Aclaraci¨®n
En la p¨¢gina 35 de la edici¨®n del domingo 11 de marzo y bajo el t¨ªtulo: "Los jueces conservadores copan los puestos clave", y al referirse a la Audiencia Nacional, textualmente se lee: "con el nombramiento, a la tercera, de Javier G¨®mez Berm¨²dez como presidente de la Sala de lo Penal y la incorporaci¨®n de Fernando Grande-Marlaska al jurado central 3, la Audiencia queda en manos de un n¨²cleo duro de conservadores que ya han demostrado su capacidad al revocar la excarcelaci¨®n del etarra De Juana...".
Referir que quien informa parece olvidar que no pertenezco, ni he pertenecido a ninguna asociaci¨®n judicial, independientemente del respeto que me merecen todas ellas, as¨ª como las distintas corrientes que puedan estructurarse. Es m¨¢s la ¨²nica ocasi¨®n en que me present¨¦ a unas elecciones a Sala de Gobierno del Tribunal Superior de Justicia del Pa¨ªs Vasco, siendo elegido, fue en una lista apoyada conjuntamente por las asociaciones "Jueces para la Democracia" y "Francisco de Vitoria", figurando evidentemente como independiente.
Recordarle en el desarrollo de mi labor jurisdiccional, y como la inmensa mayor¨ªa de mis compa?eros, s¨®lo he tenido un instrumento del que servirme, la Ley. Y si en alguna ocasi¨®n se han hecho especiales esfuerzos para dotarla de mayor contenido, siempre ha sido en defensa del inter¨¦s m¨¢s d¨¦bil, y cuando el legislador no hab¨ªa adoptado las medidas precisas. As¨ª fui de los primeros jueces en Espa?a, a t¨ªtulo de ejemplo, que acord¨¦ ¨®rdenes de alejamiento en materia de violencia de g¨¦nero, y estoy hablando del a?o 1992. Entonces s¨®lo cont¨¢bamos con el art. 13 LECrim., que de forma muy general permit¨ªa dar protecci¨®n a la v¨ªctima de cualquier delito.
Pero como tambi¨¦n se ha publicado en otros medios informativos, fui el primer Juez que en el Pa¨ªs Vasco, y dentro de las competencias que ten¨ªamos por delegaci¨®n, y sin previo aviso, me person¨¦ en una comisar¨ªa para comprobar que el trato que recib¨ªan detenidos de la organizaci¨®n terrorista ETA era el correcto.
Como esos ejemplos no s¨®lo yo, sino la mayor¨ªa de mis compa?eros, podr¨ªamos consignar un interesante cat¨¢logo; pero no es cuesti¨®n de hacer una hagiograf¨ªa. Simplemente decir que es ese principio de legalidad el que dirige el ejercicio de la funci¨®n jurisdiccional. Y quiz¨¢s por eso mismo, para quienes no est¨¦n acostumbrados, les pueda causar estupefacci¨®n. Eso s¨ª, unas veces a unos, y otras a los dem¨¢s.
Si bien quiero que el ejercicio de mi derecho de rectificaci¨®n se sustente en el aspecto profesional, pero ya que se me tacha de pertenecer a un supuesto sector conservador duro, me gustar¨ªa recordarle la entrevista que conced¨ª a una periodista que trabaja para el diario EL PA?S, publicada el 11 de junio de 2006, y donde dentro de la normalidad que entiendo debe guiar toda convivencia democr¨¢tica reconoc¨ª mi homosexualidad y c¨®mo me hab¨ªa casado. Y lo hice por una ¨²nica motivaci¨®n: exigencia personal y ¨¦tica. Subrayando, igualmente, como no conozco muchos ejemplos parecidos dentro de la esfera p¨²blica, cuando, al d¨ªa de hoy, a¨²n son necesarios.
La ausencia de cualquier elemento serio que pueda avalar la conclusi¨®n del periodista sobre mi supuesta adscripci¨®n resulta m¨¢s grave si consideramos que soy candidato al Consejo General del Poder Judicial. Present¨¢ndome como independiente he recibido un apoyo importante de distintos compa?eros que pudieran verse defraudados, sin raz¨®n alguna, y ante una informaci¨®n ajena a la m¨ªnima verificaci¨®n objetiva.
S¨®lo espero que dentro no ya del ejercicio del derecho de informaci¨®n, sino incluso del de libertad de expresi¨®n, en lo sucesivo sea capaz de comprender que las personas, como la realidad, tenemos m¨¢s aristas y m¨¢s planos. Es decir, somos multiformes, nunca monol¨ªticas. Y si los jueces en alguna ocasi¨®n podemos parecerlo, ¨²nicamente ser¨¢ en el sometimiento escrupuloso a la ley. Instrumento del que nos dota la soberan¨ªa popular.
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