Buscando un maestro desesperadamente
MIENTRAS LOS j¨®venes suben sin parar, las orquestas de m¨¢s prestigio se las ven y se las desean para encontrar sustitutos a quienes ya peinan canas. Y el ojo del hurac¨¢n est¨¢ en Am¨¦rica y en sus cada vez m¨¢s discutidas Big Five -las Cinco Grandes-: Nueva York, Chicago, Boston, Cleveland y Filadelfia. La Sinf¨®nica de Chicago ha decidido que la sustituci¨®n de Barenboim correr¨¢ a cargo de dos directores veteran¨ªsimos: Bernard Haitink y Pierre Boulez. Muy buenos los dos pero ninguno una verdadera apuesta de futuro. Lorin Maazel, actual titular de la Filarm¨®nica de Nueva York -y que no ha triunfado en un papel que deseaba con todas sus fuerzas-, lleg¨® a anunciar que le hab¨ªa propuesto a Daniel Barenboim que ocupara su lugar a partir de 2009. El argentino respondi¨® simplemente que tal idea no entra en sus planes. El gran tapado para Nueva York -o para Boston si siguen los problemas de salud de James Levine- puede ser Riccardo Muti, a la b¨²squeda de una orquesta desde su salida del Teatro alla Scala milan¨¦s y de una venganza personal que espera beber fr¨ªa pero de alta graduaci¨®n. La Orquesta de Filadelfia ha resuelto muy mal la salida nada triunfal del alem¨¢n Christoph Eschenbach nombrando para un puesto que cada vez ha ido a menos a Charles Dutoit, un director suizo tan eficaz como carente de genio que revela la progresiva ca¨ªda de la formaci¨®n en una vulgaridad impensable hace a?os. En Cleveland sigue el discutido Franz Welser-M?st -a quien mientras estuvo al frente de la Filarm¨®nica de Londres se le llamaba Franckly Worst than Most (francamente peor que la mayor¨ªa)-. S¨®lo la rampante Sinf¨®nica de Pittsburg parece haber resuelto bien su futuro con el vien¨¦s Manfred Honeck, una apuesta razonada y razonable.
Mientras, en la vieja Europa, las novedades m¨¢s importantes son la llegada a la titularidad de la Philharmonia de Esa-Pekka Salonen -uno de los valores m¨¢s seguros de la generaci¨®n intermedia y que renovar¨¢ sin duda las ideas de una centuria que al fin prescinde del s¨®lido pero previsible Christoph von Dohn¨¢nyi- y a la de la Filarm¨®nica de Londres del brillant¨ªsimo Mija¨ªl Jurowski, para muchos el mejor de los j¨®venes y que pondr¨¢ fin al m¨¢s bien oscuro reinado de Kurt Masur. La inc¨®gnita que debiera despejarse en Berl¨ªn sobre la continuidad de Rattle -es la mejor forma de acabar con los rumores- llegar¨¢ tarde o temprano a Viena, donde a la perplejidad que provoc¨® el nombramiento hace siete a?os de Seiji Ozawa como director de la ?pera del Estado le ha seguido una suerte de indiferencia general. Veteranos y noveles se juegan un porvenir que no deja de provocar cierto v¨¦rtigo. Los m¨¢s grandes se fueron casi todos, el trono del rey de reyes sigue vacante y en esto de la m¨²sica se sigue pensando, a veces de manera insana, que cualquier tiempo pasado fue mejor.
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