La revoluci¨®n Fosbury
El inventor del salto de altura de espaldas, imagen simb¨®lica de una ¨¦poca, cumple 60 a?os
Dick Fosbury ha cumplido 60 a?os. Es un hombre maduro de melena blanca; un ingeniero de caminos zanquilargo establecido en una granja de Idaho, en las praderas del Oeste norteamericano, y adepto al snowboard y a la bicicleta de monta?a. Su apellido produce un efecto domin¨®, una cadena. Sus tres s¨ªlabas evocan una imagen. La imagen -un atleta horizontal, camiseta de tirantes azul marino, pantaloncito blanco, una adidas blanca en un pie y otra negra en el otro, congelado de espaldas, los brazos inertes en el costado, la cabeza ligeramente torcida, sobre un list¨®n- despierta el recuerdo de un momento, el 20 de octubre de 1968, en un estadio, el Ol¨ªmpico de Ciudad de M¨¦xico. El instante, el escenario, es indisociable de los Juegos de la capital mexicana, del black power, de Bob Beamon; de David Hemery, que era ingl¨¦s, pero viv¨ªa en Estados Unidos; de Kip Keino, de Amos Biwott volando sobre los obst¨¢culos; y de los d¨ªas previos, de la matanza del Z¨®calo; de los meses anteriores, del asesinato de Martin Luther King, del mayo del 68, de la Primavera de Praga; de la d¨¦cada prodigiosa, el pop, el movimiento hippy, California, Berkeley, los 60, la imaginaci¨®n al poder, los a?os en que todo parec¨ªa posible... Hasta saltar de espaldas.
Para Luis Mar¨ªa Garriga decir Fosbury es decir todo eso y tambi¨¦n algo m¨¢s. Para Garriga, que ahora es el alcalde de Borja (Zaragoza), pero que en su juventud fue el mejor saltador de altura de Espa?a -tuvo el r¨¦cord en 2,12 metros-, Fosbury es tambi¨¦n un sonido, un ruido gutura, y un grito. "Claro, entonces no era como ahora, que cualquier cosa que pasa en cualquier lugar enseguida llega por televisi¨®n, por sat¨¦lite, por internet, a los cuatro confines", cuenta Garriga, uno de los 13 participantes en la final ol¨ªmpica de M¨¦xico, uno de los 12 atletas asombrados por Fosbury; "pero, claro, s¨ª que hab¨ªamos o¨ªdo hablar de Fosbury, de su forma de saltar. Incluso ten¨ªamos una pel¨ªcula que hab¨ªamos pasado cientos de veces por la moviola para analizarla. As¨ª que tampoco me sorprendi¨® mucho Fosbury. Lo que recuerdo con m¨¢s viveza es la manera como se concentraba. Iba Fosbury a su marca en el suelo, se quedaba parado m¨¢s de dos minutos y empezaba a mover las manos y hacer ruidos con la garganta. Y parec¨ªa que se olvidaba del mundo. Tanto que entre las gradas, silenciosas como nunca, se o¨ªan gritos de impaciencia: '??ndale!, ?¨¢ndale!".
El silencio. Las cr¨®nicas cuentan que, por primera vez en unos Juegos, el estadio no vitore¨® la entrada del ganador del marat¨®n, el et¨ªope Mamo Wolde. Y no fue por antipat¨ªa, sino porque coincidi¨® con un salto de Fosbury. Y Jorge Gonz¨¢lez Amo, mediofondista, participante en el 1.500, recuerda c¨®mo en la ma?ana de la calificaci¨®n los espectadores se amontonaban en la curva del estadio en la que estaba ubicado el saltadero. "Fue alucinante. Fueron los mejores Juegos", dice Gonz¨¢lez Amo; "naci¨® el atletismo moderno, la pista de tart¨¢n, las p¨¦rtigas de fibra de vidrio, las colchonetas de espuma para aterrizar despu¨¦s de saltar, sin las que habr¨ªa sido imposible el Fosbury so pena de desnucarse en los fosos de arena".
Lo mejor del estilo de Fosbury, de su revoluci¨®n, de su forma de afrontar el list¨®n, era que permit¨ªa una velocidad mucho mayor. "Abri¨® el salto de altura a un tipo de atletas que antes no val¨ªan, a los muy altos y finos", dice Arturo Ortiz, a¨²n plusmarquista nacional (2,34m) y entrenador de la muy prometedora Gema Mart¨ªn Pozuelo; "antes, cuando el rodillo ventral, cuando el mito Valery Brumel, el prototipo era un atleta de piernas potent¨ªsimas, de mucha fuerza. No se pod¨ªa conseguir tanta velocidad con los tres ¨²ltimos pasos hasta la batida. En todas las especialidades del atletismo rige la misma m¨¢xima: cuanto m¨¢s r¨¢pido, mejor. Y el fosbury flop permite hacerlo todo m¨¢s r¨¢pido".
Ortiz tiene grabado "en el c¨®rtex" la imagen de Fosbury como tiene la de Beamon o la del podio del 200: Smith, Norman y John Carlos, los pu?os en alto, el guante negro, Jesse Owens. Y hace con ella un ejercicio de abstracci¨®n, reducci¨®n, purificaci¨®n. "Es emocionante, algo nuevo bajo el sol", dice; "tuvo el valor de los genios, de dejarse llevar por la intuici¨®n, de ser el primero que lo hizo. El valor del pionero. Despu¨¦s de Kandisky, es muy f¨¢cil lanzarse a pintar un lienzo en blanco. Antes nadie se hab¨ªa atrevido. As¨ª pas¨® con Fosbury".
Y, sin embargo, Fosbury, que ten¨ªa 21 a?os en M¨¦xico, lleg¨® a su estilo revolucionario por un defecto: su incapacidad para asimilar el complejo rodillo ventral. S¨®lo sab¨ªa saltar a tijereta y no par¨® hasta tornarla salto de espaldas.
Fosbury, en M¨¦xico y tambi¨¦n desde a?os antes, llegaba hasta el list¨®n y se giraba, despu¨¦s efectuaba un mortal de espaldas y lo superaba. El movimiento le permit¨ªa poder superar la altura manteniendo el centro de gravedad por debajo del list¨®n, lo que exig¨ªa menos potencia de salto. As¨ª, tras 12 saltos, derrot¨® a Gavrilov y Carruthers en la final ol¨ªmpica, bati¨® con 2,24 metros el r¨¦cord ol¨ªmpico y roz¨® los 2,29, con lo que habr¨ªa batido el mundial del desgraciado Brumel, "la especie m¨¢xima de la perfecci¨®n", seg¨²n Garriga, a quien un accidente de moto hab¨ªa destrozado una pierna. Brumel salv¨® su r¨¦cord, pero al d¨ªa siguiente su estilo empez¨® a morir. "Todos los chavales que hac¨ªamos atletismo en San Sebasti¨¢n, nada m¨¢s verle, nos fuimos a Anoeta a saltar de espaldas", dice Ram¨®n Cid, triplista y t¨¦cnico; "y era divertid¨ªsimo". Y as¨ª los de todo el mundo. El debate sobre la superioridad de uno u otro estilo dur¨® nada. Los puristas del rodillo pudieron disfrutar unos a?os m¨¢s gracias al genial Yatchenko, que elev¨® el r¨¦cord hasta los 2,35 metros. El actual, de 2,45, la altura del larguero de una porter¨ªa de f¨²tbol, en poder del cubano Sotomayor, se bati¨®, claro, con el fosbury flop, la ¨²nica t¨¦cnica del atletismo que se conoce por el nombre de su inventor. Terminado M¨¦xico 68, Fosbury regres¨® a su facultad. El decano le dio a elegir: el atletismo o su carrera. Colg¨® las zapatillas y se hizo ingeniero.
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