11-M, heridas que no cicatrizan
Mientras la poblaci¨®n ha superado el trauma, las v¨ªctimas sufren secuelas que no mejoran con el tiempo
Fuerte olor a sangre y a matadero. M¨®viles sonando insistentemente en los cad¨¢veres esparcidos por doquier. Nubes de humo que emborronan la visi¨®n. Lamentos y quebrantos. L¨¢grimas y muecas de dolor. Cuerpos destrozados y sue?os rotos. Horror y m¨¢s horror. Son s¨®lo peque?as pinceladas del paisaje que, machaconamente, ven¨ªa al recuerdo de los polic¨ªas espa?oles que participaron en las tareas de rescate y salvamento de los atentados del 11-M en Madrid. El pr¨®ximo domingo se cumplen tres a?os de aquella tragedia, cuyo balance fue de 191 muertos y m¨¢s de 2.000 heridos.
Las mujeres sufren m¨¢s secuelas psiqui¨¢tricas que los hombres por razones hormonales
En las v¨ªctimas, los s¨ªntomas de depresi¨®n, agorafobia y ansiedad apenas mejoran
Se acaban de extraer los resultados de la segunda fase de un ambicioso estudio epidemiol¨®gico sobre las consecuencias psicopatol¨®gicas de la tragedia en las v¨ªctimas, la poblaci¨®n general y la polic¨ªa. Este trabajo, financiado por el Ministerio del Interior, la Universidad de Alcal¨¢ y el Fondo de Investigaci¨®n Sanitaria del Ministerio de Sanidad, revela que la poblaci¨®n ha superado el trauma, pero las v¨ªctimas siguen con las heridas en carne viva.En este estudio, de tres a?os de duraci¨®n y cuya recogida de datos se emprendi¨® a las cinco semanas del 11-M, han participado los hospitales p¨²blicos de Madrid: La Paz, Gregorio Mara?¨®n, Doce de Octubre y La Princesa, as¨ª como el Pr¨ªncipe de Asturias, de Alcal¨¢ de Henares, y la propia Universidad de Alcal¨¢. Sus tres coordinadores principales son Rafael Gabriel, jefe de la Unidad de Investigaci¨®n y Epidemiolog¨ªa Cl¨ªnica del Hospital La Paz; Laura Ferrando, profesora del ?rea de Psiquiatr¨ªa de la Universidad de Alcal¨¢, y Enrique Sainz-Cort¨®n, jefe de Psiquiatr¨ªa del Gregorio Mara?¨®n.
Se eligieron estos centros por su alta participaci¨®n en la atenci¨®n sanitaria a los heridos (especialmente el Gregorio Mara?¨®n, que acogi¨® a un tercio de las v¨ªctimas) y se tom¨® como poblaci¨®n de estudio a los ciudadanos de Alcal¨¢, ya que la mayor¨ªa de los trenes afectados proced¨ªan de esta ciudad. De hecho, un estudio posterior comprob¨® que el 20% de los residentes conoc¨ªa a alguna v¨ªctima.Los resultados de la primera fase, sobre el estado de los afectados en las primeras ocho semanas, se publicaron en noviembre de 2006 en la revista European Psychiatry. En esta segunda fase se han encontrado importantes diferencias. Seg¨²n el epidemi¨®logo Rafael Gabriel, en la primera fase participaron voluntariamente, y tras otorgar consentimiento informado por escrito, el 70% de la muestra: 127 v¨ªctimas, 485 ciudadanos de Alcal¨¢ y 153 polic¨ªas, de los que presentaron s¨ªntomas compatibles con patolog¨ªas psiqui¨¢tricas el 57,5%, el 25,9% y 3,9%, respectivamente.
En la segunda fase la recogida de datos result¨® m¨¢s complicada, seg¨²n la profesora Ferrando, "porque eran muchas las personas que entend¨ªan que la tragedia se hab¨ªa manipulado pol¨ªticamente y se mostraban m¨¢s reticentes a colaborar en el proyecto". Aun as¨ª, al final el porcentaje de participaci¨®n fue el 76% de la muestra inicial.
El psiquiatra Enrique Sainz-Cort¨®n, que coordin¨® el grupo de las v¨ªctimas, destaca que ¨¦stas fueron las m¨¢s participativas y tambi¨¦n las que muestran m¨¢s sintomatolog¨ªa psiqui¨¢trica. "Es normal que al cabo de varios meses", sostiene Sainz, "la poblaci¨®n vaya elaborando el duelo y pr¨¢cticamente hayan desaparecido los trastornos psiqui¨¢tricos. Sin embargo, en el grupo de las v¨ªctimas, si bien se observa una ligera tendencia a cicatrizar las heridas del alma, ¨¦sta mejor¨ªa apenas es estad¨ªsticamente significativa. As¨ª, vemos que si en la primera fase el 44% de las v¨ªctimas sufri¨® estr¨¦s postraum¨¢tico, el 31% depresi¨®n, el 23,8% agorafobia y el 13,4% ansiedad, en la segunda esos porcentajes tan s¨®lo descendieron al 34%, 24%, 20,7% y 12,4%, respectivamente, aunque s¨ª que mejora la percepci¨®n subjetiva del propio estado de salud". Es decir, que sin haber mejorado objetivamente, se sienten mejor, se?ala Sainz-Cort¨®n.
Se constata que los da?os psicopatol¨®gicos son mayores cuando los hechos son producidos por el hombre y no por la naturaleza o accidentalmente. Adem¨¢s, el trastorno m¨¢s frecuente en las v¨ªctimas es el estr¨¦s postraum¨¢tico, que se presenta tras las cuatro semanas siguientes al suceso y se perpet¨²a sine die en el tiempo. Este problema, que empez¨® a estudiarse tras la Guerra de Vietnam, se acu?¨® como trastorno por estr¨¦s postraum¨¢tico (TEPT) e incluye tres tipos de s¨ªntomas: ideas intrusivas (revivir los hechos en pensamientos o en sue?os), conductas evitativas (eludir cualquier detalle que evoque lo sucedido: hablar, coger el tren, seguir las noticias en los medios de comunicaci¨®n) e hiperactivaci¨®n (ansiedad, estado permanente de alerta, tensi¨®n, irritabilidad). Adem¨¢s, el estr¨¦s postraum¨¢tico se acompa?a de s¨ªntomas depresivos, agorafobia y ansiedad generalizada.
"Es curioso observar en la segunda fase que mientras las ideas intrusivas y la hiperactividad han mejorado, han aumentado las conductas evitativas, de tal modo que la tasa global de TEPT no ha descendido significativamente en las v¨ªctimas. Lo interpretamos como un mecanismo de protecci¨®n que se mantiene. Los s¨ªntomas de depresi¨®n, agorafobia y ansiedad apenas mejoran", dice el primer responsable de Psiquiatr¨ªa del Gregorio Mara?¨®n.
"Todo lo contrario se halla en la poblaci¨®n de Alcal¨¢. Se pasa del 12% de TEPT en la primera fase al 3,5% de la segunda, la misma frecuencia que puede observarse en cualquier poblaci¨®n libre de un acontecimiento traum¨¢tico de gran impacto. Adem¨¢s, la frecuencia de s¨ªntomas del TEPT, depresivos, ansiosos y de agorafobia descendi¨® igualmente de forma notoria desde la primera fase", puntualiza Gabriel.
La psiquiatra Laura Ferrando advierte de la diferencia significativa que hay entre g¨¦neros en cuanto a la afectaci¨®n de trastornos psiqui¨¢tricos: "Es notablemente mayor en la mujer. Entendemos que hay razones hormonales y neuroqu¨ªmicas que lo justifican. Otros factores de riesgo claramente establecidos son haber padecido cualquier otra experiencia estresante y traum¨¢tica o sufrir un problema mental y consumir psicof¨¢rmacos".
Para los autores de este estudio, la red de atenci¨®n psiqui¨¢trica que se dispuso en Espa?a tras el 11-M ha sido mod¨¦lica, pero, curiosamente, no se ha hallado una mayor demanda de este tipo de atenci¨®n por parte de la poblaci¨®n general. Tampoco se ha encontrado un aumento en el consumo de tabaco, alcohol, sustancias t¨®xicas y psicof¨¢rmacos. Lo contrario aconteci¨® en Nueva York despu¨¦s del 11-S.
"Es posible que estas diferencias puedan estar relacionadas con las peculiaridades de cada atentado", sostiene Rafael Gabriel. "Mientras que en el 11-S, el conjunto de la poblaci¨®n de Nueva York, y pr¨¢cticamente de todo el mundo estuvo expuesta en tiempo real a trav¨¦s de la televisi¨®n a las traum¨¢ticas e impactantes im¨¢genes del derrumbe de las torres gemelas, en el 11-M en cambio, las explosiones se produjeron en un corredor ferroviario con restringido acceso y la visibilidad de las im¨¢genes traum¨¢ticas estuvo muy controlada desde el primer momento".
El dolor de los profesionales
En un principio, el impacto psicopatol¨®gico en toda la muestra estudiada fue tremendo. Los hechos estaban muy recientes y los tres grupos de poblaci¨®n, elegidos aleatoriamente, participaron activamente. Nuestro estudio, que se ha regido por los m¨¢s rigurosos criterios ¨¦ticos y protocolos epidemiol¨®gicos, muestra que los polic¨ªas constituyen el grupo menos tocado con gran diferencia frente a los otros dos. Esto se explica porque los agentes que intervinieron en las tareas de rescate y salvamento estaban muy profesionalizados", afirma el epidemi¨®logo Rafael Gabriel.
"Eso no significa que no estuvieran afectados, ni mucho menos", advierte la profesora Laura Ferrando, responsable de estudiar los grupos de polic¨ªa y poblaci¨®n general. "En sus primeras declaraciones para el estudio los polic¨ªas estaban muy emocionados, lloraban amargamente y se cubr¨ªan la cara para ocultar su dolor. Pero no se hall¨® en ellos psicopatolog¨ªa. Apenas encontramos en la primera fase un 3,9% de estr¨¦s postraum¨¢tico, que ha bajado a menos del 1% en la segunda. Nos impresion¨® la alt¨ªsima cualificaci¨®n de los agentes espa?oles, algunos con varias carreras universitarias".
Seg¨²n los autores, este fen¨®meno se suele producir ante acontecimientos similares en el personal sanitario que atiende a las v¨ªctimas.
Aqu¨ª se hallaron diferencias notorias con las secuelas en el 11-S en Nueva York, entre otras razones debido a que en las tareas de rescate particip¨® mucho voluntariado. Un estudio publicado en 2002 en The New England Journal of Medicine mostraba una elevada tasa de psicopatolog¨ªa en los voluntarios del 11-S. Esta circunstancia no se observ¨® en Madrid, porque desde el primer instante se acordonaron las zonas afectadas y todo se desarroll¨® bajo el estricto control profesionalizado de la polic¨ªa.
A los coordinadores les llam¨® poderosamente la atenci¨®n que en la primera fase de recogida de datos, uno de los polic¨ªas no cesaba de repetir que encontr¨® en el cad¨¢ver de un adolescente un m¨®vil con 127 llamadas perdidas de su madre, que jam¨¢s hallar¨ªan respuesta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.