Problemas de comunicaci¨®n
Resulta evidente, para cualquier observador, que el Gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero tiene un problema de comunicaci¨®n. Por unas u otras razones, no logra explicar su pol¨ªtica a los ciudadanos de un modo convincente. Durante las ¨²ltimas semanas, a medida que aumentaba la tensi¨®n en el pa¨ªs, la carencia se ha hecho m¨¢s ostensible, hasta resultar abrumadora. Pese a su actualidad, el asunto viene de lejos. Podr¨ªamos decir que se inicia en el momento mismo en que los socialistas comienzan a gobernar sin que, desde entonces, hayan sido capaces de encontrar una soluci¨®n. ?C¨®mo explicar que una Ley de Dependencia, de una importancia fuera de discusi¨®n, haya merecido una atenci¨®n tan amortiguada hasta el punto de desaparecer de la actualidad?
Buena parte de ese fracaso hay que atribu¨ªrselo al Partido Popular, que ha jugado las cartas del modo m¨¢s provechoso para sus intereses. Si en alg¨²n momento pudo parecer que su pol¨ªtica estaba equivocada y que podr¨ªa volverse contra ¨¦l, el caso De Juana Chaos ha venido a darle la raz¨®n. Podemos reprobar los m¨¦todos empleados, pero ello no afecta al hecho de que miles de personas se manifestaran el s¨¢bado en contra del Gobierno. En pol¨ªtica es importante tener raz¨®n, pero de nada sirve si los ciudadanos no lo perciben de ese modo. En una guerra de percepciones, el Partido Popular se ha impuesto con claridad, al menos hasta hoy.
Tambi¨¦n en la Comunidad Valenciana, pese a estar en la oposici¨®n, los socialistas padecen un problema semejante. A lo largo de la legislatura que ahora acaba, han sido incapaces de trasladar a la opini¨®n p¨²blica una imagen negativa del Gobierno de Camps. Es cierto que se han denunciado m¨²ltiples asuntos, pero ha faltado la ligaz¨®n que los presentara ante los valencianos de un modo persuasivo y eficaz. Mi impresi¨®n es que los socialistas han actuado, por lo general, pensando m¨¢s en sus cuadros que en el conjunto de los ciudadanos. Ello le ha permitido a Camps dominar la situaci¨®n, con tres o cuatro ideas muy simples -el agua, la enemistad de Madrid, y poco m¨¢s- y enarbolar la bandera del victimismo, de amplio r¨¦dito electoral.
Lo sucedido la pasada semana en las Cortes Valencianas ilustra a la perfecci¨®n nuestro comentario. ?Qu¨¦ impresi¨®n hemos recibido los valencianos de los sucesos que all¨ª se han producido en el transcurso de los ¨²ltimos d¨ªas? La de un guirigay entre pol¨ªticos que, incapaces de ocuparse de los asuntos que interesan a los ciudadanos, discuten por un aguilucho. Mientras esto suced¨ªa, Francisco Camps, desde Alemania, daba la imagen de un hombre de Estado preocupado por el futuro de nuestro turismo. La realidad, sin embargo, es que el presidente Camps viaj¨® a Alemania para no comparecer ante el Parlamento y eludir las preguntas sobre los casos de corrupci¨®n. ?Cu¨¢ntos valencianos han conocido esta conducta?
El diputado socialista Andr¨¦s Perell¨® tiene raz¨®n cuando afirma que Camps tiene "terror esc¨¦nico al Parlamento". Pero ¨¦l y su partido deber¨ªan esforzarse un poco m¨¢s para que esa convicci¨®n la compartieran el mayor n¨²mero posible de votantes. De no ser as¨ª, me temo que esas palabras habr¨¢n de servirles de muy poco a los socialistas llegada la hora de las elecciones. Cuando se ha optado por reducir la pol¨ªtica a pasiones y sensaciones -no es otra cosa lo que los ciudadanos percibimos cada d¨ªa-, hay que dominar las t¨¦cnicas de sugesti¨®n si se aspira a triunfar.
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