Muestrario de goles en Anoeta

Desde hace semanas, la Real tiene los pies en Primera, pero la cabeza en Segunda. De hecho, en muchos sectores se reclama que se acometa ya el plan de la nueva plantilla que debe retornar a la ¨¦lite en un a?o. Pero ayer, los jugadores blanquiazules decidieron darse un gustazo y ganar su tercer partido de la temporada en Anoeta para alimentar los sue?os de los m¨¢s entregados y acallar a los esc¨¦pticos. Quiz¨¢s, el triunfo ante el Mallorca -que vuelve a complicarse la vida- no sirva para nada, pero al menos un partido vulgar, peleado, pero mediano en el juego, dej¨® cuatro goles de sombrero. Marc¨® Savio, con un toquecito inteligente, muy de brasile?o, entre dos futbolistas. Marc¨® Ibagaza, con un disparo, muy de argentino, tras dos quiebros inteligentes. Marc¨® Kovacevic (16 meses despu¨¦s de su ¨²ltimo gol) con un gol muy yugoslavo, de poder a poder con Ballesteros, al que enga?¨® con un autopase con el pecho y otro tiro suave ajustado al poste. Y marc¨® Xabi Prieto con un doble sombrero al central, primero con el pie, luego con la cabeza, y otro tiro de tacto suave al poste izquierdo. Fueron cuatro golazos sutiles que honraban el buen f¨²tbol, el que practicaron Ibagaza, sobre todos, o Aranburu, al que no se sum¨® Arango, muy alica¨ªdo y demasiado ajeno a lo que en Anoeta se jugaba su equipo.

Era un partido raro entre un equipo hundido, la Real, que braceaba contra las olas, y otro equipo, con una v¨ªa de agua, que se dedicaba a mirar como se hund¨ªa el barco. En cierto modo parec¨ªa que el Mallorca supon¨ªa que iba a ganar de alguna manera -sin saber cual- y la Real se imaginaba colgada de un sue?o que muchos califican de imposible pero del que no se puede despegar. Por eso era un partido raro, sin grandiosas jugadas, sin demasiado orden t¨¢ctico. Un partido muy dado a los personalismos en el buen sentido de la palabra. Para lo bueno y para lo malo. Por ejemplo, ayer se redimi¨® Kovacevic y se hundi¨® un poco m¨¢s el argentino Herrera. Ayer se encumbr¨® Ibagaza, con el que casi nunca pudo Garitano, o Jon¨¢s (un galgo que le hizo sacar la lengua a Gerardo) pero se borr¨® Arango, el supuesto jugador franquicia del equipo balear. En fin que todos ense?aban algo pero a todos les faltaba algo. Pero entre lo uno y lo otro, el partido resultaba entretenido, como lo son todos los que presentan vaivenes y cambios de rasante.

Y en ese ir y venir, a veces rudo, aveces l¨¢nguido, encontr¨® petr¨®leo la Real con una victoria a¨²n indefinida. A unos les alimentar¨¢ la ilusi¨®n de un milagro como el que logr¨® el Mallorca hace dos temporadas cuando superaron once puntos de desventaja. A otros simplemente les dejar¨¢ el regusto de cuatro buenos goles para recordar en un a?o para olvidar. Y al Mallorca, la sensaci¨®n de que se abandon¨® el d¨ªa m¨¢s inoportuno de toda la temporada, ante un rival presuntamente entregado y en un momento inadecuado.