Pan de apio, fuet con chocolate, pat¨¦ de trucha...
Me produce una gran alegr¨ªa la comida. Me gustan los escaparates bien presentados, y me gustan los tenderos que saben lo que venden y que cuando te cortan el queso te ofrecen un trozo para que lo pruebes. Me gusta descubrir algo que todav¨ªa no he probado, como el pan de miel y guisantes o el licor de higo chumbo o el lomo con ajo incrustado. Por eso, nunca me pierdo la semana de los alimentos de Europa, de El Corte Ingl¨¦s. Me gusta ir y comprar y luego com¨¦rmelo con mis amigos. Y, por eso tambi¨¦n, el s¨¢bado estuve viendo y comprando y oliendo en la Feria Barcelona Degusta, que terminaba el lunes. Ahora les cuento.
Cuando voy a un lugar as¨ª sigo a los jubilados, que son los verdaderos profesionales a la hora de conseguir que les den algo para comer sin pagar. Ellos, que en muchos casos no llegan ni al estatus de mileurista y que han pasado una guerra, saben conseguir antes que nadie el trozo de queso, el montadito de chorizo o el pedazo de jam¨®n. Y, sobre todo, se maravillan ante la abundancia, as¨ª que da gusto o¨ªrlos. Me sit¨²o detr¨¢s de dos se?oras que van del brazo, cada una con una bolsa de la empresa de caldo Aneto. Las oigo comentar lo bien pensado que est¨¢ que el expositor de la empresa de caldo tenga unas ollas que parezcan "tan r¨²sticas", porque as¨ª te haces m¨¢s a la idea de que el caldo en cuesti¨®n no es de tetrabrick, sino natural. El recinto est¨¢ organizado por estados: Chile, B¨¦lgica, Espa?a -que cuenta con expositores de Catalu?a, la Rioja y Andaluc¨ªa- Francia, Hungr¨ªa, India, Portugal y el Reino Unido. Adem¨¢s, hay una sala de conferencias, una librer¨ªa y un panel de exposiciones, que no es vertical, sino plano. Encima de ese panel, de cristal, saltan siete ni?os mientras sus padres, que no deben querer coartar su creatividad, les miran con una indiferencia que yo castigar¨ªa con c¨¢rcel y retirada de la custodia. Al cabo de unos simp¨¢ticos minutos de impavidez paterna, uno de los ni?os rompe el panel. Qu¨¦ dura es la vida del progenitor moderno. La madre del energ¨²meno se ve obligada a levantarse y reprender al ni?o con una suavidad extrema, no sea que el pobre sufra un trauma. Las dos se?oras de la bolsa de caldo, que han estado mirando, no entienden nada.
Dejo a las se?oras haciendo cola para el rosc¨®n de jam¨®n de la empresa Navidul, anunciado por Bert¨ªn Osborne, y me sit¨²o al lado de un chico y una chica la mar de felices. Se sientan un momento en uno de los bancos habilitados y miran las fotos de un libro que acaban de comprar: La cocina es bella, del cocinero Santi Santamar¨ªa. Tambi¨¦n han comprado queso, que, seg¨²n oigo, se comer¨¢n durante el partido del Bar?a. ?l, de vez en cuando, mete la nariz en la bolsa y huele. "?Mmm!", exclama. Por lo que dicen, deduzco que el d¨ªa en que cumplieron su primer a?o de novios se regalaron una comida en Can Fabes, el restaurante de Santamar¨ªa. "Me gusta que no sea uno de esos cocineros tan delgad¨ªsimos...", dice ¨¦l. Y ella le pregunta si recuerda platos que comieron. "?Nena! ?La panceta...", contesta ¨¦l. "Ah, s¨ª!", grita ella al tiempo que chasquea los dedos. "?S¨ª, s¨ª, s¨ª... La panceta. Qu¨¦ buena...!". Y al decir "buena", pronuncia mucho la "b". "Bbbuena". Miran las fotos del libro en silencio y, al cabo de un rato, ella propone: "Lo que tenemos que hacer es guardiola cada mes, pero en serio, separ¨¢ndolo, como si fuese un recibo... Y cuando hagamos el a?o y medio volvemos a ir". Se dan un beso y meten la nariz en la bolsa de queso.
En la zona de los productos catalanes, compro un cucurucho de una secallona excelente, por un euro y medio. Despu¨¦s, paso por un expositor de la zona de la Rioja, en el que venden unas maderas envasadas al vac¨ªo. Le pregunto al se?or para qu¨¦ sirven y me dice que proceden de las barricas de vino. Cuando ya est¨¢n inservibles, en lugar de tirarlas las envasan para que puedan ser utilizadas como "aromatizante" para la carne a la brasa. Compro dos, a ocho euros cada paquete, para mis distintas amistades poseedoras de barbacoa. Se las regalar¨¦ a ver si me invitan. Tambi¨¦n compro una mermelada inglesa de chili. ?sta no se la regalar¨¦ a nadie. Ser¨¢ para m¨ª.
En la zona de Andaluc¨ªa un se?or me ofrece un prospecto en el que te muestran las partes del jam¨®n y c¨®mo cortarlo. Me ense?a lo que es el hueso coxal, el corvej¨®n (que es la parte que est¨¢ justo despu¨¦s de la pezu?a y antes del inicio del corte) o lo que se denomina el "paquete principal" (con perd¨®n). Al se?or le encanta hablar de jamones y a m¨ª se me hace la boca agua al o¨ªrle decir que "el corte, para que sea vistoso, tiene que empezarse por la parte principal, que siempre ser¨¢ m¨¢s infiltrada". Un matrimonio consigue colarse y pillar al vuelo la loncha que el hombre se dispon¨ªa a ofrecerme. Son expertos gorrones. El mercado de la Boqueria tambi¨¦n tiene un expositor especial, en el que compro un t¨¦ a granel que huele de maravilla. Los de la empresa Chupa Chups tambi¨¦n cuentan con un espacio donde exponen caramelos "relajantes". La pena es que no se venden, solo est¨¢n para ser vistos. Y esto me recuerda que en el mercado de Candem, de Londres, vi que vend¨ªan caramelos con palo con sabor -dec¨ªan- a marihuana. Y tambi¨¦n me paro en una tienda donde puedes comprar escamas de sal con sabor a romero, a chile o a ajo. Y m¨¢s all¨¢ tienen pan indio. Y aceitunas arbequinas. Y pasta rellena de ortiga. Y tomates raf...
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