La devaluaci¨®n de las instituciones
El Partido Popular ha asumido una grave responsabilidad al convocar la manifestaci¨®n de ma?ana, que significa sacar de las instituciones y llevar a la calle una de las controversias m¨¢s emocionales y enconadas que ha vivido la democracia espa?ola en materia de lucha antiterrorista. Sus l¨ªderes se han colocado en una situaci¨®n de esquizofrenia pol¨ªtica en la que deben desautorizar el discurso y las actitudes de los mismos extremistas a los que, por otro lado, est¨¢n facilitando un vistoso escaparate y una inmejorable rampa de lanzamiento.
Una fuerza pol¨ªtica con representaci¨®n parlamentaria y que controla una parte sustancial del poder municipal y auton¨®mico no puede llamar a la rebeli¨®n callejera, ni aun calific¨¢ndola de "c¨ªvica", porque es tanto como declarar que las instituciones democr¨¢ticas en las que participa o en las que gobierna han dejado de servir.
Seg¨²n algunos dirigentes populares, su decisi¨®n de salir a las calles responde al "cord¨®n sanitario" al que el resto de las fuerzas pol¨ªticas les ha sometido en las instituciones, y citan el ejemplo de la C¨¢mara auton¨®mica vasca. Condenar al PP a un ostracismo parlamentario es, sin duda, una iniciativa censurable. Pero el inusitado griter¨ªo contra el presidente del Gobierno cuando trataba de explicar en el Senado sus razones para atenuar la prisi¨®n del terrorista De Juana Chaos dej¨® en evidencia que, con cord¨®n sanitario o sin ¨¦l, hace tiempo que el partido de Rajoy ha optado por la estrategia de la confrontaci¨®n total. Los senadores populares convirtieron una sesi¨®n de control al Ejecutivo en un instrumento de propaganda con la vista puesta en la marcha que recorrer¨¢ las calles de Madrid. Lo de menos era cumplir con su primer deber de parlamentarios: escuchar al adversario y, en su caso, rebatirlo con mejores argumentos.
Los principales l¨ªderes del PP han continuado esta labor de agitaci¨®n desleal con las instituciones al recurrir a una mezcla de declaraciones fraudulentas y de gestos demag¨®gicos dirigidos a confundir a los ciudadanos acerca de una concreta medida del Gobierno. El asesino De Juana ha saldado sus cuentas con la justicia por los cr¨ªmenes que cometi¨®; la decisi¨®n que adopt¨® el Ejecutivo, y que ha sido avalada por el juez de vigilancia penitenciaria, se refiere ¨²nicamente a la sentencia que cumple en estos momentos, y que le fue impuesta por un delito de amenazas y otro de enaltecimiento del terrorismo. ?stos son los hechos, y de estos hechos el PP tiene todo el derecho a disentir por los cauces institucionales y, a ser posible, con la mesura que exige la lucha antiterrorista. Pero en lugar de hacerlo as¨ª, ha preferido poner en marcha una excepcional maquinaria de intoxicaci¨®n dando a entender que se ha liberado a un asesino antes de que finalizara su condena. De ah¨ª esa ignominiosa iniciativa de presentarse en los lugares en los que De Juana asesin¨®, como simple reclamo publicitario para ma?ana. Entre otros dirigentes populares, el ex presidente del Gobierno Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar se ha prestado, sin dignidad alguna ni respeto para la funci¨®n que ¨¦l mismo ha desempe?ado, a esta utilizaci¨®n propagand¨ªstica de la muerte y del dolor ajeno.
El PP se dispone a atravesar una l¨ªnea que ning¨²n dem¨®crata ha franqueado desde el inicio de la transici¨®n. Los ciudadanos saldr¨¢n m¨¢s divididos frente al terrorismo, sin que la apropiaci¨®n partidista de s¨ªmbolos comunes o, incluso, del lazo azul que les uni¨® en el pasado sirva para resta?ar las heridas que est¨¢ abriendo este modo de hacer oposici¨®n. Sobre el paisaje de tierra quemada que se vislumbra al otro lado de la frontera que el PP cruzar¨¢ ma?ana, Rajoy ha propuesto un "debate sosegado" sobre pol¨ªtica antiterrorista. Puesto que ¨¦l y su partido son quienes han perdido el sosiego, cabe suponer que es una forma de decir que la enajenaci¨®n ha sido transitoria. Ojal¨¢ sea as¨ª, de manera que la pol¨ªtica regrese a las instituciones y los ciudadanos puedan escuchar por fin razones y no desmesuras y exabruptos. Un debate que ser¨¢ m¨¢s clarificador si el Gobierno se dedica a defender abiertamente sus propias decisiones, y no tanto a recordar las de sus adversarios en el pasado.
Al convocar la manifestaci¨®n, Rajoy ha apelado a la gente sensata y de bien. Nosotros, como la inmensa mayor¨ªa de nuestros lectores, somos tambi¨¦n gente sensata y de bien y no acudiremos ni hoy ni ma?ana a las manifestaciones convocadas por el PP.
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