Siete enigmas de los mares
El programa Apollo hizo posible que doce astronautas caminasen por la Luna. Solamente dos seres humanos en la historia han alcanzado el punto m¨¢s profundo de los oc¨¦anos: la fosa de las Marianas, a 10.916 metros bajo las aguas del Pac¨ªfico occidental. Don Walsh y Jacques Picard se posaron en el lecho marino durante veinte minutos el 23 de enero de 1960, en el interior del batiscafo Trieste, tras un penoso descenso. “Fue como un d¨ªa en la oficina m¨¢s largo de lo habitual”, describi¨® el capit¨¢n Walsh a la revista del Instituto Naval de EE UU. El Trieste no dispon¨ªa de c¨¢maras, aunque los dos exploradores vieron c¨®mo un pez aplastado se desperezaba del lecho y desaparec¨ªa en la oscuridad. Nadie ha vuelto all¨ª.
Una expedici¨®n encontr¨® gambas pegadas a una pared a 407 grados, suficiente para fundir el plomo
Se calcula que los mares podr¨ªan contener entre 10 y 100 millones de organismos. S¨®lo se han descrito 275.000
Los oce¨¢nos act¨²an como sumideros de carbono y pueden frenar el cambio clim¨¢tico. Pero ?hasta qu¨¦ punto?
Y es dif¨ªcil encontrar por qu¨¦. “La exploraci¨®n oce¨¢nica es m¨¢s dificultosa que la interplanetaria, pero los pa¨ªses invierten en el espacio para obtener beneficios. Necesitamos encontrar la misma conexi¨®n”, reflexiona Dave Zilkoski, director del National Geodesic Survey de la NOAA (la administraci¨®n norteamericana para estudiar la atm¨®sfera y los oc¨¦anos; una NASA para el mar). “Creo que los oc¨¦anos constituyen la ¨²ltima frontera de la exploraci¨®n, pero al mismo tiempo esconden beneficios que ni siquiera sospechamos. Y no s¨¦ por qu¨¦ el p¨²blico no piensa como nosotros”.
Puede que en ello tenga que ver las terribles presiones que operan cuanto m¨¢s se desciende: una atm¨®sfera por cada diez metros. Las naves que pueden descender m¨¢s all¨¢ de los 4.500 metros se cuentan con los dedos de una mano. All¨ª hay oscuridad. Un espacio tan vasto que va m¨¢s all¨¢ de las tres dimensiones y que sobrepasa los sentidos y la experiencia cotidiana. El explorador Robert Ballard, que descubri¨® los restos del Titanic, es quiz¨¢ quien mejor describe qu¨¦ ocurrir¨ªa si, estando dentro de un sumergible, el agua colapsara el casco: “Es extremadamente violento y ocurre muy r¨¢pidamente. Es como estar dentro de una explosi¨®n. Tu cuerpo es destrozado con rapidez en miles de fragmentos diminutos. Tu mente se desintegrar¨ªa antes de que pudieras pensar qu¨¦ ha sucedido”.
Los oc¨¦anos esconden multitud de enigmas para los cient¨ªficos y el p¨²blico: sirvan estos siete como muestra.
01 En busca del ‘Kraken’
Ll¨¢menlo Kraken, Kraxen o Krabben: la serpiente marina del obispo Pontoppidan, que lo bautiz¨® as¨ª en 1755 como el “animal m¨¢s grande y sorprendente de la creaci¨®n”. El calamar gigante (Architeuthis dux) es real ?18 metros y m¨¢s de una tonelada de peso? y, adem¨¢s del invertebrado m¨¢s grande del planeta, el m¨¢s escurridizo. La costa asturiana recolecta historias sobre este extraordinario animal. Si atendemos al testimonio del pescador Santiago F¨¦lix Mor¨¢n, tuvo un encuentro con el calamar vivo a 200 metros de la lonja de Tazones. Aquella ma?ana de agosto de 1991, F¨¦lix practicaba la pesca submarina y buce¨® en busca de un sargo, un pez que suele ocultarse en las hendiduras de las rocas. A diez metros de profundidad lo vio. “El calamar pas¨® delante de m¨ª. Era grand¨ªsimo, de un color amarronado, aunque a veces cambiaba a blanco”. F¨¦lix subi¨® apresuradamente y le pidi¨® a su cu?ado que atara el rifle a la zodiac. Volvi¨® a zambullirse y dispar¨®. El arp¨®n alcanz¨® al cefal¨®podo, que extendi¨® sus tent¨¢culos. “Era como estar bajo la carpa de un circo? Me asust¨¦”.
Tras un forcejeo de m¨¢s de una hora, el animal arrastr¨® la zodiac hacia las piedras, pero subi¨® a la superficie y encontr¨® la muerte. F¨¦lix le dio entre los ojos. “Era dif¨ªcil fallar. Logramos meterlo en la lancha, ya muerto”. Una vez avisados, los t¨¦cnicos de la Consejer¨ªa de Agricultura del Principado de Asturias lo midieron en la lonja: ocho metros y 130 kilos. F¨¦lix admite que el calamar estaba debilitado. “Si hubiera tenido todas sus facultades, yo estar¨ªa ahora esquiando por el Atl¨¢ntico”.
Fuera casualidad o suerte, el misterioso Kraken empieza a dejarse ver. En diciembre de 2005, Tsunemi Kubodera y su equipo fotografiaron un calamar gigante de m¨¢s de ocho metros enganchado a una potera a 900 metros de profundidad, cerca de las islas Ogasawara, en el mar del Jap¨®n. Las pasadas navidades, el propio Kubodera mostr¨® una filmaci¨®n en la que se izaba al animal, ag¨®nico, hasta la cubierta de un barco, moviendo sus brazos p¨²rpura.
Clyde Roper, el ocean¨®grafo que lo ha buscado por medio mundo, se felicita de los progresos de su colega japon¨¦s. Piensa que iremos “paso a paso” y que finalmente el calamar ser¨¢ cazado en alg¨²n safari fotogr¨¢fico. “Sigue siendo el s¨ªmbolo del oc¨¦ano profundo”, explica. “Tenemos a¨²n mucho que aprender de la biolog¨ªa y el comportamiento de esta criatura magn¨ªfica”. Quedan demasiados interrogantes: ?a qu¨¦ velocidad crece una larva de cent¨ªmetros para convertirse en un gigante as¨ª? ?Ven en color los ojos m¨¢s grandes que ha inventado la evoluci¨®n? Y si vive en la oscuridad, ?para qu¨¦ los necesita? Roper estima que debe de ser un bocado sabroso y abundante, a juzgar por los centenares de mand¨ªbulas de calamar extra¨ªdas en las autopsias de los cachalotes. ?Por qu¨¦ las c¨¢maras a¨²n no le han sorprendido en libertad?
02 Alien¨ªgenas en la oscuridad
Peter Batson, ocean¨®grafo de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda), sabe que el Kraken est¨¢ en el primer lugar de una lista de animales insospechados. “Nueva Zelanda es un para¨ªso, tiene de todo en su territorio marino: brechas submarinas de 10 kil¨®metros de profundidad, monta?as sumergidas, ca?ones inmensos”. Est¨¢ acostumbrado a zambullirse en sumergibles (es miembro de la compa?¨ªa Deep Expeditions, que lleva a los turistas a ver los restos del Titanic o las fuentes hidrotermales). Los animales que fotograf¨ªa se quedan tambi¨¦n en su retina. “Es dif¨ªcil que no se te pase por la cabeza que son de otro planeta cuando los ves por primera vez”, describe. “La criatura m¨¢s extra?a con la que me he topado es un pepino de mar pel¨¢gico (Enypniastes eximia). No era muy grande, cabr¨ªa en la palma de mi mano, es de un rojo brillante y nada gracias a unas proyecciones parecidas a aletas”.
William Beebe describi¨®, en su hist¨®rica inmersi¨®n en 1930, serpientes “bioluminiscentes” de tres metros y largas cadenas de sifon¨®foros luminosos. Asomarse al abismo trae descripciones de nuevas especies. Los censos marinos internacionales realizados cada a?o arrojan sorpresas en el extremo de lo imposible. En 2006 se llevaron a cabo 19 expediciones cient¨ªficas, con descubrimientos notables y sorprendentes. Sirvan estos ejemplos:
- En una chimenea submarina a tres kil¨®metros de profundidad, al norte de la isla Ascensi¨®n, en el Atl¨¢ntico ecuatorial, los investigadores encontraron gambas pegadas a la pared donde las emisiones alcanzaban los 407 grados cent¨ªgrados, m¨¢s que suficiente para fundir el plomo. En un espacio de pocos cent¨ªmetros, la temperatura del agua bajaba hasta los dos grados. Los cient¨ªficos desconocen qu¨¦ tipo de qu¨ªmica opera en el cuerpo de estos crust¨¢ceos que les permite resistir estos cambios tan bruscos y extremos.
- En las m¨¢s horribles condiciones de fr¨ªo y oscuridad imaginables, a 700 metros bajo el hielo del mar de Weddell, en la Ant¨¢rtida, una expedici¨®n descubri¨® una comunidad de crust¨¢ceos, medusas y protozoos.
- En las profundidades del mar de los Sargazos, a cinco kil¨®metros, cient¨ªficos han descubierto varias especies de zooplancton capaces de vivir de los restos que caen desde las aguas superficiales al fondo.
- Una extraordinaria criatura de una sola c¨¦lula, con una armadura en forma de plato compuesto por granos de mineral, llega a medir un cent¨ªmetro de di¨¢metro, convirti¨¦ndose en uno de los microbios m¨¢s grandes conocidos. Fue encontrada en una exploraci¨®n llevada a cabo en el ca?¨®n submarino de Nazareth, en la costa portuguesa, y soporta presiones 400 mayores que las de la superficie.
- Un sonar lleg¨® a medir un banco de peces de unos 20 millones de individuos tan grande como la isla de Manhattan.
- Una nueva especie de cangrejo descubierta en una chimenea submarina de Polinesia tiene un aspecto tan estrafalario, con largos brazos tan peludos como los de un mono, que los cient¨ªficos se han visto obligados a inventar una nueva familia, Kiwaidae, para clasificarlo. Lo llaman “el cangrejo Yeti”. De esas pinzas peludas cuelgan bacterias que probablemente ayudan al animal a metabolizar alimento, o quiz¨¢ a defenderse de las emisiones t¨®xicas de las brechas submarinas.
- Una rara langosta gigante (Palinurus barbarae), cuyo cuerpo plagado de espinas puede alcanzar medio metro de longitud sin contar las antenas, fue descrita el a?o pasado en Madagascar.
03 ?Cu¨¢ntas especies quedan por descubrir?
En 2003, cient¨ªficos japoneses describieron en la revista Nature una especie de ballena, Balaneoptera omurai, de 12 metros de longitud. Un animal de este calibre s¨®lo puede descubrirse en el mar. La cuesti¨®n es: ?cu¨¢ntas especies marinas quedan a¨²n por clasificar?
Hace 25 a?os, el n¨²mero total de especies animales y vegetales en el planeta contabilizaban 1,6 millones. Hoy, los cient¨ªficos han a?adido 100.000 especies m¨¢s. Pero con la diferencia de que el trabajo apenas ha empezado. Cada a?o se a?aden unos 1.600 seres desconocidos al cat¨¢logo. En el censo de 2006, realizado en el Pac¨ªfico y Atl¨¢ntico y con muestras tomadas a 1.500 metros de profundidad, se encontraron 20.000 clases de microbios nuevos en un solo litro de agua. ?La ¨²ltima estimaci¨®n sobre el n¨²mero de especies de bacterias marinas podr¨ªa rondar los 10 millones! Las llanuras abisales tienen millones de kil¨®metros cuadrados sin explorar, y las dorsales oce¨¢nicas, unos 65.000 kil¨®metros de longitud. Philippe Bouchet, profesor del Museo Nacional de Francia, calcula que todos los mares del mundo podr¨ªan contener entre 10 y 100 millones de organismos, de los que s¨®lo se han descrito actualmente unos 275.000, o sea, ?el 1% del total!
04 Monstruos rescatados del tiempo
El f¨®sil viviente m¨¢s famoso es el celacanto. Se cre¨ªa extinguido hace 80 millones de a?os y habit¨® los mares en pleno apogeo de los dinosaurios. Su hom¨®nimo vivo fue pescado en la desembocadura del r¨ªo Chalumna en 1939, en Sur¨¢frica. Posteriormente, otra especie de celacanto fue descrita por el bi¨®logo americano Mark Erdmann en Indonesia en 1998? ?comprado en una pescader¨ªa! A finales de 2006, los cient¨ªficos descubrieron en el mar del Coral, frente a la costa noroccidental de Australia, una “gamba jur¨¢sica” (Neoglyphea neocaledonica). Se cre¨ªa extinguida hace m¨¢s de 50 millones de a?os. “Todos los animales vivos en el presente han estado sujetos a la selecci¨®n natural, por lo que no se trata de que algunos de ellos hayan escapado a esta selecci¨®n para asemejarse exactamente a sus antecesores de hace millones de a?os”, aclara Janet Voight, experta del Field Museum de la Universidad de Chicago, refiri¨¦ndose a los f¨®siles vivientes. “Pero es cierto que algunos se parecen bastante a animales que s¨®lo conocemos en su forma f¨®sil, y que de alguna forma han escapado a las extinciones que acabaron con otros”.
?Funcionan los oc¨¦anos como neveras donde la evoluci¨®n transcurre m¨¢s lentamente, preservando animales de un mundo perdido? “Da esa impresi¨®n”, opina Voight. “Existe una teor¨ªa, llamada novedad evolutiva, que no me convence totalmente, aunque reconozco que es reveladora, por la que las innovaciones en las estructuras de los animales tienden a ocurrir en aguas superficiales, y despu¨¦s de much¨ªsimo tiempo, los animales m¨¢s antiguos son empujados al borde por estos nuevos modelos mejorados de animales”.
Los japoneses filmaron un “tibur¨®n prehist¨®rico” capturado gracias a un pescador a principios de este a?o en el parque Awashima de Shizuoka. Se trata de una criatura extraordinaria de 1,6 metros con una cabeza abultada y hendida por espectaculares agallas, que parece una anguila gigante provista de dientes en sierra. El tibur¨®n anguila (Chlamydoselachus anguineus) fue descrito en 1884. Vive a profundidades de entre 600 y 1.000 metros. “Nosotros tenemos cinco de estos ejemplares. Es un ser singular de las profundidades”, opina Luis Laria, fundador de la Coordinadora para la Protecci¨®n y el Estudio de las Especies Marinas (Cepesma) en Luarca (Asturias). Algunos paleont¨®logos han sugerido que podr¨ªa ser un representante de un grupo de tiburones que aterroriz¨® los mares hace 370 millones de a?os, aunque es un tema discutido.
05 El secreto del cambio clim¨¢tico
Los oc¨¦anos desaceleran el calentamiento global y encierran la clave para comprender mejor el cambio clim¨¢tico. Aunque a un precio: se har¨¢n m¨¢s ¨¢cidos. Las concentraciones de di¨®xido de carbono en la atm¨®sfera han aumentado un 30% en los ¨²ltimos 200 a?os, gracias a esa dependencia vamp¨ªrica que tenemos del petr¨®leo y el carb¨®n. Sin embargo, un tercio de las emisiones humanas de este gas se ha absorbido y disuelto en las aguas m¨¢s superficiales de los oc¨¦anos, quiz¨¢ en los primeros 300 o 400 metros, de una forma parecida a como endulzamos nuestro caf¨¦ al a?adirle az¨²car. En una balanza, los oc¨¦anos tienen 50 veces m¨¢s cantidad de carbono que la atm¨®sfera. ?Cu¨¢nto tiempo podr¨¢n seguir funcionando como sumideros? ?Qu¨¦ ocurrir¨¢ si a?adimos m¨¢s cucharillas a nuestra taza de caf¨¦?
Scott Doney, del Instituto Oceanogr¨¢fico Woods Hole en Massachusetts (Estados Unidos), trabaja como un detective. A bordo de barcos como el Ronald H. Brown, del NOAA, que recorren m¨¢s de 5.000 kil¨®metros para tomar muestras de agua a distintas profundidades, Brown y su equipo analizan las pistas en el contenido de miles de botellas y el carb¨®n disuelto en ellas. Llegar¨¢ el momento en que dejen de tragar el carbono que escupen nuestros autom¨®viles. “La qu¨ªmica del oc¨¦ano se saturar¨¢ con el tiempo”, afirma. El di¨®xido de carbono disuelto se transforma en ¨¢cido carb¨®nico, y las aguas se hacen m¨¢s ¨¢cidas.
Doney cree que el oc¨¦ano podr¨ªa seguir absorbiendo este gas incluso si la atm¨®sfera contuviera dos o tres veces m¨¢s CO2 que en la ¨¦poca preindustrial. Pero las aguas calientes son menos eficaces. La absorci¨®n es mayor en las aguas fr¨ªas, pr¨®ximas a los polos, que adem¨¢s se hunden, llevando este gas a las profundidades.
La situaci¨®n se complica un poco m¨¢s: el derretimiento de los glaciares y el aporte de agua dulce al oc¨¦ano produce una estratificaci¨®n; el agua dulce flota encima de la salada. Al no mezclarse, retiran menos carbono del aire: como si no removi¨¦ramos nuestro caf¨¦ con la cucharilla tras echar m¨¢s az¨²car.
Los oc¨¦anos act¨²an como una especie de memoria para las alteraciones del clima. Las corrientes oce¨¢nicas, aut¨¦nticos r¨ªos bajo las aguas, trabajan como cintas transportadoras de calor. Las m¨¢s superficiales del tr¨®pico viajan, a trav¨¦s de la corriente del Golfo, desde el Ecuador hacia el Atl¨¢ntico norte, y llevan este calor a Europa, templando su clima. All¨ª se enfr¨ªan y se hunden, retornando a los tr¨®picos. Pero este circuito se puede interrumpir si el agua fr¨ªa derretida de los glaciares y del Polo Norte rompe la circulaci¨®n. Es como si apag¨¢semos el radiador en invierno.
06 Lagos bajo el agua
Quiz¨¢ el descubrimiento m¨¢s chocante ?aunque seguramente no el ¨²ltimo? es la existencia de masas de di¨®xido de carbono l¨ªquido en los fondos marinos: aut¨¦nticos “lagos bajo el mar”. A unos 1.400 metros de profundidad, el equipo de Fujio Inagaki, de la Agencia para la Tierra, Mar y Tecnolog¨ªa de Jap¨®n, film¨® con un robot una comunidad de crust¨¢ceos blanquecinos y ciegos al abrigo de dos enormes chimeneas volc¨¢nicas, bautizadas como Tigre y Le¨®n. El lago estaba situado a unos 50 metros al sur de estas chimeneas y ofrec¨ªa un aspecto chocante: masas de gases licuados de color gris¨¢ceo flu¨ªan entre crestas que brillaban a la luz de los focos, habitados por miles de millones de bacterias. ?La vida prosperando en un ambiente l¨ªquido de di¨®xido de carbono! “Realmente”, explica el profesor Kenneth Nealson, de la Universidad de California en los ?ngeles (UCLA), “es algo rar¨ªsimo”.
07 Las misteriosas olas gigantes
Cada semana, un barco naufraga en el mundo en circunstancias no aclaradas. Hay quien apunta que un porcentaje de la culpa la tienen olas excepcionales, un fen¨®meno que hasta hace poco era una leyenda que s¨®lo circulaba de boca en boca entre marineros. No hay que confundirlas con un tsunami. Mientras que las primeras son barreras de agua verticales en mar abierto, las olas de los maremotos s¨®lo crecen cuando se acercan a las costas. En 1995, la plataforma petrol¨ªfera Draupper, en el mar del Norte, registr¨® en sus sensores el avance de una ola de 26 metros.
Ese mismo a?o, el crucero Queen Elizabeth II tuvo que hacer frente a una ola de 29 metros en el Atl¨¢ntico norte. Su capit¨¢n la describi¨® como algo “que vino de la oscuridad” y que “ten¨ªa el aspecto de los acantilados blancos de Dover”. En febrero y marzo de 2001, el Bremen y el Caledonian Star estuvieron a punto de naufragar por culpa de una ola gigantesca de 30 metros. El primer oficial del Caledonian Star ?de 3.132 toneladas? describi¨® la ola como “una monta?a, una muralla vertical de agua que se nos vino encima”.
Los testigos afirman que las olas gigantes est¨¢n precedidas de un enorme socav¨®n o agujero en el mar. La fuerza que ejercen equivale a 100 toneladas por metro cuadrado, y liberan tanta energ¨ªa como para alimentar un pueblo peque?o. “Las fotograf¨ªas son muy raras, ya que la tripulaci¨®n es cogida por sorpresa, y tienen otras cosas en mente en ese momento”, explica Michel Olagnon, del Ifremer (Instituto Franc¨¦s para la Investigaci¨®n y Explotaci¨®n del Mar). Desde hace cinco a?os, expertos como Olagnon se re¨²nen en congresos para determinar la frecuencia de estas monumentales avalanchas. La costa este de Sur¨¢frica, donde colisionan la corriente de Aguhlas y los vientos, el mar de Noruega, la corriente del Golfo y el cabo de Hornos son lugares m¨¢s propicios. Adem¨¢s, los sat¨¦lites detectaron diez olas-monstruo en s¨®lo un a?o.
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