La bomba darwiniana
La lista de cosas que reducen la calidad del esperma no ser¨¢ f¨¢cil de completar: son demasiadas. La mera edad del propietario es una de las principales (Human reproduction, 22:180, enero de 2007), y no hace falta ser Matusal¨¦n: la declinaci¨®n empieza a partir de los 20 a?os. El sobrepeso es otra, y tampoco es necesario estar obeso para notar los efectos (J. Androl 27:450). Pero toda esa lista converge en el mismo lugar: el cromosoma Y.
En el primer mam¨ªfero, el cromosoma Y era m¨¢s o menos como el X, una ristra de 1.500 genes, pero hace 300 millones de a?os perdi¨® la capacidad de aparearse con ¨¦l. Desde entonces no puede reparar bien los da?os causados por el entorno, porque los cromosomas reparan esos da?os copiando a su pareja, y el Y no tiene a qui¨¦n copiar. El resultado es que el cromosoma Y ha perdido cinco genes por mill¨®n de a?os: el nuestro ya s¨®lo tiene 50, casi todos dedicados a la producci¨®n del esperma.
La cient¨ªfica que m¨¢s a fondo ha estudiado la evoluci¨®n del cromosoma Y, Jennifer Marshall Graves, de la Universidad Nacional Australiana en Canberra, ha mostrado que ese proceso natural de degeneraci¨®n gen¨¦tica contin¨²a en el genoma de los hombres actuales, y estima que "el cromosoma Y se autodestruir¨¢ en cerca de 10 millones de a?os".
Pero eso es s¨®lo un promedio, porque el 10% de los hombres que presentan un grave problema de infertilidad de tipo cromos¨®mico tienen signos de "una degeneraci¨®n acelerada del cromosoma Y", seg¨²n Graves y su colega de la Universidad de Newcastle John Aitken. Puesto que esos hombres son est¨¦riles, no parecen haber acumulado esas mutaciones una generaci¨®n tras otra: los datos sugieren "una tasa de extremadamente alta de da?os espont¨¢neos en el ADN".
Seg¨²n los datos de Graves y Aitken (Nature, 415:963), una de cada siete parejas occidentales busca en la actualidad alg¨²n tratamiento de reproducci¨®n asistida, y la principal raz¨®n de ello es la mala calidad media del esperma. Y estos autores advierten: "Incluso cuando un espermatozoide humano consigue fertilizar a un ¨®vulo, los da?os pueden surgir en la siguiente generaci¨®n". Casi todas las mutaciones humanas dominantes -basta una copia para ver sus efectos-, como el enanismo acondropl¨¢sico o el s¨ªndrome de Aspert, surgen en las c¨¦lulas sexuales masculinas, o en sus precursoras.
Graves y Aitken predicen que la calidad del esperma seguir¨¢ reduci¨¦ndose en los pa¨ªses occidentales, y de forma acelerada. La raz¨®n es que, con la progresiva extensi¨®n de las t¨¦cnicas de reproducci¨®n asistida, "se levanta la presi¨®n selectiva sobre la fertilidad y aqu¨¦llos dotados con genes para la alta fecundidad habr¨¢n perdido su ventaja sobre los que no los tienen".
?Se puede desactivar una bomba darwiniana? ?O est¨¢ el destino de los hombres escrito en el cromosoma Y?
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