Una artesan¨ªa de terroristas marroqu¨ªes
-Adi¨®s -dijo el zorro-. He aqu¨ª mi secreto, que no puede ser m¨¢s simple: s¨®lo con el coraz¨®n se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.
-Lo esencial es invisible para los ojos -repiti¨® el principito para acordarse.
Si los ojos no pueden ver lo que ocurri¨® el 11-M, ?el coraz¨®n, siguiendo a Antoine de Saint-Exup¨¦ry, acaso s¨ª? Si por coraz¨®n se entiende fanatismo fundamentalista isl¨¢mico, ideolog¨ªa integrista, quiz¨¢.
El puzle, que ya figura en el sumario del juez Juan del Olmo, se ha intentado armar en el juicio a partir del pasado jueves, mediante la ayuda de un inspector de polic¨ªa de la Unidad Central de Informaci¨®n Exterior (UCIE), en calidad de testigo protegido; a ¨¦ste ha seguido otro polic¨ªa de la misma unidad.
Ni todas las piezas van a encajar ni es posible atravesar el cristal de la pecera para percibir los susurros de los acusados
?Por qu¨¦ el crimen del 11-M es un crimen perfectamente organizado? Esto es: ?por qu¨¦ tiene que haber autores intelectuales?, ?por qu¨¦ dividir entre intelectuales y autores materiales?
?Por qu¨¦ tanto empe?o en hablar de autores intelectuales? Quiz¨¢ para taparle la boca a aquellos que para denostar la instrucci¨®n judicial durante cuatro a?os han apelado a este cuento de los autores intelectuales. O dicho de otro modo, para contestar a aquellos que han pretendido devaluar a los presuntos autores con el ardid de que no tienen la profesionalidad y capacidad para haberlo acometido.
El relato de hechos y datos que ya obra en la causa y que los polic¨ªas han explicado en el juicio pintan esta operaci¨®n como una actividad de artesanos: terroristas marroqu¨ªes, afiliados formalmente o no, a diferentes organizaciones.
Cuando se pretende incardinar todos los hechos a lo Agatha Christie, donde cada pieza encaja, es donde las cosas chirr¨ªan. En otros t¨¦rminos: es evidente que la actividad de los terroristas, en su mayor¨ªa marroqu¨ªes, es catalizada por la aparici¨®n decisiva de Jamal Ahmidan, El Chino, despu¨¦s del verano de 2003. Y este personaje, a juzgar por lo que han declarado los polic¨ªas especializados en terrorismo islamista, era un completo desconocido para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Que los polic¨ªas intentan encajar todas las piezas a¨²n a riesgo de golpear a veces a machamartillo no deja de ser comprensible. No lo es menos que cuando explican los hechos uno desear¨ªa meterse en la pecera blindada y o¨ªr lo que farfullan, en ese mismo instante, Youssef Belhadj, Hassan el Haski y Abdelmajid Bouchar, tres presuntos miembros del Grupo Ism¨¢mico Combatiente Marroqu¨ª. Esta organizaci¨®n, liderada por Mustaf¨¢ Maimouni, uno de los que alquilaron la finca de Morata de Taju?a, en Chinch¨®n, y hoy preso en Marruecos, cometi¨® antes del 11-M cometi¨® el atentado en la Casa Espa?a de Casablanca el 16 de mayo de 2003, nueve d¨ªas antes de las elecciones municipales y auton¨®micas de aquel 25 de mayo.
Pero ni todas las piezas va a encajar forzosamente ni desgraciadamente es posible atravesar el cristal de la pecera blindada para percibir los susurros de los principales acusados.
En cambio, la versi¨®n de la artesan¨ªa terrorista marroqu¨ª refleja mejor la realidad y, ayudar¨ªa a comprender c¨®mo un grupo m¨¢s bien informe de terroristas, cuya vinculaci¨®n directa con Al Qaeda parece bastante difusa, result¨® pasar desapercibida por las autoridades policiales y de inteligentes.
V¨¦ase esta paradoja: aquellos comunicados de Al Qaeda -aparte de la amenaza directa de Osama Bin Laden del 18 de octubre expresiva en s¨ª misma- y otros grupos son hoy analizados por los polic¨ªas como la evidencia de que el atentado se fragu¨® en monta?as y desiertos lejanos, para usar una expresi¨®n acu?ada por Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Lo que en aquel momento, antes del 11-M, no ten¨ªa una relevancia fundamental -los comunicados y amenazas- hoy s¨ª la tiene.
Hay algo que no funciona. Que los terroristas marroqu¨ªes se pudieran inspirar en Osama Bin Laden es de sentido com¨²n. Pero de ah¨ª a construir el 11-M a imagen y semejanza del 11-S hay una distancia sideral.
Algunos expertos norteamericanos en contraterrorismo, como Bruce Hoffman, de la Rand Corporation, creen que Al Qaeda estuvo mucho m¨¢s detr¨¢s de los atentados del 11-M de lo que se cree. Con todo, esta idea, al menos hasta el momento, no est¨¢ apoyada en evidencias.
Los polic¨ªas quieren pues multiplicar las conclusiones de la gran cantidad de pruebas y conexiones detectadas tras hallar aquella bolsa en la madrugada del 12 al 13 de marzo, hallazgo que condujo a los terminales de tel¨¦fono, las tarjetas y el explosivo, un paso decisivo en la investigaci¨®n que continuar¨ªa durante los meses siguientes.
Con todo, en algunos pasajes de sus declaraciones, los polic¨ªas admiten que fue el 3 de abril de 2004, en el piso de Legan¨¦s, tras la explosi¨®n suicida, cuando cayeron en la cuenta de que todos los individuos que conspiraban hab¨ªan ido a parar al mismo domicilio. A muchos les hab¨ªan seguido durante a?os y eran piezas de diferentes sumarios. S¨®lo el 3 de abril se pudo confirmar que hab¨ªa una conspiraci¨®n central a partir de fuentes diversas.
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