Cucarachas en el hospital
Un enfermo de sida relata en un diario las insalubres condiciones de la unidad de infecciosos del Cl¨ªnico madrile?o
Tiene 41 a?os, buen aspecto, mejor ¨¢nimo, compa?era y dos hijos. Pero un ataque de asma le ingresa el 29 de enero en el Hospital Cl¨ªnico de Madrid, en la unidad de infecciosos. Tiene sida. Conf¨ªa en la sanidad p¨²blica. Pero su diario relata la insalubridad del cuarto que comparte con un enfermo al que ve morir entre cucarachas y defecaciones antiguas. Esto es un extracto de lo que ocurri¨® en aquella habitaci¨®n. ?Habitaci¨®n?
Martes, 30 de enero. "Con el amanecer, la luz desvela la ¨¢spera realidad, las paredes cargadas de sucias manchas, desprovistas de cualquier signo de amabilidad o comodidad. [...] O un m¨ªnimo de dignidad e intimidad, como una simple cortinilla. [...] Todo mejora al descubrir una voz amable, la de Andr¨¦s, que me da los buenos d¨ªas desde un cuerpo consumido en la otra cama. Se disculpa por el hedor que desprende, ya que lleva semanas con una diarrea incontenible. Pese a su debilidad, y en un ¨²ltimo esfuerzo de dignidad, intenta sin ¨¦xito llegar al ba?o, dejando un hilillo de agua sucia que indica el camino al ba?o.
"En el suelo veo restos s¨®lidos color chocolate. Un recuerdo del ¨²ltimo ocupante de mi cama"
Decido darme una ducha. Al alcanzar el quicio de la puerta del ba?o, veo un par de cucarachas que parecen tomar un suculento desayuno con el rastro que ha dejado Andr¨¦s. Al entrar al ba?o, la visi¨®n provoca un grito sordo de espanto y asco. La ba?era, la jabonera, el toallero, no han sido limpiados en a?os. Pienso que la ducha puede esperar. Bajo la vista al suelo y descubro restos s¨®lidos, de color chocolate. Andr¨¦s me cuenta que es un souvenir del ¨²ltimo ocupante de mi cama.
Me tumbo a inhalar ox¨ªgeno y mis aerosoles. A la primera sanitaria le indico la situaci¨®n de insalubridad. No parece sorprenderse y me comenta indiferente que se lo diga a la limpiadora mientras deja el desayuno al lado del souvenir. No me apetece desayunar.
Al rato aparece la limpiadora sudorosa, con expresi¨®n algo cansada y actitud estresada. No se acerca a las zonas m¨¢s sensibles y, al dec¨ªrselo, me espeta que no le corresponde a ella. [...]
Mi¨¦rcoles, 31 de enero. La primera visi¨®n del d¨ªa es la del doctor.
[...] Le comunico mi preocupaci¨®n por las condiciones de salubridad de la habitaci¨®n. Me aconseja dirigirme a la Oficina de Atenci¨®n al Paciente as¨ª que, voy para all¨¢.
Jueves, 1 de febrero. Un fogonazo me despierta. Siento que las enfermeras llaman a mi compa?ero. Oigo decir a la enfermera: "40 pulsaciones, 4, 2 alta 2 baja...". Se despliega ante mis ojos un asombroso y emocionante trabajo en equipo en el que, todos a una, luchan por Andr¨¦s. Siento como pelean con la muerte. Pierden. [...] El cuerpo de mi compa?ero sigue all¨ª durante toda la ma?ana. Hasta las dos de la tarde. Est¨¢ solo, sin duelo. Su m¨®vil suena de vez en cuando.
A mediod¨ªa entra la limpiadora, esta vez cabreada. Maldiciendo, coge un trapo empapado en lej¨ªa y se atreve con el souvenir. [...] A la una del mediod¨ªa entra la de higiene hospitalaria y le cuento la evoluci¨®n de la suciedad. "No puede ser", dice. Nos vamos hacia el ba?o y, ante mi sorpresa, coge unas servilletas de papel y limpia la mierda ella misma. "Ya est¨¢, lo ves. Hay que poner un poco de nuestra parte", dice. Y sonr¨ªe.
La habitaci¨®n que cita el autor de este relato (que no quiere dar su nombre) ha cambiado poco en 40 a?os. El Gobierno madrile?o afirma que en breve aprobar¨¢ la inversi¨®n para renovarlo, una obra, dicen los sindicatos, pendiente hace cuatro a?os. La asociaci¨®n Defensor del Paciente ha reclamado al fiscal jefe de Madrid que investigue.. "Sorprende que la comunidad inaugure nuevos hospitales cuando existen otros en estas condiciones", asegura un portavoz.
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