloc¨® 300 hombres en aquella naci¨®n del Caribe. Ello porque los pa¨ªses peque?os entendemos que el sistema internacional debe tener reglas y las instituciones internacionales deben ser fortalecidas. Por ello decimos que dentro del sistema de reglas internacionales, todo; fuera del sistema, nada.
Al escribir esta columna se habla de un eventual enfrentamiento con Ir¨¢n, y de nuevo, las razones son afirmadas por unos, negadas por otros. ?Se volver¨¢ a actuar al margen de Naciones Unidas o seguiremos el carril que indica la coherencia internacional? ?Se asumir¨¢ el an¨¢lisis serio de los datos entregados por los expertos sobre la capacidad nuclear de Ir¨¢n para derivar de all¨ª una acci¨®n diplom¨¢tica, como se ha hecho con Corea del Norte, o se precipitar¨¢ otra grave crisis militar?
Cuando decimos que se le debe una explicaci¨®n al mundo por parte de aquellos que sostuvieron la existencia de las armas en Irak, ojal¨¢ esa explicaci¨®n lleve tambi¨¦n una dosis de humildad frente a los tiempos que estamos viviendo hoy. Tiempos de inquietud por el futuro, casi tanto como cuatro a?os atr¨¢s, cuando la guerra parec¨ªa inevitable m¨¢s all¨¢ de lo que se dijera y al final lleg¨®.
Ricardo Lagos, ex presidente de Chile, es presidente del Club de Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.