?Qu¨¦ hiciste en la guerra, Le¨®nidas?
Los historiadores debaten sobre la batalla de las Term¨®pilas y la verdad de las guerras entre griegos y persas
Le¨®nidas, el bravo y sufrido rey espartano, libra una nueva batalla. Correoso y con ganas de bronca como era, al h¨¦roe de las Term¨®pilas seguramente le hubiera encantado el l¨ªo que se ha montado en torno a su ¨²ltima epifan¨ªa, la pel¨ªcula 300, basada en el salvaje, arrebatadoramente violento y hermoso c¨®mic de Frank Miller (Norma Editorial) sobre la batalla en la que cayeron frente al Ej¨¦rcito persa ¨¦l y todos sus hoplitas de mantos encarnados. La pol¨¦mica que envuelve al filme -las cr¨ªticas por su retrato "racista" y denigrante con los persas y la abundancia de t¨®picos (el valor y la hombr¨ªa espartanos frente a la cobard¨ªa y traici¨®n persas, el enjambre asi¨¢tico ante la individualidad griega)- amplifica una discusi¨®n cient¨ªfica que aunque se libra en el discreto escenario de las publicaciones y los despachos universitarios no deja de emanar un inconfundible fragor b¨¦lico.
Desde hace unos a?os, las posiciones se han radicalizado entre los estudiosos que defienden una visi¨®n m¨¢s tradicional y digamos prohel¨¦nica de las guerras m¨¦dicas -las que enfrentaron a griegos y persas en el siglo V antes de Cristo- y los orientalistas, proir¨¢nios para entendernos, que reclaman una visi¨®n m¨¢s equilibrada, justa y realista, a su entender, del conflicto. Estos especialistas, como el historiador Pierre Briant, autor de Histoire de l'Empire perse (Fayard), recalcan la importancia de las realizaciones culturales de la civilizaci¨®n persa y su cariz tolerante. Deploran "la negativa concepci¨®n euroc¨¦ntrica" que ha estigmatizado a los antiguos persas como los malos, y -aunque Briant no ha visto a¨²n la pel¨ªcula y no suele leer c¨®mics- abominan, como se puede suponer, de estampas del estilo de las que brinda 300, con un Jerjes afeminado, cruel y cubierto de piercings, con m¨¢s aspecto de salir de Hellraiser que de Pers¨¦polis.
"?Ay de m¨ª! ?Con qu¨¦ rigor se abati¨® el destino sobre la naci¨®n persa!", exclama Jerjes, "en cuyos ojos brilla el fuego sombr¨ªo de la mirada del sangriento Drag¨®n" en Los Persas, la tragedia de Esquilo. Esa imagen de una terrible derrota del imperio persa no se corresponde, se?ala Briant, con la realidad: el imperio aquem¨¦nida (el de los persas) no entr¨® en absoluto en declive tras las derrotas de Jerjes en la Segunda Guerra M¨¦dica (Salamina, Platea), sino que, de hecho, se mantuvo en la cima del poder¨ªo mundial todav¨ªa durante m¨¢s de un siglo. En ese sentido, las derrotas habr¨ªan sido picaduras de mosquito en la piel del elefanti¨¢sico imperio de los Reyes de Reyes.
M¨¢s radical, George Cawkwell, profesor del University College de Oxford, afirma en su revulsiva The Greek Wars (2005) que los griegos fueron s¨®lo "una distracci¨®n menor" de los soberanos persas, que ten¨ªan "problemas m¨¢s importantes" en la administraci¨®n de su vasto imperio.
Frente a esta visi¨®n pendular se alza la moderna ortodoxia que representan libros sabros¨ªsimos como La batalla de Salamina, de Barry Strauss, de reciente publicaci¨®n por Edhasa, o Term¨®pilas, de Paul Cartledge, que aparecer¨¢ el pr¨®ximo d¨ªa 27 en Ariel, ambos de un pulso narrativo excelente aunque muy ce?idos a la visi¨®n tradicional del conflicto -Cartledge, profesor de Cambridge en el que despiertan unos sorprendentes entusiasmos los espartanos, incluso usa la secular comparaci¨®n del imperio persa con el turco en decadencia, algo que aborrece Briant-.
Her¨®doto es uno de los blancos principales de los proir¨¢nios. Cawkwell no duda en asegurar que el historiador en el que se basa en buena medida nuestra visi¨®n tradicional de las guerras m¨¦dicas simplemente "no entendi¨® la compleja realidad del imperio persa". El profesor de Oxford enmienda la plana a Her¨®doto y defiende que los persas eran mucho m¨¢s capaces militarmente de lo que aqu¨¦l dio a entender, pues a ver si hubieran podido si no ganar y sujetar un imperio de tres millones de kil¨®metros cuadrados. "Las realizaciones militares persas no podr¨ªan haberlas efectuado hombres blandos y afeminados, a golpe de l¨¢tigo, como los retratan las fuentes griegas", subraya. Es verdad que llevaban pantalones, el acabose de lo barbilindo para los espartanos. El n¨²mero de tropas es un tema que lleva agua al molino de los revisionistas propersas: esas abigarradas hordas de millones que se mueven como nubes de langostas y se beben los r¨ªos a su paso... Para Cawkwell, literalmente, Her¨®doto no sab¨ªa contar. Los persas habr¨ªan llevado, en su opini¨®n, las tropas justitas, y ¨¦stas no ser¨ªan inferiores en calidad a las griegas.
El silencio de las fuentes persas es para los unos la prueba de que las guerras significaron poco para los persas. Para los otros indica todo lo contrario: que un imperio autocr¨¢tico no pod¨ªa admitir la derrota.
Sea como fuere, resulta innegable que los griegos ganaron al fin y Grecia no se convirti¨® en una satrap¨ªa. Pero vencieron, apuntan los proir¨¢nios, porque el Ej¨¦rcito persa sufri¨® un problema irresoluble de abastecimiento. Los persas, sintetiza Cawkwell, perdieron por sus propios errores: fallos del alto mando y folie de grandeur. ?Y las Term¨®pilas? Si Le¨®nidas y los suyos pudieron aguantar un tiempo los embates enemigos antes de convertirse en alfileteros de los persas, arguye el estudioso, fue por razones de geograf¨ªa, no de valor.
El top¨®grafo de la antig¨¹edad y novelista Valerio Manfredi defiende que el relato de Her¨®doto de la batalla, hero¨ªsmo incluido, est¨¢, pese a la sobredosis de ¨¦pica, muy pr¨®ximo a la verdad. "Los persas, obviamente, no eran millones pero s¨ª 200.000 o 300.000, una enormidad, lo que tienen EE UU en Irak. Entiendo la moda de la persofilia, admito que la persa fue una civilizaci¨®n maravillosa, pero los griegos ten¨ªan conciencia del valor de su libertad. Lucharon y vencieron porque estaban dispuestos a morir antes que someterse. Eso no es un t¨®pico. Y est¨¢ en la ra¨ªz de la cultura occidental. Es el legado de las Term¨®pilas. No lo vamos a cambiar por una mal entendida sensibilidad de lo pol¨ªticamente correcto".Los orientalistas abominan de la imagen de Jerjes cruel y lleno de 'piercings'
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