Se busca habitaci¨®n con derecho a cocina
En Catalu?a existen 11.000 viviendas subarrendadas, lo que supone el 56% de toda Espa?a
El realquiler, que se dio de forma habitual durante la posguerra y hasta los a?os sesenta, que parec¨ªa olvidado, ha resurgido con fuerza en los ¨²ltimos a?os. Las dificultades para acceder a una vivienda y el aumento de la inmigraci¨®n hacen que miles de personas se planteen tener que compartir piso o, incluso, habitaci¨®n. En Catalu?a se concentran 11.000 viviendas subarrendadas, lo que supone el 56% de las que existen en Espa?a, seg¨²n datos del Ministerio de Vivienda.
Laura F¨¢ez y Daniel Bueno, un matrimonio ecuatoriano, firmaron hace tres meses una hipoteca para comprar un piso en Santa Coloma de Gramenet. "En la inmobiliaria nos aseguraron que las cuotas no superar¨ªan los 1.000 euros, pero al llegar al banco resultaron ser de 1.400. Por eso pusimos un anuncio en Internet para alquilar dos habitaciones, al que contestaron unas estudiantes polacas", explica Laura. Cada joven paga 270 euros. La arrendadora explica que son unas chicas "muy reservadas, ya que apenas salen de sus habitaciones". Para el matrimonio, las cosas han mejorado. Antes viv¨ªan en un s¨®tano en el barrio del Carmel, que s¨®lo ten¨ªa un par de ventanas. "Una de ellas daba a un patio interior de apenas un metro cuadrado y la otra a pie de calle", cuenta.
El precio medio de alquiler en Barcelona es de 800 euros mensuales
En la mayor¨ªa de los casos, el inquilino califica su situaci¨®n de "temporal"
El precio medio de alquiler de un piso en Barcelona es de 800 euros al mes, de acuerdo con un estudio realizado por el Departamento de Medio Ambiente y Vivienda. Esta cifra dificulta que una persona sola pueda alquilar un apartamento. Por eso, el realquiler se presenta como una soluci¨®n. Esta es la situaci¨®n que vive Juan Pablo Orellana, un joven colombiano que alquil¨® una habitaci¨®n. "?l tiene turno de noche y yo de d¨ªa, lo que facilita nuestra convivencia", explica Juan Pablo. El 90% de los que desean alquilar una habitaci¨®n que acuden a C¨¢ritas son inmigrantes, se?ala un informe de esta ONG.
Casi el 6% de los catalanes que deciden alquilar una habitaci¨®n optan por un contrato oral, tambi¨¦n previsto en la Ley de Arrendamientos Urbanos. Un divorciado de unos 50 a?os que ha decidido mantenerse en el anonimato tiene este tipo de acuerdo. ?l preferir¨ªa que su contrato fuera escrito para tener garant¨ªas legales, pero aun as¨ª valora la relaci¨®n con su casera porque se ayudan el uno al otro. "Cuando llego a casa, me tiene la comida preparada", explica. En su caso, compartir casa no supone demasiados problemas porque "cada uno tiene su espacio".
Sin embargo, la convivencia suele ser el gran inconveniente. Alejandro L., un joven palentino, se traslad¨® a Barcelona por trabajo. La relaci¨®n con la pareja que le alquila la habitaci¨®n, dice, "es casi nula". Apenas coinciden y, cuando esto ocurre, ¨¦l se encierra en su cuarto para leer o escuchar m¨²sica. "No me gustan las conversaciones forzadas", asegura. Durante el d¨ªa se ven poco. "Cuando me levanto, ellos ya se han ido. Adem¨¢s, comen fuera siempre". El precio del alquiler incluye los servicios de una chica de la limpieza, pero "todo lo dem¨¢s va por separado, hasta el detergente de la ropa".
A veces, la relaci¨®n entre inquilinos y propietarios puede hacerse insostenible. Este es el caso de O. V., que durante un tiempo, al llegar a Espa?a desde Colombia, se vio obligada, con su hijo, a compartir habitaci¨®n en el piso de una pareja. "?l era un hombre violento que maltrataba a su mujer", recuerda. Esta experiencia y la falta de intimidad influy¨® tan negativamente que afirma: "Prefiero que alguien viva en mi casa a vivir yo en casa de otro". Como ella, el 27% de las familias que viven en situaci¨®n de realquiler est¨¢n formadas por madres solas con hijos a su cargo y que no disponen de ayudas sociales ni familiares, a tenor del informe de C¨¢ritas.
O. V., que ahora ya tiene piso de alquiler en Horta, quiere subarrendar una habitaci¨®n por 300 euros a una chica sin el consentimiento de los propietarios. De acuerdo con la Ley de Arrendamientos Urbanos esta pr¨¢ctica es ilegal, ya que el propietario debe conocer la existencia del subarrendamiento y permitirla. En caso de que lo descubriera, el contrato de alquiler se podr¨ªa cancelar.
Mujer joven y soltera es el perfil que, a tenor del estudio realizado por idealista.com -un portal de Internet especializado en la b¨²squeda de vivienda-, solicitan la mayor¨ªa de los arrendadores. Las personas que buscan habitaci¨®n tienen una edad media de 28 a?os y suelen ser estudiantes o quienes encuentran sus primeros trabajos.
Arrendadores y arrendatarios consideran el realquiler una situaci¨®n temporal, ya que responde a una necesidad econ¨®mica. Sin embargo, los altos precios de hipotecas y alquileres han hecho que ¨¦sta sea una realidad cada vez m¨¢s frecuente en Catalu?a.
Esta informaci¨®n ha sido realizada por Rosa Cal, Yaiza Garc¨ªa, Cristina Garde y Helena Villar.
Laura F¨¢ez. Ella y su marido alquilan dos habitaciones para pagar la hipoteca
Laura F¨¢ez y su marido, Daniel, se vieron obligados a alquilar dos habitaciones de su casa para hacer frente a la hipoteca de su piso. Pese a que ambos son pluriempleados, "los gastos son demasiados". Mientras ella trabaja cuidando a un se?or mayor y limpiando las casas de las nietas de ¨¦ste, su marido combina el empleo en una empresa de seguridad con clases particulares de ingl¨¦s. ?l es licenciado en Filolog¨ªa inglesa en Ecuador, "pero convalidar sus estudios le est¨¢ costando mucho". "Por supuesto que no alquilamos nuestra casa por placer, es pura necesidad". Los alquileres de sus inquilinas y sus trabajos les permiten llegar a fin de mes.
O. V.:"Mis caseros no pueden saber que alquilo un dormitorio"
O. V., una colombiana de 35 a?os, vive en un piso de alquiler con su hijo de 15 a?os. Su vivienda est¨¢ situada en el mismo edificio en el que sus caseros regentan un negocio. Ellos no pueden saber que va a alquilar una habitaci¨®n, por eso les ha dicho que iba a contratar a una chica de la limpieza, "por si la ven subir y bajar a casa". Su sueldo como administrativa en una inmobiliaria, de 900 euros, no le llega para pagar el alquiler de 700 y para mantener a su hijo. Para conseguir el piso ya enga?¨® a sus caseros dici¨¦ndoles que viv¨ªa con su marido, del cual estaba separada y al que tuvo que "suplicar" que firmara el contrato con ella. Explica que con su salario en una inmobiliaria y algunos trabajos eventuales "nunca hubiera conseguido alquilar una vivienda".
Juan Pablo Orellana: "No quiero compartir mi hogar con otra persona mucho tiempo"
Juan Pablo Orellana es de origen colombiano, est¨¢ separado y su sueldo no le alcanzaba para pagar el alquiler de su piso en Nou Barris. "La renta del piso supone el 80% de mi sueldo y el realquiler era mi ¨²nica soluci¨®n". Por eso decidi¨® poner un anuncio en el que ofrec¨ªa una habitaci¨®n. "La convivencia con su inquilino, Fernando, es bastante buena". Pese a esto reconoce que est¨¢ poco acostumbrado a esta situaci¨®n. En su pa¨ªs viv¨ªa solo en una casa, por lo que asegura que no quiere compartir su piso con otra persona "por mucho tiempo". Juan Pablo espera que su econom¨ªa mejore y pueda volver a tener la independencia que tanto a?ora.
Alejandro L.: "S¨®lo llevo aqu¨ª dos semanas y por ahora la relaci¨®n es muy fr¨ªa"
Alejandro L. vive realquilado en el barrio barcelon¨¦s de El Clot con una pareja que alquila dos habitaciones. Su mensualidad, de 360 euros, con los gastos de agua, luz y tel¨¦fono aparte, les ayuda a pagar la hipoteca. Alejandro lleg¨® a Barcelona de Palencia porque encontr¨® trabajo como ingeniero industrial en una empresa. Asegura que la convivencia con la pareja "es muy fr¨ªa", ya que s¨®lo hace un mes que comparte casa con ellos. Despu¨¦s de colgar el anuncio en Internet recibi¨® tres llamadas, una de ellas de sus actuales caseros. El mismo d¨ªa que lleg¨® a la Barcelona fue a ver el piso, le gust¨® y aquella noche ya durmi¨® all¨ª.
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